Capítulo 8

97 17 129
                                    

Maleon irradiaba felicidad y malevolencia, Gavriel casi podía imaginársela sentada en su trono rodeada de un aura de fuego mientras reía con una carcajada diabólica sacada de la Reina Malvada de Blanca Nieves

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Maleon irradiaba felicidad y malevolencia, Gavriel casi podía imaginársela sentada en su trono rodeada de un aura de fuego mientras reía con una carcajada diabólica sacada de la Reina Malvada de Blanca Nieves. Luego de la extraña reunión, había entendido lo único que le concernía de la conversación: existían posibilidades de salvar a Hailey.

Eso le inundó el pecho de emoción, la traerían de vuelta.

—¿Estarías dispuesta a declarar... —La reina dejó de sonreír y frunció el ceño, miró a Ivy en busca de ayuda. La muchacha de pelo rosa se apresuró a susurrar en su oído—¿Estarías dispuesta a declarar ante el Consejo, Darcy? Agradeceríamos que pudieras corroborar frente a ellos lo que Zelos hizo, no debes preocuparte por las consecuencias. Tendrás mi eterna protección por tu acto.

—La de todos los aquí presentes —añadió Daraan con convicción y nadie se negó a ese compromiso.

Gavriel tenía a Darcy contra su pecho, sentía los estremecimientos de su cuerpo y el recelo que le producía estar rodeada de esas personas. Él no pudo soslayar el desasosiego que le produjeron las palabras de Maleon, si su amiga se exponía y declaraba en contra de ese hombre o mejor definido monstruo, contra un ser antinatural que estaba familiarizado no solo con reyes sino con vengativos asesinos a sangre fría; su vida estaría perpetuamente en peligro.

Estos hombres y mujeres juraban mantenerla a salvo, pero seguía fastidiándole la idea.

¿Tendría que arriesgarla por Hailey? ¿Eso era justo después de todo lo que ella había hecho por él?

La apartó lo suficiente como para verla a la cara, el magullado rostro femenino avivó su rabia, apretó ligeramente sus hombros y no le interesó quienes lo miraban.

—Darcy, tienes que pensar bien esto y no tomar una decisión sin considerar las consecuencias, lo más importante es que tú estés bien.

Cassian volvió a acercarse a ellos con sutileza y miel endulzando su voz, colocó una mano en la espalda de la mujer. A Gavriel no le gustó que el tipo la tocara tan confianzudamente, sospechaba que había algo escondido en el tono con el que hablaba, tomó la muñeca del hombre y la quitó con la lentitud suficiente como para enviarle un mensaje de advertencia.

—Señorita Darcy, por favor no dude que daré mi vida por usted sea cual sea su decisión. Una persona como usted... no merece nada menos después de su valentía para con los pequeños —juró el elfo.

Ella le sonrió y susurró un agradecimiento, luego se volvió hacia los otros seres que parecían mucho menos amigables.

—Yo quiero hacer lo que pueda para que Luke y Lily tengan de vuelta a su mamá, así que acepto su ofrecimiento.

No fue por la persuasión, ni por la manipulación de la voz bonita de Cassian, ni siquiera por el miedo. Darcy habría contestado lo mismo sin pensar porque era la clase de persona que era. Además, estaba habituada a la idea de poder morir, salvo que ahora se sumaba una pisca de mitología, peligro y magia incluidas.

Beso de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora