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Llevaban largos minutos en silencio. Harry seguía teniendo a su chico entre sus brazos y se movía ligeramente aún cuando acariciaba su espalda y le daba cortos besos en su cuello.
Estaba a gusto, sujetarlo y sentirlo cerca era lo que había estando deseando desde un principio y ahora teniéndolo, se sentía en el paraíso.

El menor, por otra parte, no parecía moverse mucho, en ocasiones su agarre se soltaba un poco pero volvía a agarrarse una vez más. Sus ojos permanecían cerrados y quizá si el rizado seguía, pronto quedaría dormido pero esto parecía no importarle a ninguno.

Acercándose a la banca de antes, Harry se sentó y suspiró antes de cubrir la cabeza de su chico con la palma de su mano. 

—No te duermas aún.—susurró.—Los chicos no te han visto.

Louis se separó y frotó sus ojos.—¿Dónde me encontraste? ¿Me escuchaste cantar?

Harry respiró hondo y asintió dos veces.—Sí, bebé, estaba en primera fila.

—¿Y por qué no me dijiste nada?

—¿Para interrumpirte y no escucharte?—alzó sus hombros.—Quería oírte.—acarició su cintura.—Tienes una dulce voz.—murmuró pero Louis no le respondió, sólo lo siguió mirando hasta que el rizado tocó su piel por encima de la ropa. 
Frunciendo el ceño, bajó su mirada y notó que la sudadera negra que llevaba, estaba rota en sus costillas.—¿Qué pasó?

—Me.. atacó un tipo.

Harry frunció el ceño.—¿Qué te hizo? ¿Quién fue?

—Un señor viejo, no importa.

—¿Te dañó?—preguntó y Louis negó dos veces.—¿Y cómo cortó la sudader-

—No importa, Hazz.—lo interrumpió Louis y al oírlo, Harry asintió.

—Bien.—dijo y se sacó la chaqueta.—Déjame darte la que llevo, tira esa bebé.

Louis dudó un momento antes de hacer nada. Vio cómo Harry se quitaba la sudadera blanca que llevaba quedándose con una camiseta de manga corta por debajo.
Sin hacerlo esperar, sujetó la que llevaba puesta y con pocos toques se la quitó notando enseguida cómo Harry miraba a su pecho desnudo.

Vio grandes moretones y un corte que poco a poco se estaba curando a la misma altura de donde anteriormente lo había visto en la sudadera.
Iba a hablar cuando Louis negó dos veces, y respetándolo, calló. 
Lo vistió con la sudadera blanca y lo acercó a su pecho para comenzar a acariciarlo una vez más.

—Te quiero.—dijo en su oreja.—Y ya estoy para protegerte, ¿sí?—Louis asintió dos veces.—Bien amor dime ahora.. ¿dónde dormías por las noches? ¿Cómo sobreviviste esa tormenta?

—Estaba en mi habitación.—dijo y Harry al oírlo, frunció el ceño. Se separó y lo miró a los ojos.

—¿Qué habitación?

—Una que me dio ella. 

—¿Quién es ella Lou?

—Una mujer.

—Cariño dame un poquito más de detalles ¿Puedes?—Louis asintió.—¿Dónde la conociste? ¿Qué edad tiene? ¿Quién es?

—La conocí en el mercado Hazz, me pidió ayuda para llevar las compras a su casa porque le pesaban mucho y yo le ayudé.—comenzó a acariciar su cuello.—Y se fue, pero al día siguiente la volví a encontrar y volví a ayudarla.

—¿Y?

—Y el tercer día se sorprendió al verme otra vez y me preguntó que dónde vivía, y entonces le dije que no tenía hogar.—Harry abrazó su cintura y asintió dos veces.—Se sorprendió y comenzó a hablarme. Me dijo que vivía sola, su único hijo se había mudado y tenía su habitación vacía desde años. Entonces me la ofreció y al principio no la quise pero después sí acepté.

Beachwood Café (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora