—Esto no sirve para nada —farfulló Maleon encrespada.
—Tiene que relajarse, cierre los ojos y respire como le enseñé. Apague su mente y déjese llevar —dijo Ivy con calma no muy lejos de ella—. Si no puede trate de pensar en algo que le tranquilice.
No, en definitiva no podía disipar su mente. Nunca se relajaba del todo, incluso dormida sus instintos estaban tan despiertos que un mínimo sonido la despertaba de un sueño que jamás era profundo.
Ivy había insistido durante los últimos meses en practicar algo llamado terapia de flotación que internet decía ayudaba con el estrés. La reina no tenía motivos para rechazar la invitación, después de todo, moriría y tratar de que sus últimos días fueran menos caóticos sonaba encantador. Además, casi nunca se negaba a una petición de la mágica unicornio. Así que, durante una hora al día, ellas iban al patio central de la casa que funcionaba como un invernadero y se metían en el agua de la piscina. Sin embargo, la terapia no tenía frutos y eso podía deberse a que no estaban completamente a oscuras, Ivy había dicho que debían estarlo, pero a ella no le agradaba la oscuridad y prefería sentir su cuerpo caliente por los rayos del sol que se filtraban por el cristal del techo.
Las palmeras, los helechos y los pequeños árboles que tenían allí cubrían un poco la luz, tal vez bastaría con ello.
Precisamente hoy, no se hallaba de humor para perder el tiempo, pero la chica de pelo rosa suplicó en que lo hicieran y luego la dejaría ir a darle un baño a sus caninos. Gruñó, sentía que cuerpo estaba sobrecargado de hiperactividad y pronto temía salirse de control, sus emociones se ligaban bastante a sus desvanecimientos y cuanto más angustiada se sintiera más cerca estaba de dar rienda suelta a su criatura. Algo muy peligroso porque... cada vez le costaba más retornar a su forma humana. Esto la ponía peor, dado que su lado animal debía emerger de vez en cuando para mantener un equilibrio.
En otras palabras, estaba jodida en ambos lados de su vida.
La humana estaba libre, pero se perdía y se volvía débil. El león estaba atrapado, anhelante de respirar tras estar viviendo bajo el agua tanto tiempo. Y el fénix prevalecía en silencio, él nunca sentía deseos por nada, si no hubiera resucitado siete veces dudaría que semejante ser viviera en su interior.
Alguien había plantado rosas y crisantemos, podía oler el perfume que desprendían.
No podía dejar de especular. No podía relajarse. Ni serenar su corazón.
—No puedo Ivy... en serio no lo consigo.
—Respire. —El movimiento del agua le alertó que la chica nadaba muy cerca—. Debe haber un lugar que ame, que le haga sentir a salvo y despejada ¿Puede visualizarlo?
Buscó en su mente algún punto de anclaje y no encontró nada. Ella no tenía un sitio especial, ni siquiera su propia casa la hacía sentir segura.
—Nada —murmuró entre dientes.
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Beso de Ceniza
Fantasy《Libro 1 de la Saga "Criaturas Mitologicas"》 Desde el inicio de los tiempos, se desarrolla una guerra entre criaturas mitológicas que es mediada por el Consejo de Antiguos. Maleon, una de las criaturas más viejas de las que aún pueblan la tierra y m...