25

48 5 1
                                    

Si alguna vez dudó que el universo estaba conspirando en su contra, bueno, este era él nuevamente diciéndole que era cierto.

Jimin reprimió un suspiro, tratando de pensar rápido en una excusa. Pero no podía hacerlo cuando su madre no había parado de quejarse sobre él.

- No te cuesta nada hacerle este favor a tu padre- decía ella mientras intentaba peinar su cabello con los dedos, observándose a través del pequeño espejo que guardaba en su viejo estuche de maquillaje- Ya que no quisiste unirte a algún club o tomar clases extracurriculares que ofrece de manera gratis el Instituto, tienes mucho tiempo de sobra. Y sabes que la psicóloga no quiere que estés encerrado en tu habitación.

No recordaba específicamente que su doctora dijera aquello, pero no podía llevarle la contra a su madre. No ahora que su relación no estaba en los mejores términos.

- ¿Y por qué no puedes llevarle tú la carpeta a papá?- murmuró, ya casi resignado a tener que hacer él esa tarea. Yuri había llevado a Minho con una amiga de ella para que lo cuidara por la tarde, así que no veía cuál era el problema porque lo hiciera ella misma.

Jimin volvió a mirarla, estaba más arreglada de lo normal y no le hubiera parecido extraño unos días atrás. Ahora que conocía el secreto que estaba ocultando no tenía que ser ningún genio para imaginarse a dónde y con quién se encontraría. Ni siquiera en las pocas salidas románticas que tenía con su padre se veía así de bien, incluso parecía más animada de lo usual.

Se preguntaba desde hacía cuánto tiempo que su madre llevaba una doble vida; ¿al menos aquel hombre sabía que ella estaba casada y tenía tres hijos? ¿Le importaba lo suficiente a cualquiera de ellos dos el hecho de estar destruyendo una familia? Pero lo peor era que Jimin no podía culparla, no en su totalidad. Tal vez todo había ocurrido desde que él empeoró y trajo tantos problemas a sus padres, así como financieros por pagar sus tratamientos como emocionales. Él también había estado en ese lugar. Él también había estado ansiando un escape, cierta liberación que no podía obtener cuando sus propia mente lo torturaba.

No pudo seguir insistiendo en que ella haga el trabajo por él, o que incluso esperara a que Hoseok volviera del club de fotografía porque su padre necesitaba con urgencia aquella carpeta que había olvidado. Intentó concentrarse todo el tiempo que duró el viaje en metro escuchando música con sus auriculares; cerrarse a sus emociones era algo que sabía dominar muy bien no hacía mucho tiempo atrás.

Así que, eso hizo cuando puso un pie en la empresa. De todos modos, ¿cuáles eran las probabilidades de encontrarlo allí?

Exacto, muchas.

Encontró la sección en donde su padre trabajaba en poco tiempo y vio cómo su expresión preocupada cambió a una más aliviada cuando por fin tuvo la dichosa carpeta en sus manos. Le agradeció a su hijo por eso y lo invitó a tomar un café cuando terminara de trabajar, pero Jimin ya estaba demasiado alejado en su mente como para procesar alguna de sus palabras.

Necesitaba salir lo más rápido posible de allí antes de que pudiera verlo. Y aunque se moría de ganas por ello, por al menos observarlo desde lejos, sabía que eso no sería bueno para él.

Y por un momento creyó que saldría ileso de la empresa, realmente lo creyó. Pero el destino nuevamente jugó sus cartas y antes de que pudiera reaccionar estaba siendo prácticamente arrastrado hacia una oficina.

Mojó sus propios labios con saliva al sentirlos secos y llevó su mirada hacia el señor Kim. No recordaba con exactitud cuándo fue la última vez que lo había visto, pero sí recordaba cómo había ignorado los pocos mensajes que le había enviado para seguir haciendo... aquello que los cuatro hacían. Por eso mismo pensó que el hombre estaría enojado, molesto porque había cortado todo usando como mensajero a Jeon.

Yᴏᴜɴɢ ᴀɴᴅ Bᴇᴀᴜᴛɪғᴜʟ // KᴏᴏᴋᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora