26

188 28 208
                                    

Después del camino de vuelta en coche, pronto llegaron y estacionaron en Beachwood Café, en donde Harry sin molestarse en decir nada, ignoró a todos dirigiéndose a su despacho para encerrarse en él.
Liam lo comprendía, necesitaba tiempo a solas, pero desgraciadamente no confiaba mucho en él cuando su corazón andaba roto, pensaba que quizá estaba en peligro porque ciertas acciones que realizaba, solían ser involuntarias.

Liam, quedándose en el mostrador, se tomó su tiempo en explicar cada detalle a los chicos, quienes se estaban mordiendo las uñas por los nervios. Ver a Harry así de deprimido no era fácil, sabían que no era común de él y les preocupaba, pero al oír la historia completa, enseguida entendieron. 
Les dolía y estaban conscientes de que Harry sufría no el doble, ni el triple, sino mucho más que eso. Y ojalá ayudarlo, pero no podían hacer nada más que darle su espacio personal para que se tranquilizara por su cuenta.

Sin opción alguna y con clientes esperando a ser atendidos, los chicos tuvieron que seguir con su trabajo forzando una sonrisa que no lograba engañar a nadie.
Muchos clientes miraban alrededor, como si algo faltara, como si algo esencial no estuviera presente y tenían razón en ello porque sin Louis definitivamente no eran los mismos.
Faltaba el toque de alegría, de dulzura y amabilidad. Sus pedidos sin el "Que aproveche." de Louis no sabían igual.

Las horas pasaron hasta que la noche se aproximó. Tan sólo quedaba una hora para cerrar y Harry seguía sin aparecer. Liam tampoco esperaba que lo hiciera, lo entendía, pero no podía no preocuparse al no saber de él en todo ese tiempo.
Dejando su puesto, tomó la oportunidad al ver que todos sus clientes estaban atendidos y se encaminó hasta su despacho. Y sin tocar ni avisar, abrió la puerta, sólo para verlo ahí.

Harry estaba en el sofá acostado, tenía sus ojos cerrados y se acompañaba con la voz de Louis que sonaba por toda la sala. Su teléfono estaba en su pecho reproduciendo el mismo video que había visto con Liam horas antes. Lo tenía de fondo sólo para escuchar su voz y mentirse a si mismo de que estaba con él.

—¿Harry?—lo llamó Liam al verlo. Se acercó a él y sin decir nada, pausó el video viendo cómo el rizado abría sus ojos.

—No lo pares.

—Deja de torturarte.—cogió su teléfono y se alejó de él.—Lo voy a borrar.

—¡Ni se te ocurra!—gritó el rizado sentándose para levantarse de inmediato.

Liam no tardó en notar que sus ojos estaban hinchados y rojizos, la manera en la que amenazaba a Liam frunciendo su ceño y extendiendo su mano para recibir su aparato de vuelta, preocupaba al mayor. Sabía que miraba a Harry pero sentía que no era él. 
Se veía frágil, se veía débil, infeliz.. parecía muerto. 

Sus manos que levemente tiritaban, captaron la atención del castaño, que seguía viéndolo con horror. No sabía qué hacer por él porque sabía que no podía cambiar nada. Diga lo que diga sabía que Harry por la noche volvería a estar solo, viendo el video que sabía que no iba a borrar. 
Lo destrozaba y estaba consciente de ello, pero ahora sólo parecía ser el tesoro más valioso que jamás tuvo.

"Es masoquista." pensó y sabía que no cambiaría de idea.

Harry, acercándose a él, le arrancó el teléfono de sus manos y miró a la pantalla. Al ver que su vídeo seguía ahí, volvió a sentarse en el sofá sin decir nada más.

—¿Por qué sigues?—preguntó Liam acercándose hasta sentarse a su lado.

—Es lo único que tengo de él donde puedo escuchar su voz.

—Oye..—murmuró Liam para después soltar un suspiro. Llevó una mano hacia sus rizos y comenzó a acariciarlo.—Está bien, lo encontraremos.

Beachwood Café (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora