Capítulo 6

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Gavriel tenía el corazón latiendo en los pies, un día a su cargo y ya había extraviado a uno de sus sobrinos, si la paternidad fuese una profesión lo habrían echado de una patada a la calle desde el inicio

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Gavriel tenía el corazón latiendo en los pies, un día a su cargo y ya había extraviado a uno de sus sobrinos, si la paternidad fuese una profesión lo habrían echado de una patada a la calle desde el inicio. Rayos, había recorrido un sinfín de pasillos para cuando llegó al vestíbulo que asemejaba haberle pertenecido al mismísimo Zar de Rusia. En el aire afloraba un fuerte olor a carne quemada. Frunció el ceño y se asomó hacia la puerta desde donde se originaba el aroma. Le bastó con pisar dentro no solo para hallar una cocina de castillo medieval, sino también para encontrar a Luke jugando con lo que parecía un mini leoncito y a Lily sentada en una mesa al lado de Maleon charlando sobre quién sabía que.

Tuvo miedo de que ellos estuvieran a solas con ella, después de presenciar al monstruo en que se convertía esa mañana... dudaba de su seguridad. Entonces captó algo:

—Lily, te dije que te quedaras con Darcy —dijo molesto mientras entraba en la cocina.

Las dos se sobresaltaron por su llegada, giraron para mirarlo y él tuvo que desviar sus ojos de su antigua "clienta".

—Lo siento, quería ayudarte —contestó la niña yendo hacía él con la cabeza gacha.

Ignorando la presencia de la "reina", él se dirigió a Luke para cargarlo, el cachorro con el que jugaba le maulló en resistencia y le mordió el dobladillo del pantalón para que dejara a su amigo de juegos. Aguantó la respiración. Apartó al leoncito con cuidado e impresión —nunca había tocado un león, aunque este fuera un bebé—, se enderezó y cogió la mano de Lily para salir de la cocina.

—Quiero hablar, Gavriel.

Frenó en seco y tragó saliva. También deseaba hablar con ella, pero no lograba reunir el valor para verla, de algún modo no recordaba su rostro y su imagen había sido reemplazada por la del león con sangre de un hombre en los colmillos, las alas llameantes y la enorme cola de serpiente que aplastaba los muebles.

Nunca podría verla de la misma manera.

—Por favor, mírame.

Él suspiró, supo antes de voltear que era un error y lo fue, Maleon se veía más auténtica que nunca o tal vez era su impresión tras conocer lo que ocultaba. Se sintió como si acabara de conocerla, como si los ocho meses que llevaban encontrándose hubieran sido borrados u ocultados bajo pintura blanca. Sus ojos irradiaban tanta expectativa que lo dejaron sin aire, ella debió de haber sospechado lo que sentía porque se llevó una mano a la garganta claramente angustiada y la presión que manifestaba al apretar los dientes era estremecedora.

—Lily —llamó el hombre, la niña alzó la cabeza—. Ve con Luke y espérenme en el sofá que está en el vestíbulo.

En esta oportunidad, su sobrina no lo cuestionó mientras acompañaba a su adormilado hermanito a salir de la cocina. Gavriel se mordió la lengua mientras avanzaba para tomar asiento frente a Maleon, por más que se lo hubiera pedido... nuevamente rehuyó a obtener otro vistazo de su rostro. Sin embargo, no necesitaba verla para saber que ella tenía su vista clavada en él y en cada movimiento que hacía, desde la manera en que su pecho subía y bajaba al respirar hasta el acto de parpadear. En el pasado esa atención le hacía sentir cierto agrado que en ocasiones rozaba el placer culposo, pero en este momento se sentía un aperitivo o una presa. Un entretenimiento para la bestia que habitaba en ella.

Beso de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora