•17•

125 13 0
                                    

Era muy agradable contar con la compañía de mis compañeros en una competición. Aunque podía sentir las miradas competitivas de los demás, me sentía acompañado gracias a ellos. Justo habíamos llegado al recibidor del hotel donde nos alojábamos para ir juntos al entrenamiento, pero Jungkook parecía que se había quedado dormido.

- Ese mocoso... -murmuró Namjoon, molesto-. No puedo creer que todavía no haya llegado.

- Voy a mirar que pasa -respondí-. ¿Tienes la llave de su habitación?

- Sí -se puso a rebuscar en sus bolsillos hasta que sacó la tarjeta-. Aquí tienes. Como se haya dormido le voy a echar una bronca...

Rodé los ojos ante sus palabras. Namjoon era como un perro que ladra mucho pero no muerde, siempre amenazándonos pero nunca cumpliendo sus amenazas. Tampoco es que lo desobedeciéramos mucho, para nuestra suerte.

Mientras todos nos esperaban en el recibidor, yo subí a buscar a Jungkook al cuarto piso, donde nos alojábamos todos. Cuando llegué a su puerta llamé pero nadie contestó. No quería usar la tarjeta para entrar a su habitación, me parecía una invasión de su privacidad, pero no creía que hubiera otra manera de despertarlo.

Cuando por fin me interné en la habitación, me di cuenta de que Jungkook no parecía haber hecho ni el mínimo amago de despertarse. Las cortinas estaban cerradas, junto con la luz de la habitación, ¡tuve que usar la linterna de mi móvil para ver algo entre la oscuridad! En la cama doble que había en el centro de la habitación había una bolita de manta y edredón que subía y bajaba poco a poco debido a una respiración.

Era adorable.

No le había visto la cara y ya me había parecido adorable. Muy disimuladamente, cambié mi móvil a cámara e hice una foto. Necesitaba tener eso como recuerdo. Con una sonrisa en la boca, me acerqué a la cama de Jungkook e intenté divisar a un humano entre la bola de manta.

La cara de Jungkook tenía una mueca de desagrado, como si estuviera soñando algo asqueroso. Tenía un pequeño puchero en los labios y sus mejillas se encontraban hinchaditas por la posición. No pude evitar sacarle otra foto a eso.

No sabía que diría si Jungkook algún día encontraba esas fotografías en mi móvil por casualidad, pero en ese momento no me preocupé por eso. Cuando decidí que ya era hora de despertarlo, me acerqué a la mesita de noche de su habitación y abrí la pequeña lámpara que había sobre esta. Cuando la luz finalmente invadió la habitación, Jungkook hizo un sonido entre las mantas. Empezó a removerse, deshaciendo la gigante bola de edredón que se había formado, y finalmente se giró en dirección hacia la luz, o sea donde estaba yo.

Su mirada fue de confusión cuando descubrió que había un intruso en su habitación.

- ¿Minnie? -preguntó muy bajito y con la voz tan ronca que casi no pude entenderle-. ¿Estoy en mi sueño todavía? Seguro que es un sueño... Hyung nunca vendría a despertarme, pero en mis sueños siempre me da un besito de buenos días -se volvió a estirar en la cama, ya que se había incorporado un poco. Bostezó lentamente y volvió a mirarme fijamente-. ¿Eres el Jimin de mis sueños?

- Puedo ser lo que quieras -respondí.

Me arrepentí al instante, pero ya era demasiado tarde. Jungkook era... Demasiado puro para mí, por eso nunca le había coqueteado ni flirteado con él. Era tan adorable. Cuando esas palabras salieron de mi boca, Jungkook frunció un poco el ceño aún con sus pequeños ojos entrecerrados.

- ¿Entonces que esperas a darme un beso?

Me paralicé. Jungkook me miraba expectante, y yo no sabía qué hacer. LO correcto hubiese sido decirle que todo era un sueño y avisarle de que le estábamos esperando, pero a mí nunca me había atraído lo correcto.

Sobre Hielo - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora