•S[e]OUL ~ JIKOOK•

19. El gran escape

Jungkook POV

Había perdido mi cabeza, había perdido cualquier razonabilidad que se suponía había en mi cerebro. Como un animal, actué por instinto sin pensar en nada más.

Aquel día mi corazón latió demasiado fuerte y mis piernas se movieron solas haciéndome correr lo más rápido que pude como si con eso pudiera alejar cualquier pensamiento de mí. Corrí y cuando quise darme cuenta me encontraba en frente de su puerta.

Podría jurar que no recordaba el camino que había hecho para llegar al motel, porque mi mente estaba en cualquier lugar menos en lo que estaba haciendo, pero ver su puerta me devolvió a la realidad y pude ver mis deseos con claridad por primera vez. Había sido una respuesta suficiente, al menos para ese momento.

- ¿Sabes... por qué quería venir a Busan? – pregunté en voz baja, mientras tenía mi cabeza contra su pecho, acostado sobre él. Sus manos acariciaban mi espalda.

- Para escapar de Taehyung, supongo...

- No me refería a eso – le negué, mientras volvía a mi cabeza el recuerdo de que me había ido sin decirle nada a Taehyung, incluso aunque hubiéramos peleado tendría que haberle dicho. Suspiré – Busan es mi ciudad natal – confesé, y le noté moverse, levanté mi cabeza y con ambas manos cruzadas sobre su pecho, apoyé mi mentón sobre el dorso de mis manos y le miré.

- ¿Cómo? – me miró incrédulo – Nunca me dijiste...

- Pasé pocos años aquí – expliqué – Cuando me enteré que eras de Busan sentí algo de amargura al recordar mi pasado, pero luego, al conocerte, y al haber escuchado siempre anécdotas de allí, simplemente me dieron ganas de venir, y de poder conocer la playa, a la cual mis padres nunca quisieron llevarme – sus ojos se vieron decaídos, pasó su mano por mi cabello en una caricia que no sabía que necesitaba hasta ese momento – Las playas siempre sonaban divertidas en los relatos de otros, en las películas y esas cosas... - sonreí para demostrarle que estaba bien, que ya no dolía tanto como antes – Gracias por traerme – sonrió de lado y sus ojos se entrecerraron.

- Quién lo diría... que ambos nacimos en el mismo lugar – me mantuve unos segundos mirándole – Diría que estamos destinados... - bromeó con una risita. Me moví, levantando un poco mi cuerpo, apoyando mis manos a los costados de su cuerpo.

- ¿Crees en el destino? – Me acerqué a su rostro, sintiendo su respiración y el calor de sus labios rozar los mío. Sus manos se posaron en mis caderas. Tracé sus labios con mi lengua en un acto juguetón.

- Estoy comenzando a creer...

Uní mis labios a los suyos, la cercanía me generaba una ansiedad difícil de controlar, sólo un beso suyo podría quitar esa inquietud dentro mío, como si borrara cualquier huella que me manchara.

Me separé y comencé a repartir besos por su piel, sintiendo la calidez de su cuerpo, su calor quemaba pero se sentía como un calmante en mis labios. Pasé por su esternón, bajando por la línea de su abdomen, sintiendo sus abdominales contraerse a la vez que pasaba mis labios y mi lengua por allí, disfrutando del tacto de su piel en conjunto con mis manos, acariciando los costados de su cuerpo. Llegué hasta su vientre bajo y divisé aquella sutil línea de vellos debajo de su ombligo que me parecía tremendamente sexy. Saqué mi lengua y la pasé por allí, delineando aquella zona y haciéndole estremecerse.

Quería que disfrutara cada momento que pasara conmigo, hacerle sentir bien y que no se arrepintiera en ningún momento de haber aceptado llevarme con él.