0

133 1 0
                                    

Todo empieza con Sam y Jack levantándose y apurados ya que van tarde al cumpleaños número ocho de Chris y Meg. Así es, han pasado años y a todo esto Sam y Jack por fin están bien, viven juntos y de vez en cuando hasta duermen juntos. No son esposos, tampoco son amigos con derecho o algo así, lo que más se parece a lo que son ellos, y lo son aunque lo nieguen, es que son novios, pero no les gusta esa etiqueta, ellos fueron y serán siempre mejores amigos, eso dicen siempre y están seguros de eso ya de que nada ha roto su amistad.

Iban llegando a un restaurante de comida china, si, la comida preferida de Meg, cuando Sam paro porque olvidó algo en su moto, si, a Jack y a Max no les gustaba que Sam anduviera en moto pero ¿Quién podría decirle algo? Sam amaba esa moto y nadie le iba a decir como vivir su vida, ni siquiera su novio. Sam agarro una larga caja que estaba en el compartimento de su moto, era una caja no muy grande.

- Listo, aquí esta mi regalo -dijo Sam volviendo a la par de Jack y Jack riendo al ver la caja tan pequeña que andaba.

Narra Sam

- ¿Eso es tu regalo Sam? -volvió a ver el suyo, el suyo era enorme no lo voy a negar.

- Claro, ¿Qué trae el tuyo? -pare de caminar para hablar.

- Tiene algo que van a amarme cuando lo vean -aseguro Jack- tanto así que seré el tío favorito por siempre.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro? -lo rete.

- Lo sabrás cuando lo abran, ¿Qué les trajiste tu? -me pregunto.

- Como si te fuera a decir -sonreí negando- lo sabrás cuando lo habrán y se tiren a abrazarme -sonreí malévola.

- Ellos me van a abrazar a mi -dijo señalándose con el dedo gordo- soy su tío favorito no tu.

- Estas hablando con la tía favorita -dije yo- que el tío favorito gane entonces -sonreí y seguí caminando.

Jack me siguió lento, tenía un regalo tan grande que le costaba caminar y correr se le hacía imposible, el regalo es rectangular así que lo anda abrazado y no puede juntar sus brazos de lo grande que es el regalo, el mío es rectangular pero aun así no es tan grande como el suyo y aunque necesite mis dos brazos para cargarlo, es mucho más pequeño que el de Jack así que llegue antes al restaurante, aquí comeremos y luego iremos a la casa a celebrar y a pegarle a la piñata.

- ¡Sam, por Dios! -dijo Max viéndome cargar ese regalo y me fue a sacar de eso- ¿Qué traes aquí para que pese tanto?

- Es una sorpresa Max, pero te apuesto a que el de Jack pesa más o simplemente no puede caminar con el -apunte a Jack con un dedo Max abrió los ojos como platos y dejo el mío en una mesa para ir a ayudar a Jack.

Yo reí y entre, decidí que no era hora de saludar a todo el mundo, había mucha gente aquí, la mayoría amigos de Meg y Chris. Decidí solo sentarme en un rincón vacío para ver todo, estos últimos días que han pasado, la he pasado ocupada porque hace un tiempo tuve que ir a unas casas para dos o tres personas por si acaso ya de que sospecho de que a Mia no le esta yendo nada bien económicamente así que la recibiremos, Jack y yo, unas semanas mientras consigue otro trabajo, y claro, pensábamos en mudarnos ya que estamos compartiendo casa con Max, Alex, Chris y Meg, yo tengo un cuarto y Jack pues le toca dormir en el sofá cama de la sala del sótano, en fin es hora de mudarnos.

- ¡Tía Sam! -grito Chris y me fue a saludar, Meg también vino sonriente.

- Hola niños -dije entusiasmada.

- Pensé que no vendrías, tu no vas a fiestas -dijo Meg sorprendida.

- Te dije que si iba venir -dijo Chris y le sacó la lengua a Meg, y Meg frunció su frente molesta.

Confía2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora