15. No puedes llorar

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Jungkook POV


Caminaba por las calles, con las manos en mis bolsillos y mi capucha puesta, acercándome al edificio de siempre.



Nunca lloraba. No podía, no debía hacerlo.


"Vamos, resístete y llora, me dan ganas de follarte más fuerte."


"Con esa cara de sufrimiento no haces más que ponerme duro."


No iba a llorar frente a nadie. No iba a mostrar mis debilidades, porque la debilidad de uno era la fortaleza de otro. La fortaleza del abusador, la fortaleza de quien quería verme sufrir y pisotearme hasta su hartazgo.

Las cosas vividas en mi niñez y adolescencia me condujeron a ser una persona fría y desconfiada. Me centré en mi vida, en mis propios intereses, en estudiar y mejorar únicamente cuando encontré amigos que me motivaron a seguir.

Había estado acostumbrado a que abusaran de mí cuando era joven, hasta que no pude soportarlo y el odio floreció dentro de mí para buscar mi propia libertad.

Aun así aquello no fue suficiente para que aquel profesor desagradable e hijo de perra, que me arrinconó en su oficina, me respetara. Odié sentir sus manos sobre mí, el que me sostuviera del dorso de mi cuello y quisiera hacerme poner sobre mis rodillas para acercar su asquerosa polla a mi boca. Odié sentir su aliento húmedo en mi cuello. Odié sentir la piel de sus dedos querer tocar la mía.

Me removí pero el maldito era fuerte, alto y de no ser por mi intento por escapar y su torpeza, jamás hubiera entrado la directora al lugar.

La historia se repetía casi igual. Mi casillero incluso había sido escrito con marcadores.

"Marica de mierda". "Eres una puta". "Deberías tener vergüenza".

No era mi culpa que el hombre que ellos idolatraban fuera un maldito violador. No era mi culpa que todos ellos fueran unos malditos imbéciles incapaces de ver la realidad y culparme de algo que yo no había hecho.

No era mi culpa ser gay tampoco.

Nada de eso era mi culpa pero todos actuaban como si lo fuera, y la opinión de la mayoría había bastado para marginarme. De no ser por mi amigo Yugyeom hubiera estado totalmente solo una vez más en ese infierno.


Entré por la puerta, siendo recibido por la secretaria de siempre con una reverencia. Caminé, entrando por la recepción, encontrándome en la gran sala de estar, amplia y lujosa de siempre. Frente a mí salieron de dos ascensores un grupo de varios hombres trajeados, ajustando las corbatas de sus camisas. Algunos parecían coreanos o asiáticos, otros extranjeros. Me dirigí en su dirección para tomar uno de los ascensores.

Ellos eran como diez y me miraron automáticamente a penas me vieron, y no quitaron sus ojos de mí, ninguno de ellos. Sus ojos eran malévolos, inquietantes, desagradables. Les miré con detenimiento aun así sin detenerme, luchando contra sus miradas que socavaban mis huesos. Les pasé de largo, ellos salieron y yo entré al ascensor.

Un escalofrío me recorrió por completo al ver la forma en la que me miraban y sacudí mi cabeza para alejar cualquier pensamiento perturbador de mi mente.

Suspiré para relajarme, troné mi cuello y enderecé mis hombros.

Subí aquellos 7 pisos en silencio, escuchando la campanilla resonar al haber llegado a mi destino.

•S[e]OUL ~ JIKOOK•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora