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- Ah... Ko-kook

- Minnie -dijo ronco contra mi cuello, llenándolo de besos calientes y necesitados-. De verdad te deseo más de lo que puedo aguantar, bebé.

Cuando me llamó por ese apodo, un gemido involuntario salió de mis labios. No sabía que tenía esa palabra, pero me ponía muy caliente, más si la decía Jungkook.

Justo al entrar por la puerta, el azabache se había abalanzado sobre mí, besándome como si no hubiera un mañana. Aunque realmente no me había negado, la sorpresa me paralizó por un momento antes de corresponder a su beso profundo y salvaje.

Nos habíamos encaminado torpemente hasta la habitación, tropezándonos un par de veces con cosas que Kook siempre dejaba tiradas por el suelo.

- ¿Lo quieres? -preguntó.

- Joder, sí -dije entre un gemido.

Jungkook estaba atacando mi punto débil, y lo sabía. El cuello siempre había sido un lugar demasiado sensible para mí, junto con las orejas. Y mi novio lo sabía, lo sabía demasiado bien. Aunque nunca habíamos llegado hasta el final, explorar nuestros cuerpos fue una de nuestras actividades favoritas. Descubrí que le gustaba, que le excitaba, y él hizo lo que quiso conmigo, al igual que yo.

Había sido divertido, pero hoy necesitábamos más, todas nuestras acciones así lo indicaban. Nuestras acciones eran erráticas, desesperadas. Todo lo que podía ver era la expresión de Kook, con el ceño medio fruncido y los labios rojos por todos los besos que nos habíamos dado.

Sabía que yo estaba igual o peor.

Cuando ya no soporté más los besos en el cuello, lo saqué de encima de mí de un empujón y lo estiré en la cama, sentándome a horcajadas de él. Una vez encima de él, con su mirada quemándome por todo mi cuerpo, saqué mi camisa.

Botón por botón fui desabrochándola, con la mirada aún fija en sus ojos. Jungkook tragó profundo, se levantó sobre sus codos y luego se sentó, nuestros pechos tocándose.

- Te ves tan sexy encima de mí -murmuró con la voz más grave que le había oído nunca.

- Tu debajo de mí te ves perfecto -reí, acabando de sacar mi camisa de una vez por todas.

Oír la voz de Jungkook en mi oreja había hecho que toda mi piel se erizara de golpe, soltando un suspiro por la sensación electrizante que recorrió mi cuerpo.

El azabache estaba desabrochando su camisa también, con la mirada fija en mí. Me sentía observado, deseado, y eso me ponía más caliente de lo que quería admitir. Kook no fue tan paciente como yo. Cuando hubo desabrochado dos o tres botones de la camisa, simplemente se la quitó por encima de la cabeza, sin poder esperar más.

Una vez hecho esto, volvió a cambiar nuestras posiciones. Subió mi cuerpo hasta que mi cabeza se encontraba encima del cojín, y se situó encima de mí. Sin dejarme respirar ni un instante, enterró su cabeza en mi pecho y empezó a lamer uno de mis pezones. El otro lo torturó con sus dedos, haciendo que frunciera el ceño por las sensaciones que me llenaron de golpe.

- Ah... -jadeé.

- ¿Te gusta? -murmuré con una sonrisa pícara, cambiando su boca por su mano.

No pude contestarle. Había cerrado los ojos para sentir mejor las sensaciones que recorrían mi cuerpo, así que no fui capaz de responder nada.

- Veo que sí te gusta -soltó una risita antes de volver a su labor de nuevo.

Esta vez no se limitó a esos botoncitos color café, sino que empezó a bajar lentamente, recorriendo mi abdomen con pequeños besos. Mientras besaba, sus manos se dirigieron a mi pantalón, desabrochando el botón y bajando la cremallera. AL ser pantalones de traje, los bajó sin ningún tipo de dificultad.

Sobre Hielo - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora