Capítulo 15

75 15 48
                                    

A Darcy le punzaba el estómago de tanto reír, estaba prácticamente empapada de pies a cabeza y de la misma manera el baño entero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A Darcy le punzaba el estómago de tanto reír, estaba prácticamente empapada de pies a cabeza y de la misma manera el baño entero. Bañar a Maleon había sido igual que bañar un gato gigante, corría del agua como si fuera acido y le encantaba hacerla caer en la bañera cada vez que trataba de meterla dentro. Tras casi una hora y media por fin había acabado de eliminar cada centímetro de suciedad del cuerpo de la reina de los híbridos, ahora su enfurruñada majestad se hallaba sentada y desnuda en el suelo de cerámica investigando un jabón de tocador. Era inaudito ver a alguien tan... perdido. La discrepancia entre la violenta mujer de hacia un par de horas y el juguetón gatito que tenía enfrente sinceramente resultaba abrumador.

La humana se sentó en el retrete y puso a Simba en su regazo, ese animalillo era muy afectuoso. Esas cicatrices eran aterradoras. Observó detenidamente las marcas en todo el cuerpo de su compañera de cuarto, no había logrado no pensar en ellas mientras la duchaba. Realmente su piel estaba marcada por completo por azotes y hacían parecer su propia vida como una canción de Barney en comparación a la suya.

Entonces de golpe, la reina se quedó quieta y empezó a enderezarse, mucho antes de que Darcy pudiera preguntar cómo se encontraba, la felina dama habló:

—¿Dónde estamos?

Ella se alivió de oír su voz y de que regresara a la normalidad.

—Zachary nos trajo al Motel 6.

—¿Dónde están Gavriel y Daraan?

—En la habitación de al lado.

—Me bañaste.

No fue una pregunta y sonaba más como un reproche.

—Sí ¿Algún problema?

Sutiles maldiciones salían de la mujer león, los oía claramente y le parecieron de lo más desconsideradas. Ella se había pasado más de una hora tratando de bañarla y no le echó en cara que fue muy frustrante.

—¿Preferirías que lo hubiera hecho alguno de los chicos? —cuestionó Darcy un poco molesta.

En ese momento, la brutal fémina se puso de pie sin pudor de que viera su desnudez y cogió una toalla que a su desdicha era demasiado pequeña para cubrirla, de modo que solo la anudó a su cintura para dejar la parte superior de su torso al descubierto. No conllevo un problema, su largo cabello mojado se pegaba a la curva de sus senos y a su espalda, era tan largo que le llegaba por debajo del trasero.

—No lo malinterpretes, odiaría que cualquiera lo hubiera hecho —respondió la leona. Se miró las manos e inspeccionó la longitud de sus uñas—. Hay pocas cosas que aun puedo hacer por mí misma y me es muy difícil depender tanto de otros, nunca tuve que hacerlo y, al contrario, siempre fueron los demás quienes me necesitaban. Estoy enfadada, pero no contigo... sino conmigo. No soy una persona hecha para estar enferma.

—Nadie lo es —aseguró ella pensando en la leucemia—. Se ve que no tienes problemas para expresar lo que sientes, dicen que eso es bueno. Ojalá yo pudiera hacerlo.

Beso de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora