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 —En una isla lejana de toda costa, había un pequeño pueblo.—comenzó hablando suavemente.—En esta pequeña isla todo era normal hasta que algo peculiar sucedió. O bueno, alguien mejor dicho. Nació un bebé que claramente era diferente. Desde la primera sonrisa las enfermeras notaron que algo raro había nacido en esa isla.—enterró sus dedos entre sus rizos y comenzó a acariciarlo.—Cada vez que sonreía, una luz aparecía alumbrando su alrededor y la gente jamás quiso ser ruda con él, pero no sabían cómo actuar con algo tan.. diferente.

Harry asintió y bajó un poco hasta que su frente tocó su pecho. Cerró sus ojos y siguió escuchándolo.—Mhm..—murmuró para que siguiera.

—Este chico al crecer no se llevaba bien con nadie porque nadie sabía tratarlo. Cada vez que intentaban hablar con él, su sonrisa los dejaba ciegos. Era tan pero tan fuerte esa luz, que llegó a quemar un paraguas de una señora cuando trató de saludarla.

—Sí.

—Sólo lo ignoraban para que el chico se fuera, para que su sonrisa desvaneciera. Y pronto lo hizo, su sonrisa se fue, y el chico también. El rechazo que sentía fue tanto, que comenzó a usar un casco de submarinos por la calle, porque sabía que de esa manera no podía dañar a nadie y nadie lo podía dañar a él.

Harry asintió y lo abrazó por la cintura esta vez, sin decir nada.

—Pero cuando él perdió su sonrisa, el mundo comenzó a crecer en la oscuridad, el viento era más frío y el océano más violento.. Subió hasta un acantilado y cogió un frasco para guardar toda su rabia y nervios. Abrió la tapa y gritó fuertemente para después cerrarla.

—¿Eso de qué le sirvió?

—Aliviarse un poquito, estaba harto. ¿Sí?—preguntó y Harry asintió dos veces.—Un día salió al mar y comenzó a caminar en las aguas saladas, y ahí fue cuando algo le llamó la atención. Era un pequeño pez que estaba sobre una roca, claramente no le llegaba el agua y al verlo, el chico lo cogió en manos para volverlo al agua. Tras hacerlo, quiso seguir caminando pero no pudo, pues el pez volvió a saltar a la misma roca y ahí notó algo. Supo que no podía ignorarlo porque el pez se sentía solitario. Con miles y millones de criaturas marinas en las profundas aguas del mar, él estaba sólo, intentando encajar entre los demás sin conseguirlo, nadie lo aceptaba y al parecer el pequeño pez se estaba rindiendo. No tenía un hogar, no tenía nada. Se sentía rechazado.. igual que el mismo chico.

Harry respiró hondo y asintió mientras frotaba su frente contra su pecho suavemente. Louis sonrió y se inclinó para darle un pequeño beso en sus cabellos, luego, continuó.

—Se preguntó qué cruel giro del destino los había unido, porque todo era muy raro. Se parecían mucho, se sentían igual. Entonces el chico lo cogió entre sus manos, y comenzó a caminar a casa, se lo iba a llevar.

Harry elevó la mirada y lo miró.—¿Al pez?

—Mhm..—murmuró Louis acariciando su mejilla.—Al pez.

—Pero.. ¿por qué?

—Porque estaba solo y el pez también, entonces pensó que quizás podían ser amigos.

—¿Un pez y un humano?

—Un pez y un humano.—afirmó.—¿Sabes qué hizo?

—No.—cerró sus ojos y volvió a acercarse a su pecho.—¿Qué hizo?

—Cogió una pequeña bolsa que tenía en su bolsillo y puso el pez ahí con un poco de agua.—acarició su hombro y lo mismo hizo con su nuca.—Después lo sujetó bien y salió de ahí para irse. Pero algo pasó.

—¿Qué pasó?—preguntó Harry aún con sus ojos cerrados.

—La bolsa se rompió y el pez cayó al suelo.

Beachwood Café (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora