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Win miraba con pasiarmonia el cielo, desde la ventana del auto donde Bright lo estaba llevando a una cita.

Se sentía bien, todo su ser estaba en paz y se sentía amado.

Con el rabillo del ojo miró a su novio, Bright estaba con una sonrisa en los labios mirando la carretera.

Win lo ama, más que a nada, ama a ese joven chico que le llegó a la vida sin previo aviso, rompiendo sus dudas, sus miedos y sus traumas.

Admite que no fue un camino fácil y también que hubo mucho de por medio, pero ambos supieron manejarlo lo mejor que pudieron hacerlo y ahora están bien.

La vida de ambos, juntos está bien.

— Cariño, ¿en que piensas?– la grave voz de Bright le llamó la atención.

Win acomodó sus lentes— En lo loco que fue el viaje de hace unos meses.– murmuró.

El viaje a Francia fue de locos, por fin su familia completa se recuperó, sus amigos pasaron una buena semana, sus suegras estaban felices con él y su cuñada pues, ella fue feliz al mirar a su hermano feliz.

Pero, como todo en la vida, tenía que seguir adelante y dejando así, una pequeña parte de su corazón allá.

Después de mucho pensarlo, Mew y Gulf decidieron quedarse en la ciudad donde se conocieron, ayudando de paso a un atareado Joong con el negocio y dando pié a que su hijo naciera allá.

Alexander nació saludable hace una semana, si bien no pudo verlo porque su trabajo con la nueva tienda y el nuevo empleo de Bright no se lo permitieron, él amaba a su pequeño sobrino, desde lejos pero lo amaba.

Se sentía un poco triste, no mentira, dejar a su amado hermano allá, él que más le ayudó a quien más ama, fue un golpe duro para Win pero a las tres de la mañana, con muchos mimitos de Bright y una larga plática por celular con Mew, entendió que tenía que dejarlos hacer su vida así cómo él estaba haciendo la suya.

— Uh, mi pequeño bebé– dijo Bright dándole una mirada corta— No vayas a volver a llorar por Mew, sabes que ellos te aman y que en sus planes estaba regresar.–

El moreno hizo un puchero— Sí pero no tan pronto, extraño a mi hermano mayor...–

Lo último lo susurró.

Pero su novio tenía un muy buen oído— Te prometo que en cuanto podamos, vamos a verlos, ¿vale? ¿Que te parece para navidad? Faltan un par de meses.–

Se emocionó con la simple idea de pensar en volver a estar en los brazos de su hermano y darle besitos a su sobrino, asintiendo eufórico y casi chillando.

Bright puso una tonta sonrisilla en su rostro.


En el resto del camino, la charla se tornó en algo agradable, sobre como le iba a Bright en su primer empleo y de como iban las finanzas con la nueva tienda.

Hasta el cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora