Capítulo 10

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Ya había anochecido

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Ya había anochecido. Daraan y Ragnar no habían vuelto desde que Maleon desapareció en la mañana, Try y Saraf patrullaban los alrededores, pero tampoco habían regresado.

Gavriel estaba sentado en las escaleras del vestíbulo, aguardando con ansias el regreso de todos junto a la reina y estaba a un minuto de volverse loco. Dios, la espera empezaba a trastornarlo. Darcy le acariciaba la espalda. Miró de reojo a sus sobrinos, ellos investigaban minuciosamente las serpientes de la cabeza de la medusa, tras las primeras dos horas de paranoia los había dejado y la mujer también se había sentado en el suelo para que le fuera más fácil a los niños jugar con ella; parecía realmente feliz de verlos corretear a su alrededor.

Aislinn se hallaba cabizbaja en un sofá individual apartado en un rincón, no había pronunciado una palabra desde lo ocurrido y no despegaba sus sombríos ojos de las gigantes puertas de acero de la entrada.

Ivy daba vueltas por la cocina, en su ataque de nervios preparaba café y se los daba. Había que admitir que ella tenía un don culinario, por más que se tratara de una bebida corriente... se sentía como tocar el cielo con la lengua. Aunque por otro lado, si no los mataba la angustia lo haría la cafeína. Oh, y allí venía de nuevo el mágico unicornio con una charola con tazas para todos ellos y ninguno se negó a aceptarlas.

—Voy a morir si no entran por esa puerta en los próximos cinco minutos —murmuró la chica de cabello rosa.

—Todo saldrá bien —adicionó Darcy aceptando una taza humeante—. Seguro volverán pronto.

—Tú no viste el miedo en sus ojos, realmente estaba espantada. Nunca la vi asustada de nada.

Gavriel tenía tanta culpa atrancada en la garganta que no lograba respirar, él la había sobresaltado hasta el límite y en ese momento no le habían interesado las consecuencias. A lo largo de sus veintisiete años siempre acaba metiéndose en problemas por ese mismo motivo, porque era un idiota que hablaba sin pensar y no tomaba bien que jugaran con él. Por eso había estado en la cárcel y perdido cada posibilidad de obtener un empleo rentable, ahora a su lista de errores se sumaba haber puesto en peligro a Maleon.

Tú estás enferma, no puedes protegerme.

¿En serio había dicho eso? ¿Qué clase de insensible era?

Quería pegarle a algo y hacerlo consigo mismo sonaba tentador. Se merecía un puñetazo en la cara. En este momento cuando la furia se había disipado, por loco que sonara, Gavriel quería que Maleon estuviera con él. Tanto que le dolía. La única seguridad en su mente era que esa leona estaría a salvo cuando volviera. De repente, el exterior le parecía más letal que el mismo infierno. Negó con la cabeza, esa mujer estaba enferma y desorientada en medio de un bosque oscuro que abarcaba kilómetros, podría atacarla algún animal... Okey, ella probablemente se tragaría al pobre. Pensándolo fríamente, la reina no corría ningún riesgo físico, pero emocional y mentalmente sabía que ella estaría resentida, vulnerable y herida, pero la traerían a casa. Entonces él podría disculparse, la abrazaría y le diría algo para que se sintiera mejor, la distraería si sentía dolor.

Beso de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora