Yᴏᴜɴɢ ᴀɴᴅ Bᴇᴀᴜᴛɪғᴜʟ // Kᴏᴏᴋᴍɪɴ

20

Sentada allí en la sala de espera, con su hijo llorando por algo de atención, su mente no paraba de pensar en todos los quehaceres que aún tenía que realizar. No podía permitirse un técnico en reparación, por lo que la lavadora que había dejado de funcionar sin explicación tenía que ser reparada por ella misma, por lo que la pila de ropa amontonada tendría que lavarla como pudiera porque también debía llevar a Minho a su cita con el doctor. Su hijo mayor le había pedido que le comprara nuevos rollos para su cámara, y ni siquiera sabía si sus propios ahorros eran suficientes. Como si fuera poco, había discutido esa misma mañana con su esposo antes de que este se marchara al trabajo, dejándole con una sensación para nada agradable en el pecho porque debía asumir que gran parte de la culpa era de ella.

Jimin era el blanco de sus recientes discusiones, y el motivo por el cual estaba allí y no ocupándose de sus tareas. Yuri suspiró algo irritada porque el tiempo corría y la doctora aún no salía de su consultorio, el bebé seguía llorando y no podía entender qué quería. Es que ser nuevamente madre después de tantos años la había desestabilizado bastante, casi sintiéndose primeriza.

Tomó uno de los peluches que tenía en el carrito y se lo ofreció, pero el infante se lo arrojó lejos justo cuando la puerta finalmente se abría.

- Señora Park- la doctora saludó, luciendo confundida de verla allí. Miró como la mujer dejaba de lado aquel peluche y entraba a su oficina, su parloteo comenzando incluso antes de que lograra tomar asiento en uno de los sillones- ¿Quiere algo para tomar?- le ofreció interrumpiéndola.

Yuri negó, meciendo al infante en sus brazos- No tengo tiempo para eso.

- Asumo que quiere hablar sobre Jimin.

Ella asintió- Creemos que las sesiones no están funcionando- y era una mentira hablar en plural, porque la discusión de esa mañana era sobre cómo ella comenzaba a darse por vencida con el tratamiento de su hijo- Su comportamiento no mejoró a pesar de sus citas con usted, sino que parece haber empeorado. Descubrimos que se escapa por las noches de casa y no quiere decirnos a dónde va. Parece siempre enojado con nosotros cuando en realidad sólo queremos...

- Respire- le cortó nuevamente, alzando sus manos al ver el estado de la mujer- La escucho, pero no creo que las sesiones tengan algo que ver. Tiene que entender que es un proceso largo y duro para Jimin. Su estabilidad emocional no es algo para tomarlo a la ligera, por lo que yo no puedo apresurarlo y menos aún presionarlo para que mejore, como usted demanda.

- Es que, ¿cuánto tiempo pasó ya? No es la única psicóloga que lo trató. Desde que es un niño ha visitado más especialistas de los que pudiera creer.

La doctora Jung presionó su boca en una línea, dándose cuenta de que la mujer en frente de ella se hallaba alterada y debía medir sus palabras. Podía comprender sus preocupaciones pero, como había mencionado anteriormente, no podía apresurar el tratamiento.

- ¿No cree que ese sea el punto de partida de algunos de los problemas de su hijo?- dijo lentamente, obteniendo su atención. Dio un suspiro, acomodándose en el sillón mientras pasaba una pierna sobre la otra- Toda su vida, Jimin estuvo bajo tratamientos psicológicos. La presión que debió de sentir por estabilizarse es algo que no cualquiera puede imaginarse. Tal vez ese sea uno de los motivos por los que se escapa de su casa- hizo una pausa por unos segundos, permitiendo que la señora Park se tome esos segundos para entender su punto. Al no lograrlo, volvió a tomar la palabra- Es la ansia de libertad lo que puede tenerlo así.

- Bueno- murmuró la mujer- Yo puedo entenderlo, fui joven una vez y también me escapaba para ir de fiesta.

- No creo que entienda la magnitud del problema. Incluso a mí todavía me cuesta dar con el origen de sus problemas. Señora Park- llamó al verla perdida por unos momentos- Lo único que puedo decir con seguridad es que a su hijo debió de sucederle algo en un momento que lo hizo sufrir. Y aún lo está haciendo.