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 Harry rápidamente se levantó y miró a sus hojas con odio.

—¡Hijo de su-

—¡No no no no!—gritó Louis.—Insúltame a mi, no a ella. Por favor, lo siento, lo siento muchísimo.

Harry se alejó de su mesa y empujó su silla hacia atrás sacando toda la rabia.—¡¡Jodeeerr!!—gritó y se cubrió la cara antes de ir hacia la ventana. Cogió aire y lo soltó, lo cogió y lo volvió a soltar para poder calmarse. Semanas de estudio y todas esas noches de insomnio se habían arruinado. Quería romper todo y tuvo que controlarse, porque sabía que era capaz.

—L-Lo siento.—dijo Louis con su voz temblando. Se sentía lo peor del mundo, deseó haberse quedado esa noche en las calles, de esa forma, no hubiera sucedido nada de lo que sucedió pero ya era muy tarde para eso.

—Por favor baja Louis, ahora voy contigo.—dijo en un suspiro y éste no tardó en desaparecer por la puerta y bajar a la cocina con su taza ya vacía.

Se sentó en una de las sillas y abrazó sus piernas mientras pensaba en lo que acababa de hacer. ¿Y si Harry suspendía por su culpa? No quería que lo acabara odiando. Él no tenía malas intenciones. Comenzó a morderse la fina piel de sus labios por los nervios y el miedo, simplemente por todo lo que acababa de suceder o por todo que iría a suceder en un rato cuando Harry ya finalmente bajara por las escaleras para encontrarse con él.

Pasaron diez minutos y sus labios estaban más que heridos, pues Louis no había dejado de morderlos, y ahora le dolían, pero no pudo detenerse, simplemente fue incapaz. 
El silencio de la cocina era increíble, no se escuchaba nada, ni coches pasar, ni conversaciones ajenas, simplemente nada. Y era lindo, pero en ese momento de tensión, no tanto.

Tras unos momentos, escuchó unos pasos acercarse y se enderezó. Harry se estaba acercando. tragó saliva sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir y miró hacia la puerta de la cocina sin ni siquiera pestañear. 

Y ahí fue cuando entró él.  Tenía sus ojos algo rojos y sus rizos se habían desordenado. Al verlo, se levantó y comenzó a morder sus uñas sin saber qué decir.

—Está bien.—se limitó a decir Harry al verlo, y no, no lo estaba pero tampoco lo podía culpar, sabía que las intenciones del ojiazul jamás habían sido arruinarle todo su esfuerzo, ni siquiera pensó en que eso fuera posible.—Lo volveré a hacer, empezaré de cero, no pasa nada.

—Pe-Pero eran muchas hojas.—dijo él mientras lo seguía mirando algo arrepentido.

Harry sólo sonrió falso y asintió.—Lo sé.—dijo algo bajo y Louis al verlo suspiró, su arrepentimiento cada vez aumentaba más por tan solo verle. Se acercó y sin decirle nada, lo abrazó poniéndose en puntillas. Cerró sus ojos y lo mantuvo cerca.

—Lo siento muchísimo, Harry.—dijo tragando saliva.—Lo siento mucho, no fue mi intención, no quise hacerlo.—un nudo en su garganta enseguida apareció. —De verdad.

Harry vagamente rodeó su estrecha cintura con sus brazos y apoyó su cabeza en su hombro cerrando sus ojos.—No importa.—repitió.

—Sí importa.

—Tienes razón, pero no puedo odiarte por esto.—se alejó y lo miró a los ojos. Llevó una mano a su mejilla y la acarició con suavidad al ver que los ojos del menor poco a poco comenzaban a brillar.—Ven.—dijo y cogió un rollo de cocina para dárselo a Louis. Éste lo tomó en manos y lo miró.—Vamos a limpiar ese desastre.—dijo con una sonrisa mientras sujetaba su otra mano para comenzar a caminar.

Subieron hasta la sala y Louis suspiró al ver que los papeles que estaban antes, ahora parecían papel higiénico mojados en agua. Estaban casi derretidos.

Beachwood Café (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora