✨𝟐𝟖✨

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A la mañana siguiente cuando Harry abrió sus ojos, no tardó en notar que estaba solo. Tocando el lugar donde había estado Liam, sintió la tibieza y con ello supo que se había levantado hace poco.
Se dedicó unos minutos a mirar su entorno y asimilar lo que había pasado el día anterior, realmente no quería que eso se repitiera.

Sentándose en cama, cogió su teléfono en manos e inmediatamente entró en el chat de Louis. Y no tuvo que esperar mucho más para que su mundo le cayera encima.
Louis había leído todos los mensajes pero no había contestado.

Por ese simple detalle ya sabía que el resto del día andaría triste, porque era así, se dejaba afectar.
Salió del chat y justo cuando iba a dejar su teléfono apartado, notó que tenía varios mensajes de un número desconocido.

Curiosamente comenzó a leer, dándose cuenta de que se trataba de un tal Jake, que resultaba ser el hijo de Mr.Smith.
Le había enviado mensajes introduciéndose y ofreciéndole su ayuda amablemente, que Harry al leer, sonrió.
Comenzó a chatear con él pasándole fotos de su chico para que éste avisara si tan sólo lo veía por casualidad y Jake prometió hacerlo.

Y en eso estaba cuando escuchó voces masculinas desde el salón que no le eran nada familiar.
Dejando su teléfono encima de la cama, salió rápidamente de su habitación. Comenzó a bajar las escaleras y justo cuando quería descubrir a quién le pertenecían esa voces, Liam cerró la puerta de la casa.

—¿Quiénes eran?—habló Harry.—¿Invitaste a alguien?

Liam al oírlo, giró su mirada y sonrió.—Oh buenos días.—lo saludó acercándose.—Veo que has conseguido sobrevivir otro día.—le dio una pequeña palmada en el hombro.—Estoy orgulloso de ti. ¿Te duele la muñeca? ¿Hace falta que te droguemos con las medicinas?—comenzó a caminar hacia la cocina y Harry, sin detenerse, enseguida lo persiguió.

—Liam.—lo llamó.—¿Quiénes eran los hombres que estaban aquí hace un momento? ¿Llamaste a alguien?

—Eran héroes, grandes estrellas, ídolos, diose-

—Liam.

—Los llamé para que arreglaran la ventana.—se acercó a la heladera.—¿Tienes hambre?

—¿Cuánto salió? Te lo devolveré, no hace falta que lo pagues tú.

—La rompí yo.

—Pero para salvarme.

—¿Tienes hambre sí o no?—lo miró y sonrió.—Porque aunque la tengas, sólo tienes leches con chocolates y flanes.—giró su mirada nuevamente dentro del frigorífico.—Oh por dios tienes queso también. Eso sí que es sorprendente.

—Suelo desayunar en Beachwood Café. Si hay cosas, no son para mí.

—Oh, así que desayunas en mi cafetería.—dijo y Harry sonrió.—Por cierto.—lo miró.—Ya anda a vestirte para salir, estás en mi casa.

Harry rió levemente y asintió.—Voy.

—Pero antes, ven.—dijo llamándolo de vuelta al ver que éste se alejaba. Cuando lo tuvo cerca una vez más, sujetó su muñeca y levemente desató el pedazo de camiseta que había usado para vendarla.—¿Te duele?

—Un poco, no es gran cosa.

—Bien, límpiala y ponte crema antes de envolverla con vendas reales.—con el pedazo de camiseta, se acercó a la basura para tirarlo, pero en ese mismo instante, Harry gritó.

—¡No!—exclamó acercándose a él para quitarle el pedazo de tela.—No la tires.

—Harry literalmente es-

Beachwood Café (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora