Capítulo 24

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Maleon se congeló

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Maleon se congeló. Cada músculo, hueso y articulación en su cuerpo se petrificó. Jamás había oído la voz del fénix en su interior, él nunca la salvó de nada y menos le advirtió de un peligro. El miedo era un líquido frío que cubrió su piel dándole escalofríos, rompiendo sus rodillas y cada muro que la constituía. Notó que Daraan, Z y Tanith habían adoptado una postura similar, pero por razones diferentes... ellos podían sentir los aromas en el aire y las pisadas que se aproximaban.

Gavriel le tocó el hombro preocupado.

—Hey ¿Qué pasa?

Ella actuó de inmediato, empujó al hombre escaleras arriba y lo obligó a correr. Las puertas de la entrada se abrieron con un sonido pesado y sordo. Tanith levantó a Luke con una de sus serpientes y lo cargó en brazos para empezar a correr mientras que el vampiro, por su lado, tomaba a Lily para cubrirla con su pecho en lo que saltaba de dos en dos los escalones.

—¡¿Gavriel?! —gritaron.

Todos frenaron.

La reina dudó antes de volverse. Además de los integrantes del Consejo de Antiguos y sus otros Vigilantes, allí de pie estaba Hailey Koch, llevando un vestido azul victoriano que destacaba su tez café claro y un bolso de seda cruzado. Parecía una muñeca de porcelana con grandes rizos chocolate, labios gruesos oscuros y mucho rubor en las mejillas húmedas por las lágrimas. La humana se precipitó hacía ellos, tropezó con el largo de su vestido docena de veces en lo que corría a su encuentro, cayó de rodillas en los escalones y al alzar la vista todo colapsó como si hubiese sido encendido por un interruptor.

Gavriel, los niños y Z se abalanzaron en una carrera de muerte por alcanzarla, la leona no se limitó a observar así que junto a Daraan los acompañó. Tanith se quedó helada mirando a Ragnar, Saraf y Try... algo estaba mal en ellos.

La familia —exceptuando al vampiro—, se hundió en un abrazo desamparado entre lágrimas, caras sonrosadas y mocos. Maleon se colocó delante de ellos, interponiéndose para bloquear la vista del Consejo de los humanos.

El Consejo de Antiguos estaba constituido por siete reyes o líderes de las diferentes razas de criaturas mitológicas, pero aquí presentes solo había cuatro. Roshan, el rey de los elfos que tan mal le caía, era un macho alto y corpulento con orejas puntiagudas, de tez pálida, ojos azules y calvo como un melón. Después le seguía el imbécil líder de los lobeznos, Koa, que tenía el aspecto de un vikingo con ojos verdes, de barba rubia, largo cabello enmarañado y traje de diseñador que no le quedaba para nada. Luego estaba la cabeza de la especie vampírica y los individuos más viejos, la pareja casada hace más de dos mil años, Kalon y Solandis. Los padres de Zachary. Kalon era un anciano en el cuerpo de un tipo que no aparentaba más de cuarenta años, vestido con un esmoquin que lo hacía ver como un pingüino con estreñimiento, la cabellera negra la llevaba atada en una coleta ajustada y modelaba una piel bronceada donde su rostro ilustraba un completo aburrimiento por la vida. Por otro lado, Solandis traía un traje negro con un escote pronunciado y el cabello de tonalidad amarronada—como su piel—, libre hasta la cintura, los labios de un rojo amenazante que resaltaba tanto como sus iris color miel. Era alta. Era hermosa. Era una perra rabiosa sin correa.

Beso de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora