Capítulo 28

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La mordió

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La mordió.

Ragnar fue directamente por su cuello. Ambos en sus formas mitológicas eran dos bestiam a temer con sus poderosos cuerpos de felinos gigantes, con músculos fuertes y mandíbulas potentes que desglosaban el aire con rugidos tan altos como para despertar a todo el maldito continente americano. No sabía qué condenada droga le habían dado, pero le ardía todo el cuerpo y la adrenalina restringía sus pensamientos racionales para que el león fuera libre de destrozar todo lo que osara desafiarle.

Maleon hundió sus garras en el rostro de su adversario, el grifo bramó del dolor y le dio un golpe con la pata que a ella le permitió ver las luces de colores.

"No te desvanezcas. Están manipulándolo. Si pierdes la cabeza lo matarás".

Se esmeró en no desviarse de esa línea de pensamiento, mantenerse consciente era fundamental en este momento. Cuando su colosal cabeza golpeó el piso de mármol no se dio tiempo a quejarse, en una pelea segundo a segundo contaba, giró sobre su lomo y dio un latigazo a Ragnar con su cola de reptil.

"Resiste. Él no será el más difícil. No te desvanezcas."

El grifo le saltó encima y mordió el lateral de su cuello, Maleon rugió tratando de zafarse de su letal agarre en lo que se removía como una desquiciada. Irremediablemente su corazón empezó a golpear su caja torácica con estridente violencia, en cuanto dejara de pelear, el macho que la aplastaba le ocasionaría heridas tan graves como para producirle una hemorragia; para colmo le hundía las garras en la espalda. No lograba reunir la energía suficiente para volar, pero aun así expandió sus alas de forma que quemarán lo suficiente a su atacante para que acabara liberándola y fue lo que pasó. Ragnar la soltó, instantáneamente ella usó sus pesadas patas para golpear la cabeza del macho repetidas veces hasta dejarlo inconsciente.

En este instante de vulnerabilidad podría fácilmente abrirle el cuello con los dientes, sentir sus acelerados latidos detenerse al blandir los colmillos en la yugular mientras se desangraba...

Se alejó envuelta en una bola de fuego y chispas, regresó a su forma humana o de lo contrario corría riesgo de hacer una estupidez. Cayó de rodillas empapada de sudor y sangre, el tintineo de las centenares de joyas que le habían puesto le revolvió el estómago al borde de las náuseas. La habían vestido con ropajes de la cultura árabe, como los que las hembras humanas usaban durante la danza del vientre; contaba con una hermosa tela sedosa en tono rojo y dispares piedras brillantes en la prenda superior que se ajustaba a su pecho.

Respiró con dificultad, sus pulmones se negaban a apoyarla y sus músculos se tornaron gelatina al empezar a relajarse. Exhausta, tocó el frío suelo con la frente, volvió la mirada hacía la barrera de soldados que la rodeaban e impedían su escape. Detrás de ellos los concejales disfrutaban del espectáculo que su patética persona ofrecía a su costa.

"Si tan solo pudiera concentrarme. Si no hubiera tantos guardias... haría una linda pira de cadáveres con esos desgraciados".

No le faltaban las ganas de intentarlo, pero estaba tan drogada y enferma que le costaba distinguir a una persona de una silla. Gruñó porque su visión estaba seriamente deteriorada por el veneno que avanzaba por su torrente sanguíneo. Transformarse de nuevo sería peligroso, dudaba de poder mantener a raya al león... Diablos, la mierda de Roshan tenía a Aislinn sentada junto a su asiento como una mascota fiel a su amo. Ojalá el karma existiera y pudiera hacerle comer estiércol a ese elfo malnacido con cara de simio refinado.

Beso de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora