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Lena

Un suspiro cansado sale de mis labios,  mis ojos están fijos en el ventanal, desde la distancia veo la tierra, dónde está mi familia, las personas que amo y hace apenas unos dos días yo condene sus vidas al dar aquella maldita fórmula. Mi hijo no me preocupa, se que Lex y Supergirl ya se han encargado de su seguridad, pero si me preocupan todos los demás, ayer Rhea me obligó a estar presente en su maldito discurso, ahora mismo la nave se acerca cada vez más a la tierra, dejamos la órbita de Titan en el momento que tuvieron la fórmula, el portal se empezó a construir desde antes que Rhea desvelará sus verdaderas intenciones para conmigo, por lo cual fue cuestión de segundos para que el cielo de la ciudad estuviese plagado de naves daxamitas; es todo mi culpa, yo debí prevenir antes todo esto, pero no fue así; nunca debí confiar en Rhea y ahora toda la raza humana va a padecer por mi error. Escucho como la puerta de mi habitación se abre, volteo para ver la cabeza de Mon-el asomarse lentamente.

-. Buen día Lena ¿Puedo pasar? - cuestiona el con timidez. No sé que pensar del principe de Daxam, parece tan inocente, pero así pensaba también de Rhea antes de que me secuestrara.

-. Pasa Mon-el. - le digo resignada, el me sonríe y se adentra con timidez hacia mi.

-. ¿Cómo estás? después de lo que pasó hace algunos días...

-. ¿Qué es lo que en realidad quieres conmigo Mon-el? ¿Acaso te ha mandado Rhea? - le cuestionó de manera tosca, él niega.

-. No Lena...yo...bueno yo...quería saber cómo estabas, eso es todo. - dice con nerviosismo.

-. Yo nunca podré amarte Mon-el...mi corazón pertenece a alguien más y no importa cuanto lo intentes...si llegamos a contraer nupcias no será más que un matrimonio a la fuerza. - le digo, él me sonríe con dulzura, lo cual me sorprende, pero lo que me deja más pasmada es que cuando dije la primera frase, no pensé en Carol como la dueña de mi corazón, sino en alguien más...

-. Lo sé Lena, no quise confundirte con mi actitud, yo no planeo conquistarte o algo parecido. - dice y mi entrecejo se frunce.

-. ¿Ah no? Entonces...

-.  Yo también estoy siendo obligado a contraer nupcias contigo Lena, en realidad yo...estoy enamorado de una joven esclava de mi madre, pero seguramente imaginas que...ella no acepta nuestro amor, pero yo entiendo que...en mi posición como príncipe jamás hubiese elegido a mi esposa por amor, sino por conveniencia, por eso me resigne a contraer matrimonio contigo e intenté llegar a sentir algo por ti, pero nunca imaginé que mi madre estaba obligándote. - dice, sus ojos son tan transparentes que puedo leer la verdad en ellos; él dice la verdad, estoy segura de ello.

-. Nadie puede obligarse a amar a otra persona y tu madre no es quien para impedirte amar a tu chica, deberías de confrontarla. - le aconsejo, él sonríe.

-. Eres tan diferente. - susurra con unos ojos brillantes.

-. ¿Cómo? - cuestionó, él me sonríe nuevamente.

-. Nadie nunca se plantearía la posibilidad de enfrentar a mi madre, más sin embargo tú no temes hacerlo, tienes mucho valor. - responde.

-. No es eso...solamente es que tengo personas por quién luchar, personas que valen la pena la vida y la muerte si es necesario. - le respondo e inmediatamente una imagen llega a mi cabeza; la fiesta de bienvenida de Aron y Nora, cuando Kara tomo a mi hijo en brazos; aquella escena se había grabado a fuego en mi mente y sin querer mi corazón se acelera al recordarla.

-. Tienes razón Lena, yo...quería darte algo. - dice él, yo salgo de mis pensamientos para verle con interés, deshace los botones de su cazadora y saca algo; unos papeles pálidos.

La Dulce Mentirosa I: La Invasión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora