05

70 7 0
                                    

El suspiro que soltó fue casi tan satisfactorio como lo era la sensación que la cálida agua de la tina le regalaba, relajando sus músculos y permitiéndole liberar desde sus poros todo el estrés acumulado de la semana.

Estiró su cuerpo por debajo del agua y se sumergió por unos momentos, el techo del baño viéndose algo borroso cuando abrió los ojos. Cuando le hizo falta el oxígeno, volvió a emergir y tomó aire para luego apoyar su cabeza sobre el borde de la tina, al igual que sus manos colgaban de la misma.

Había pasado toda la semana tratando de olvidar, y fallando en el intento, por supuesto, los últimos episodios que acontecieron en su vida. Pero no podía, aún cuando sentía que su cabeza dolía, no podía simplemente ignorarlo. Sus padres lo notaron, por lo que le aconsejaron que lo hablara con su psicóloga cuando él se negó a decir alguna palabra, como ya era costumbre.

Vio a su psicóloga esta misma tarde luego de salir de clases. Recordaba cómo ella lo miró con sorpresa, de seguro notando algo en Jimin que en las sesiones anteriores no estaba. No dijo algo al respecto. ¿Cómo podría siquiera hacer mención de lo que pasaba por su mente cuando él no podía ponerlo en palabras? Ella dijo que lo notaba inquieto, pero no pensaba que aquella era la palabra correcta.

Tal vez sí lo estaba un poco. Era algo tan jodidamente extraño, pero la verdad era que él estaba anticipando el próximo encuentro. Incluso cuando se había ido de aquella oficina sin decir nada. De seguro ellos pensaron que lo habían asustado, que habían pasado la raya al decir tales palabras.

La realidad era que si no se alejaba de allí, Jimin temía que vieran la erección que estaba a punto de crecer.

Y con ello, miró hacia abajo y soltó un jadeo molesto. Estaba poniéndose duro.

Jimin negó y se puso de pie, envolviendo una toalla al rededor de su cintura luego de secarse vagamente. Pero mientras más intentaba no pensar en eso, más su cuerpo parecía traicionarlo. Comenzaba a doler, y él no quería ceder. No quería darles la satisfacción de lo que provocaban en él, incluso cuando ellos no estaban allí.

Pero lo había pensado. Oh, Jimin había estado imaginándose cómo se sentiría tener tres pares de manos por todo su cuerpo, acariciándolo, recorriéndolo hasta encontrar sus zonas erógenas, en donde más sensible era. Jimin había estado deseándolo, anhelando sus toques. Y era una atenuación decir que lo único que quería de ellos era que lo hicieran enloquecer hasta que se corriera. No una o dos veces. Las suficientes veces hasta que sintiera su cuerpo adolorido, pero muerto de placer.

Su vista cayó en la pequeña caja que guardaba debajo de su cama. Antes de lo esperado, su espalda tocó el colchón y pronto tenía dos dedos entrando en su agujero luego de haber puesto lubricante en ellos.

No era suficiente. Por supuesto que no lo era, no cuando estaba necesitando que sus manos fueran las de alguien más. Movió sus dedos con rapidez, frustrado por no poder alcanzar más. Por lo que los retiró y los reemplazó por el dildo.

Mordió su labio inferior a medida que el dildo iba adentrándose en él, el dolor en su agujero protestando por no haberse preparado correctamente. Pero no le importaba, a él le gustaba un poco de dolor.

Imágenes comenzaron a atacar su mente. Imágenes que él mismo había puesto en su mente. En donde tenía a tres hombres a su entera disposición. Uno de ellos estaría besando su piel, chupando hasta dejarle marcas a la misma vez que estimulaba su pene. Su boca estaría ocupada, llena con una polla que rogaría por tragar hasta que sus ojos se pusieran vidriosos, hasta hacerle llorar del placer. Su entrada siendo profanada por la polla del restante, arrastrándose dentro de él, expandiéndolo y obligando a tomar cada centimetro para comenzar a cepillar su próstata.

Yᴏᴜɴɢ ᴀɴᴅ Bᴇᴀᴜᴛɪғᴜʟ // KᴏᴏᴋᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora