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 Después de que Harry se vistiera de vuelta, regresó a su puesto para comenzar a manejar. Iban de camino hacia la universidad con algo de prisa, quizás los nervios de descubrir qué iba a pasar con su trabajo, tenía algo que ver.

—No se quita.—escuchó a Louis quejarse después de unos y minutos y cuando giró su mirada, notó que éste trataba de quitarse la mancha de semen que estaba en su ropa.

Rió por la nariz y sonrió algo orgulloso.—Una pena.

Louis lo miró y alzó las cejas.—¿Ah sí?—sonrió y asintió.—Genial, que se quede. Igual me encantaría que tu profesor mire tu cuello comido y después conecte las neuronas al ver que mi camiseta tiene tus hijos que nunca nacieron.

Harry abrió sus ojos y maldijo mentalmente.—Límpiate esa mierda.

—No sale.—alzó sus hombros y suspiró acomodándose.—Una pena.

—Lou enserio límpialo, creo que hay pañuelos húmedos en la guantera, revisa a ver si siguen ahí.

Louis acercándose a la misma, la abrió y efectivamente, notó que en ésta había un paquete de pañuelos húmedos. Los sacó y con uno de ellos en la mano, comenzó a limpiarse la camiseta.
—¿Tantas veces tienes que estar masturbándote para tener equipamiento de limpieza escondido?

Harry suspiró y rodó sus ojos.—No es por eso, lo tengo para limpiar, no me gusta que se llene de polvo.

—¿Y antes de conocerme? ¿Te mastur-

—Louis no vamos a hablar de eso.

Louis rió suavemente y alzó sus cejas rápidamente.—Uy uyy.—le pegó en su brazo.—Pequeño cochin-

—¿Sabes? Mejor pongo la radio a ver qué hay.—dijo y sin esperar respuesta de Louis, prendió la radio para que comenzara a sonar la música. Para su suerte, era una que conocía, así que siguió su ritmo mientras seguía conduciendo.

El menor por otro lado se entretuvo tratando de limpiar la mancha que poco a poco iba desapareciendo.
Estuvo varios minutos con ello hasta que sintió su estómago rugir y se llevó una mano por encima del mismo para tratar a que no sonara, pero eso claramente no funcionó y acabó sonando una segunda vez llamando la atención del rizado.

—¿Tienes hambre?—preguntó éste apagando la radio.—¿Comiste algo antes de salir?

—Claro que sí.—dijo pero su estómago rugió otra vez. Bajando su mirada frunció el ceño y susurró.—Cállate, imbécil.

Harry rió y negó dos veces.—¿Quieres que vayamos a comer después de acabar con esto?

—No, no tengo hambre.

—Tu estómago no dice lo mismo.

—Mi estómago miente.

—¿Ah sí?

—Mhm.—estiró su espalda.—Cuando me baje el hambre, comeré unas cosas, pero aún puedo aguantar.

—No se trata de aguantar, cariño. Encima aún nos queda media hora hasta llegar, y regresar sin haber comido nada se te hará muy largo.—le dedicó una rápida mirada.—Si quieres podemos parar en un sitio para comer.

—Podemos comer algo después de hablar con él.

—Claro que sí, dime qué quieres, para que pueda buscar un restaurante adecuado.

—No quiero comer en un restaurante Hazz.—se quejó Louis.—No hace falta que te dejes tanto dinero en restaurantes, comeré cuando regresemos a casa.

—Será muy tarde para entonces y no quiero que pases hambre. Dime tu comida favorita.

—Pollo frito.—dijo sonriendo.

Beachwood Café (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora