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Mi cuerpo se sentía pesado, y mis extremidades casi no me respondían. Los pasos que daba eran lentos y sin energías, pero seguía avanzando a ritmo constante movido solo por el deseo de llegar a mi casa e irme a dormir sabiendo que al día siguiente podía levantarme tarde. Por suerte, mis vacaciones de un fin de semana empezaban al día siguiente. Después de todo, tampoco podía estar tanto tiempo sin ir as una pista de hielo, mi cuerpo me lo pedía.

- ¿Jimin? -preguntó mi entrenador, que estaba caminando a mi lado-. ¿Me estás escuchando?

Un poco avergonzado, negué suavemente. Él suspiró, agotado.

- Te estoy diciendo que la semana que viene va a unirse un chico nuevo al equipo -dijo exasperado, ya que no era la primera vez que desconectaba completamente y le ignoraba-. Lo vi en los campeonatos mundiales del año pasado, y este año estaba en la final del Grand Prix -le miré extrañado.

¿Era del equipo senior? No había visto a nadie en quien mi entrenador se fijara en la categoría senior, porque había estado todo el rato con ellos.

- Es del junior, no lo habrás visto -dijo con una equeña risita al ver mi ceño fruncido y mi mirada confusa-. Esta era su última competición en esta categoría, el año que viene ya subirá. Sus pasos son un poco... -paró un momento, como si buscara una palabra adecuada-. ¿Desarreglados? Creo que con un poco de guía podría convertirse en un patinador excelente, y eso es exactamente lo que buscamos en el equipo.

Asentí con una sonrisa. No era raro que no lo conociera si no estaba en la categoría senior. Hacía ya un año que yo había subido de categoría, y había dejado de fijarme en ellos para centrarme en mis competidores. Otra cosa que tampoco me sorprendió es que mi entrenador reclutara a alguien nuevo. Justo hoy habia sido la última competición de Kim SeokJin, la pareja del entrenador; aunque no quería retirarse, había acabado haciéndolo porque su rodilla izquierda le estaba empezando a dar molestias y no parecía querer recuperarse. Aparte, ya casi tenía treinta años, edad más que suficiente para retirarse, de hecho, ¡podría hasta entrenar y nadie le diría nada!

- ¿De qué equipo era? -pregunté, queriendo saber más del misterioso individuo del que hablaba mi entrenador-. La verdad no sé que equipos competían en la junior, ya sabes que no me fijo mucho.

- Ruso -aguanté mi respiración, sorprendido.

El equipo ruso era el mayor rival del equipo francés, que era el nuestro. En su equipo tenían a grandes competidores, sobretodo en la categoría junior, y además estos eran fieles a su equipo y no se marchaban hasta que se retiraban. El chico nuevo de verdad quería ver su nombre escrito en sangre...

- Dios... -dije admirado-. Ese chico de verdad se arriesga.

- Sí -dijo, encogiéndose de hombros-. Pero bueno, el que no arriesga no gana ¿no? Aparte, no es ruso me parece, simplemente lo reclutaron para su equipo hace un par o tres de años. Creo que es coreano como tú, pero no estoy seguro, no se lo pregunté.

Me alegré de oír eso. No es que no me gustaran los franceses o la gente de otros países, pero alguien de tu mismo lugar... Te hacía snetir como en casa. Y además, después de tantos años hablando solo francés e inglés (excepto con mis padres, obvio), un poco de coreano en mi día a día me iría bien. Hacía casi cinco años que me había venido a Francia, todo por seguir mi sueño. Cuando llegué, todo era nuevo. No hablaba francés, y el inglés también se me resistía; tampoco estaba acostumbrado a la comida europea, ni a sus costumbres. Recuerdo cuando llegué al equipo que hubo una chica que me saludó con un beso en la mejilla. Me sonrojé tanto que creo que toda mi cara se puso del color de un tomate, en mi vida nunca me había besado una chica, ni en la mejilla, así que que me lo hiciera una desconocida fue un poco repentino.

Sobre Hielo - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora