veinticinco;

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Como Richard había previsto, ninguno de los Cox asistió a su discreta boda, celebrada en la capilla de los Harrison. Comprendiendo cómo se sentían porque él hubiera elegido casarse con Harrison en lugar de cumplir los últimos deseos de Maureen, Richard no se lo reprochaba. «Con el tiempo —pensó—, tal vez lo perdonarían, sobre todo cuando vieran cuánto beneficiaba a Lee su alianza.» Y la niña, desde luego, no había mantenido en secreto su alegría.

—¿Ahora va a ser mi papá? —le había preguntado a George mientras éste la tenía en su regazo, abrazada a su cuello. Había corrido hacia él dando gritos de entusiasmo cuando Richard la había traído de visita a la casa. Conmovida por la evidente felicidad de la pareja, Richard había sentido una paz y un alivio inmensos. Si aún le hubiera quedado alguna duda sobre lo apropiada que sería aquella nueva vida para su hija, se disipó al ver el rostro radiante de Lee. La iban a consentir, de eso no había duda, pero también la amarían de todo corazón.

—¿Es eso lo que quieres? —dijo George en respuesta a la pregunta de Lee. Ella arrugó la frente pensativa, y miró a Richard dubitativa antes de contestar.

—Me gustaría mucho vivir en esta casa tan grande —respondió con todo el candor de un niño— y no me importa que papá se case con usted. Pero no quiero llamarle papá. Pondría triste a mi mamá que está en el cielo, creo.

Las palabras aturdieron a Richard, que intentó en vano buscar una respuesta. Sin saber que hacer, vio a George poner el dedo en la barbillita redonda de la niña y volverle la cara hacia él para que lo mirara.

—Entonces, llámame como quieras —dijo con naturalidad—. Pero, créeme, princesa, yo no voy a sustituir a tu mamá. Sería un necio si lo intentara, con lo buena que era. Sólo quiero cuidar de ti y de tu padre. Me imagino, espero, que a tu madre le aliviará saber que hay alguien aquí que cuida de vosotros mientras ella no puede.

—Oh —dijo Lee con evidente satisfacción—. Entonces perfecto, creo, siempre que no la olvidemos, ¿verdad, papá?

—Sí—susurró Richard. La emoción le había hecho un nudo en la garganta y era tan feliz que se había sonrojado—. Exactamente, hija.

A la ceremonia asistieron Louise madre, Luise hija y Malek Spinster, además de los padres de Richard. Habían venido desde lejos para la ocasión, y aunque no parecía que desaprobaran la unión, les sorprendía que su hijo se estuviera casando con un mundo tan distinto al suyo.

—El señor Harrison parece un hombre decente —le susurró su madre antes de la ceremonia— y sus modales son correctos, aunque tal vez le falte finura. Y supongo que es guapo, aunque un poco tosco para considerarlo realmente apuesto...

—Mamá —preguntó Richard con una sonrisa traviesa, acostumbrada como estaba al recato de la mujer—, ¿estás intentando decirme que lo apruebas?

—Supongo que sí—admitió su madre.

—Mamá... —Richard la abrazó impulsivamente y sonrió contra las plumas que adornaban su sombrero—. Con el tiempo, te darás cuenta, como he hecho yo, de que el señor Harrison es un hombre maravilloso en todos los sentidos. Tiene algunos defectos, pero también posee algunas virtudes que eclipsarían a Maureen o a mí.

—Si tú lo dices —dijo su madre dubitativa, y Richard se echó a reír.

Cuando se reunieron en la capilla, Richard acompañado por Louise y Lee, y George por Malek Spinster, que se había ofrecido a ser su padrino, se les unió otra persona justo en el último momento. Richard sonrió radiante al ver a lord Eric, conde de Clapton, entrar en la capilla. Tras detenerse para hacer una reverencia impecable, fue a sentarse junto a los padres de Richard. Sus ojos grises parecieron sonreír cuando miró a Richard, y luego a George.

𝐖𝐡𝐚𝐭 𝐢𝐬 𝐥𝐢𝐟𝐞||𝐒𝐭𝐚𝐫𝐫𝐢𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora