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Lena

Un suspiro se escapa de mis labios, Kara se aleja de mi cuerpo para verme fijamente, yo le dedicó una sonrisa, ella solo hace una leve mueca, lo más cercano que conseguiré a una sonrisa suya. Ella suspira y se levanta sin decir nada más, yo recuesto mi cuerpo nuevamente en la cama, mis pensamientos son confusos, al igual que mis sentimientos; estar tanto tiempo recluida en la nave me hizo pensar muchas cosas y darme cuenta de una infinidad de verdades que por tanto tiempo me he estado negando, empezando por mi relación con Carol; yo la quiero y puede que tenga sentimientos por ella, pero en estos momentos no es la única que ocupa espacio en mi corazón; tengo seguridad de quererla, pero no sé de qué forma y tampoco tengo idea de lo que siento por Supergirl y Kara. Carol es divertida, dulce y cariñosa, pero tambien es demasiado cínica y mujeriega. Kara es completamente lo contrario a su prima, es tosca, fría, insensible, cínica y mujeriega, por lo menos Carol tiene actitudes que hacen sus defectos más llevaderos, pero Kara es una completa insensata e insoportable, pero tiene sus momentos de dulzura que me roban el aliento; como su dulzura hacia Aron y ese manto de protección hacia mi. Supergirl en cambio es como una estrella lejana, como el astro sol; tan ajena a mi, pero al mismo tiempo me provoca una enorme calidez y confianza; pondría mi vida en las manos de supergirl sin pensarlo dos veces porque tengo la certeza de que ella sería capaz de dar su vida por mi y aunque siempre tenga esa barrera de seriedad y dureza hacia los demás, conmigo esas barreras caen y solo de recordar aquella noche que la cuide borracha hace que mi corazón se acelere ¡Por qué las tres tienen que ser tan perfectas! Me desespera sentir esta confusión y la actitud de Kara no ayuda a mejorar la situación, detesto como puede pasar de ser una completa neandertal a ser un terrón de azucar en cuestión de segundos y lo que más detesto son los estragos que esos cambios provocan en mi.

-. Duendecillo. - su voz me saca de mis pensamientos, ella sostiene varias bolsas de compras; me he perdido en mis vacilaciones mentales por bastante tiempo al parecer, ya que ella ha tenido tiempo de salir del departamento por comida.

-. ¿Qué es todo esto? -cuestiono, ella rueda los ojos con fastidio.

-. Lo más lógico; comida. Seguramente debes morir de hambre y yo no puedo cocinar. - responde encogiendose de hombros pero sin mirarme a los ojos, yo sonrío.

-. Muero de hambre, trae todas las bolsas para acá. - respondo sonriente, ella frunce el entrecejo y se acerca hacia la cama, deja las bolsas y comienzo a revisar; comida china, mi favorita. Sin perder el tiempo ataco la comida con salvajismo, entonces me doy cuenta de lo mucho que extrañe la comida de la tierra, pero en especial extrañe atorarme de comida en la comodidad de mi departamento.

-. Diablos, si que tenías hambre ¿Acaso aquella loca mujer no te alimentaba? - pregunta divertida, yo suelto una carcajada.

-. La comida sabía a cartón desabrido, solo comía por llenarme, pero nunca estaba realmente satisfecha. - le digo, su semblante se oscurece por unos momentos.

-. Lamento mucho que hayas pasado por tanto Lena, eres muy joven para tener que hacerlo. - dice, veo como su cuerpo se tensa y sus puños se aprietan; se siente culpable por lo que paso, le conozco a la perfección. Mi mano se dirige a su fuerte puño y acaricio la piel de su muñeca, sus músculos se relajan al instante y la fuerza de su agarre se desvanece, su mano queda libre y la entrelazo con la mía, sus ojos van a la unión de nuestras manos y su mirada es tormentosa; como si en su interior estuviese lidiando con un huracán de emociones.

-. No fue tu culpa Kara, Rhea había planeado esto por meses e independientemente de lo que hubiese pasado antes de mi secuestro, nada hubiese cambiado, ella habría llegado a mi de todas formas, pero gracias a ti ella no pudo amenazarme con lo que más me importa en este mundo, gracias a ti Aron esta a salvo y eso nunca podré pagártelo, además, no fue una experiencia tan mala después de todo, cuando envejezca recordare aquella vez que fui secuestrada por una Reina intergaláctica que quería casarme con su hijo, no cualquier sexy anciana tiene historias así para contar a sus nietos. - le digo divertida, ella sonríe, pero esta vez no es una mueca a medias, sino una sonrisa completa, plena, genuina; una sonrisa que desbarata mis terminaciones nerviosas y hace que mi corazón quiera salirse de mi pecho por mi garganta, me falta el aire al verla; se ve tan hermosa cuando deja caer esas paredes, se ve como un ángel cuando sonríe y comienzo a entender a todas esas mujeres que caen en sus redes; sin duda alguna su sonrisa podría conquistar al mundo entero sin siquiera intentarlo. Lo que pasa a continuación me sorprende incluso más; ella toma la iniciativa y me abraza nuevamente, pero esta vez es diferente; se siente más intimo, como si por primera vez hubiese podido por unos segundos desentrañar las emociones de la rubia. Con su mano libre hace a un lado los recipientes vacíos de comida y sin esperar nada se recuesta abrazando mi cuerpo por la cintura, yo solo cierro mis ojos al sentir su cercanía en mi espalda y su acomodada respiración erizando los bellos de mi cuello, ella suelta un suspiro sobre mi piel que me hace estremecer y sus manos colmadas de experiencia comienzan a acariciar con ternura mi cintura, su cuerpo se pega más al mío, como si quisiera fundirse en mi piel por toda la eternidad y su rostro se hunde entre el espacio de mi cuello, siento su nariz recorriendo cada parte de mi piel en esa zona, mi piel se estremece ante tan leve contacto, siento sus labios dejar un casto beso en mi piel; yo suspiro sin poder evitarlo, aquella actitud de Kara es nueva, pero al mismo tiempo se siente tan correcto estar desarmada en sus brazos.

La Dulce Mentirosa I: La Invasión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora