•26•

139 15 0
                                    

Me cago en mis muertos.

Mirando atrás, me pregunto en qué momento fue buena idea que Jungkook viniera a mi casa. Definitivamente había sido una gran locura que no volvería a repetir.

Me dolía la cabeza como si me hubieran dado con un jodido martillo, me palpitaba y me impedía pensar con claridad. Cuando abrí mis ojos sentía algo duro bajo mi cabeza.

El suelo.

Confundido, miré a mi alrededor. Estaba todo hecho una mierda. Una botella por el suelo, vasos rotos, hojas de revista rotas y esparcidas por el suelo. Solo de pensar que tendría que recoger todo eso con la resaca que tenía me daban ganas de volver a romper todo lo que había en el suelo.

Alcé mi vista hasta el sofá, donde reposaba una pequeña mantita echa una bola. No pude evitar soltar una risita enternecida al verlo. Debido a la conmoción de mi despertar, no me había acordado con claridad de todo lo que pasó ayer.

Memorias borrosas de besos volvieron a mí, junto con palabras tiernas y algo estúpidas por el alcohol que habíamos ingerido.

«Quise gritar que también me gustabas, pero luego pensé en lo que me habías dicho. Sobre que no querías más distracciones de tu verdadero objetivo.»

Pensar que todo el tiempo había pensado en mí, resistiéndose a confesarse para no causar más problemas. Me hacía sentirme un poco mal el haber sido tan egoísta en aquel día del tejado, pero ya no podía hacer nada para cambiarlo.

- ¿Estás despierto? -murmuré cerca del oído de Kook-. Kookie -canturreé.

- Mmh...

La bolita de manta se sacudió levemente, causándome ternura. Giró su rostro en mi dirección, mirándome con el ceño fruncido y los labios en un hermoso puchero. El azabache no era de despertar temprano, definitivamente. Me acerqué a sus labios y planté un pequeño beso en ellos.

Entonces reaccionó.

Una sonrisa apareció en su cara.

- Por un momento pensé que todo había sido un sueño -murmuró con la voz muy ronca, casi inentendible-. Ojalá despertar así todas las mañanas, Minnie.

Me reí.

- Tenemos que desayunar algo, Kook -susurré, para no perturbar su mente aun medio dormida-. Creo que tengo sopa en la nevera, pero puedes hacerte un café si prefieres eso.

Jungkook asintió levemente, moviendo toda la manta otra vez cuando se movió, estirándose en un bostezo.

Yo me incorporé, aun con la cabeza punzante. Me dirigí a la cocina con pasos débiles, dispuesto a arrasar lo que fuera que encontrara por ahí. Moría de hambre, y Jimin recién despertado más hambre no era una buena combinación.

- ¿Qué hora es? -murmuró Kook desde el sofá aun, empezando a incorporarse-. Siento que he dormido un día y medio, sin exagerar.

- En dos horas tenemos que estar en el aeropuerto, para que te hagas una idea -dije con una sonrisa divertida ante la expresión del menor-. Son las cuatro y cuarto.

- ¡Me cago en el alcohol! -soltó un grito frustrado-. Me duele la cabeza como un demonio Minnie -lloriqueó, acercándose a mí.

El siguiente gesto que hizo me sorprendió. Sentí sus brazos rodear mi cintura y su cabeza enterrarse en mi cuello. Solté una risa divertida.

- ¿Qué tipo de escena es esta? -pregunté haciéndome el ofendido.

-

-musitó, sin alejarse ni un centímetro-. Que bien se siente poder hacer esto sin parecer un raro.

Sobre Hielo - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora