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Harry pronto cuando comenzó a comer la pizza que Louis le había preparado con cariño, comenzó a contarle pequeños detalles que salían de algún rincón perdido en su mente y Louis aunque no comprendía mucho, lo seguía escuchando con paciencia.

El rizado le hablaba de la división celular, de cómo las células se dividían por mitosis y meiosis y quizá veía la cara del menor con algo de confusión, pero envés de quejarse, siempre soltaba una risa haciendo que el ojiazul copiara su gesto, porque ambos sabían que éste no entendía ni una palabra pero luchaba consigo mismo para por lo menos entender una parte, porque quizá no le interesaba, podía ser cierto, pero ver la manera en la que el rizado sonreía mientras explicaba sus cosas, hacía que se quisiera quedar escuchándolo toda una eternidad.

Después de un rato cuando ya acabó, los dos se dirigieron al baño para cepillarse los dientes y prepararse para ir a dormir, ya era tarde y el cansancio estaba en los dos cuerpos.

—¿Qué color era el tuyo?—preguntó Harry y Louis cogió el azul.

—Este.

—Bien.—murmuró el rizado para después colocar un poco de pasta de dientes en ambos cepillos. Comenzaron a cepillarse los dientes hasta que pasaron unos minutos y ya terminaron de hacerlo.—A ver las encías.—murmuró Harry cuando notó que Louis ya se estaba secando los labios, y al oírlo, Louis sonrió ampliamente.—Ya no sangran. ¿Ves?—acarició su nuca.—Te dije que se pasaría pronto.

—Tenías razón.—dijo y comenzó a alejarse para salir pero Harry lo acercó de su mano y negó con una sonrisa.

—¿A dónde te crees que vas?

—A la cama.—dijo rascándose los ojos.—Estoy algo cansado, es muy tarde.

—Iremos, pero primero ven a lavarte la cara. Has estado por ahí y por acá constantemente.—dijo y cogió un jabón para comenzar a hacer espuma con sus manos mojadas.—¿Sabías que la suciedad se queda atascada en los poros y después éstos se estancan? De ahí aparecen los puntos negros y sacarlos es algo doloroso.

—Pero mi cara está limpia.—se quejó.—Sólo quiero dormir.

—Yo me encargo de limpiarte, ven.—dijo y se acercó para colocar sus dos manos ya enjabonadas en sus mejillas. Louis al sentirlo, abrió sus ojos y sonrió.

—Está calentito.

—Lo sé.—comenzó a hacer pequeños masajes circulares y subió hasta su frente para hacer lo mismo.—Es mejor si duermes refrescado, así te quitas todo lo feo y te quedas con lo lindo.

—Me quedo contigo.—murmuró y soltó una risita.

Harry sonrió y suspiró asintiendo dos veces. —Sería lindo que te quedaras para siempre.—susurró.

Louis sonriendo acercó su frente para posarla en su hombro.

—Lou no, no no.—dijo Harry pero el ojiazul acabó haciéndolo de todas maneras. Se separó enseguida y vio que había dejado jabón en su ropa.

—Oops.—elevó su mirada y lo miró con una sonrisa tímida.—Me olvidé, lo siento.

Harry rió y negó dos veces.—No importa.—dijo y siguió masajeando su rostro.—Después la limpiaré.—Pasó sus dedos por su nariz, su mentón y su frente y siguió acariciándolo durante unos segundos más. Louis acabó cerrando sus ojos y poco después bostezó.—Ya está.—dijo con una sonrisa y lo acercó al lavabo para abrir la corriente de agua y quitarle el jabón de su rostro gentilmente. Al acabar, lo secó con una toalla limpia y regresó a la habitación.

—¿Ahora ya podemos dormir?—preguntó acostándose y cerrando sus ojos.

—Claro.—murmuró Harry y abrió un cajón

Beachwood Café (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora