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 Louis tras un momento acabó regresando con un plato de espaguetis con crema de queso y se lo dejó encima de su mesa para que comiera y se alimentara como debía de hacerlo.

—¿Te gusta?—preguntó Louis y Harry asintió dos veces.

—¿Quieres probar?—preguntó limpiándose los labios con una servilleta.—Acércate, ven.

—No, estoy bien.—dijo y estiró su espalda mirando a otro punto de la sala.

—¿Tú qué comiste?—preguntó Harry tras beber un poco de agua.

—Cosas por ahí.—murmuró. Quizá no se le daba muy bien eso de mentir porque realmente no había comido nada.

—¿Galletas?—preguntó y Louis alzó sus hombros.—Eso no es suficiente, ven y prueba esto.

Louis lo miró y negó con una sonrisa.—Cuando tenga hambre comeré, cariño.—Harry sonrió y asintió mientras seguía comiendo.

Conversó con él mientras seguía acabándose la comida que el menor le había traído. 
Algo en su interior le decía que él también tenía hambre, pero al ver que éste se negaba diciendo lo contrario simplemente asintió y pensó que quizá era exageración por ser protector.

Cuando comió lo último que le quedaba, dejó el plato a un lado y se limpió los labios una vez más, y en ese momento, Louis se levantó y cogió el plato entre sus manos.

—¿Te alimentaste bien?—preguntó sacando su vaso vacío. 

Harry asintió con una sonrisa.

—¿Y quieres que te traiga algo más? Algún dulcesito, quizá.—se acercó y acarició su mejilla.—Hay de las galletas que me dabas tú. ¿Quieres que te traiga una?

—No Lou, estoy bien así, gracias.

Louis asintió y se agachó a darle un beso en su cabeza.—Bien, en ese caso iré con los chicos. No te canses mucho.

Harry asintió dos veces y al verlo, Louis abandonó su despacho hasta regresar al mostrador y limpiar el plato dejándolo listo para otro uso.

Los minutos pasaron y pasaron y cuando el reloj marcó las seis de la tarde, un fuerte trueno asustó a los más débiles.
La gente de la calle corría a sus casas en busca de estar bajo un techo y los coches andaban más rápidamente para no agarrarse a la tormenta de camino. 

Las grandes gotas de agua comenzaron a chocar con violencia contra la grande ventana y Louis sólo lo quedó admirando como si fuera la mejor película de la historia.
Tenía una linda sonrisa que ni siquiera había notado y apoyaba sus pequeñas manos en el cristal sintiendo la falta de calidez enseguida.

Notó cómo las pocas personas que estaban caminando por la zona, corrían hacia Beachwood Café para refugiarse y Louis no lo entendió muy bien porque él sólo deseaba salir y mojarse.

—Liam, liam, liam.—dijo Louis algo entusiasmado mientras se acercaba a él.—¡Liam!

Éste lo miró algo confuso, pero al ver que tenía una sonrisa, sonrió y acarició sus cabellos.—¿Qué pasa, pequeño?

—¡Mira la lluvia Liam!—gritó Louis emocionado mientras señalaba la gran ventana de cristal.—¡Mira!

—Lo sé, lo sé.—murmuró Liam acariciando sus cabellos.—Es preciosa.—dijo antes de volver a anotar unos pedidos. Y Louis al ver que no le estaba haciendo caso a su emoción sobre la lluvia, corrió hacia Niall.

—¡Niall!—lo llamó alegremente mientras señalaba la misma ventana de cristal.—¡Mira!

El rubio al ver que estaba feliz, se contagió de su emoción de inmediato. No le interesaba la lluvia en absoluto pero si Louis estaba feliz por algo, iba a seguir su alegría para que no estuviera solo.—Yuuhuu.—gritó dando saltos.—¡Está lloviendo!

Beachwood Café (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora