Sus ojos volvieron a adquirir ese brillo de hace unos instantes, sus mejillas se enrojecieron levemente y solo ese gesto terminó con lo que quedaba de mí.
— ¿Usas ese calificativo con otras... personas? — me preguntó con recelo. Sonreí.
— ¿Celoso? – le pregunté arqueando una ceja.
— Estás matando el momento, JungKook — dijo frunciendo levemente el ceño. Reí por lo bajo.
— Y tú solo me estás tentando cada vez más —reí divertido.
— Solo quiero saber si alguien más fue llamado así...
— No — le dije mirándolo fijamente — Nadie más, amor.
Él levantó su mano y acarició mi mejilla, para luego subir hasta mi cabello y acomodarlo levemente hacia atrás. Me incliné hacia él y lo besé dulcemente acariciando sus labios con cuidado. Gimió levemente, mandando a través de mí una oleada de placer. El beso dulce y tierno se volvió apasionado e intranquilo. Necesitaba sentirlo, desesperadamente. Bajé mis manos al borde de su camisa .
— No no, no, Jeon— dijo agitado soltando mis labios — Dije que no...
— Maldita sea, eres un pequeño y peligroso ser que ha venido hasta mi habitación y me ha despertado y me ha seducido y ahora no quiere dejarme cobrar lo que se debe.
— Por Dios, JungKook, no han pasado si quiera 24 horas desde la última vez que lo hicimos... no puedes estar tan desesperado. Definitivamente eres un ninfómano.
— Y tú te comportas peor que un sacerdote...
Lo besé cortamente.
— Pero aún asi te encanto -sonrió coqueto.
— Está bien, tú ganas. Solo porque no tengo como contradecir aquello, es absolutamente cierto.
Me miró de manera tierna y acarició de nuevo mi mejilla.
— Ahora, ¿me puedes dejar salir? Quiero comer algo
— Delante de ti ya tienes algo para comer, ¿para qué quieres otra cosa?
TaeHyung rió a carcajada limpia.
— No se puede vivir de solo hacer el amor, JungKook —al terminar de decir aquello, su mirada se posó en mis labios.
— Mmmm, esa mirada, hermoso... quieres besarme ¿cierto? –me incliné levemente para morder sus labios.
— Tienes razón... quiero besarte, y todo lo que se te pueda pasar por la mente. Pero ahora tengo hambre... de comida.
— Bueno, vamos a comer — dije rendido mientras me alejaba de él y me ponía de pie. Tomé su mano y lo levanté de la cama — Pero luego pido el postre. -le gruñí y lo tomé de la cintura para un arrebatado beso y luego lo solté.
— Traje helado — dijo con una inocente sonrisa.
— Y te atreves a decir que soy yo quien mata los momentos. No tienes vergüenza, amor.
— Decidí ignorar tu doble sentido —aclaró restandole importancia a lo que anteriormente había dicho.
— Pero lo divertido de eso es que te escandalices — dije mientras ambos salíamos de la habitación.
— Oh, estás equivocado, créeme que ya no me escandalizan tus dobles sentidos.
Arqueé una ceja y antes de que se alejara demasiado, lo detuve y lo acerqué a mí. Su espalda chocó levemente contra mi pecho y el aroma de su cuerpo, me excitó un poco más de lo que ya estaba. Sentí como su respiración se volvía un poco más densa.