28. Sobreviviendo al infierno.

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Habían pasado dos semanas desde lo sucedido y Jungkook había sido internado en un hospital psiquiátrico.

Su estado era delicado, demasiado inestable. Las enfermeras que le acompañaban le observaban constantemente y le daban los medicamentos necesarios para tratar su ansiedad.

Los ataques de pánico eran frecuentes, le costaba sobrellevarlos, no importaba cuánto le repitiera su psiquiatra que todo estaba bien, que él no moriría de un ataque al corazón, simplemente Jungkook sentía que estaba a punto de morir en esos momentos y no podía controlarlo.

Por otro lado, Jimin estaba ansioso por ver a Jungkook. No había podido verle en esas dos semanas luego de que lo sacaran del hospital. Moría por verle pero la psiquiatra le había dicho a él y sus amigos que Jungkook necesitaba reestablecerse y que lo mejor sería que cualquier factor que pudiera generarle angustia o alguna emoción fuerte se mantuviera lejos de él por un tiempo.

Los cambios de humor en el castaño eran muy comunes, incluso se negaba a tomar los medicamentos, lo cual no permitía que su situación mejorara. Se resistía a ellos porque no quería que nadie metiera nada a su cuerpo, ninguna tonta pastilla que le hiciera sentir como un zombie, sin fuerzas y con el cerebro fritado. Él ignoraba las charlas bien intencionadas de las doctoras, ellas le decían que si tomaba la medicación él mejoraría, pero para él no era así, simplemente no podía mejorar si lo único que hacían esas pastillas eran tenerle como un descerebrado todo el día.

Quería irse de ese lugar, dejarlo. Tenía ataques de ira donde solía gritar, patear y golpear cosas. Había llegado hasta el punto de romper el vidrio de una ventana con sus propios puños. Esa vez había tenido a todo un conjunto de enfermeras asistiéndole, entrando a su habitación rápidamente para ver qué había ocurrido cuando se encontraron con los vidrios rotos esparcidos al pie de la ventana y las manos de Jungkook con cortes de donde su sangre brotaba. Otros pacientes se habían asomado también, queriendo saber qué ocurría luego de haber escuchado gritos y el ruido del vidrio estallando.

No había sido algo serio, los cortes no fueron profundos, pero sí habían sangrado bastante y Jungkook sintió que la sensación caliente de la sangre y el dolor habían disminuido sus nervios de manera destacable. Aquellos episodios fueron el punta pie para aumentarle la dosis de los ansiolíticos que tuvieron que ser inyectados por vía intravenosa en la mayoría de las ocasiones.

Las enfermeras más morrudas y fuertes se encargaban de sostenerlo con fuerza cuando sus ataques eran demasiado difíciles de controlar y él no se quedaba quieto para ser inyectado. Esas cosas, por más horribles que parecieran, eran demasiado comunes, muchos pacientes debían de ser inmovilizados para que las enfermeras pudieran aplicarles las dosis de sus medicamentos.

Él incluso les insultaba mientras ellas lo hacían. Le sostenían el brazo con fuerza, clavaban la aguja en la vena del doblez de su codo y en un minuto su cuerpo ya se aflojaba y su respiración se calmaba.

Jungkook estaba solo en su habitación, no compartía espacio con ningún otro paciente, pero de todas formas los otros lugares como la sala de juegos y entretenimiento, el comedor, el jardín, sí lo compartía con el resto. Hablaba poco, no se sentía cómodo hablando con otras personas allí.

En los momentos donde estaba bien y no sentía la necesidad de desahogar su frustración, le gustaba pasar tiempo en el jardín, aquel lugar era grande, el parque lleno de pasto verde y plantas que adornaban la vista, incluso había una fuente algo alejada del centro del lugar, donde podía apreciar las aves que bajaban de las alturas para darse un baño en el agua que caía de las estatuas de un estilo griego bastante típico y dramático.

Jungkook se sentaba en el banco frente a la fuente simplemente a observar, además de dejar que su cerebro fuera magullado por recuerdos, ideas, problemas, paradigmas, filosofías y vaya a saber cuántas cosas más. Los ansiolíticos le dejaban mareado, casi sin poder sentir la madera del banco bajo su cuerpo, parecía césped. Por momentos ni si quiera eso sentía, era un entumecimiento que se tornaba demasiado aterrador. Lo peor de todo era que su cuerpo se sentía sin fuerzas, sus párpados estaban decaídos, su corazón latía lento, pero sus pensamientos no siempre cesaban. El ser tan consciente de su estado nefasto le hacía aún peor. Era por ello que la frase "Te sentirás mejor" le parecía una mierda absurda.

•S[e]OUL ~ JIKOOK•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora