Sobre Hielo - Kookmin

•25•

Mi corazón resonaba fuertemente en mi pecho. Tener a Jimin tan cerca, en un supermercado, se me hacía un acto muy doméstico, muy íntimo. Era agradable. Me hacía sentir que éramos verdaderamente cercanos, aunque nos hubiéramos alejado un poco durante esos últimos días.

- ¿Por qué mierdas hacen tantas marcas? -murmuró frustrado para sí mismo-. No lo entiendo, al final todo tiene el mismo sabor.

Me reí por la pequeña mueca de frustración que tenía en la cara, que se me hacía adorable. Estábamos escogiendo un vodka para beber, ya que Jimin prefería esa bebida antes de las que tenía en casa.

Luego de mirarnos durante un rato las botellas, se decidió por una de una marca que no conocía. Nos encaminamos al mostrador donde cobraban, pero no había nadie.

- ¿Me estás jodiendo? -preguntó exhausto-. Me quiero ir a mi casa, pero nadie me deja -lloriqueó.

- Estarán en el baño o algo -musité, con una sonrisa ante la ternura del mayor.

- Pues me importa una mierda -replicó.

Vi como Jimin miraba hacia la puerta y hacia la botella, teniendo algún tipo de debate mental. Me daba mucho miedo el rubio, ya que tenía la sensación de que no tenía ideas muy buenas a veces. En todo caso, mientras se debatía, llegó el chico que habría tenido que estar en el mostrador, saliendo de una pequeña puerta al lado de la nevera con bebidas.

- Corre, Jungkook -dijo de repente, antes de que el chico estuviera demasiado cerca.

Cuando me giré en su dirección, vi que Jimin ya estaba fuera de la pequeña tienda, corriendo con la botella de vodka sin pagar en su mano. Confundido, eché a correr en su dirección, con el empleado pisándome los talones.

- ¡Detente, ladrón! -me gritó.

Giré por una esquina, siguiendo a Jimin y cuando pasé por delante de un callejón sentí que me estiraban el brazo con fuerza. Perdiendo el equilibrio, caí de bruces contra el asfalto del suelo, golpeándome la nariz y la mejilla.

- Joder, Jungkook -susurró, estirándome hasta que estuvimos detrás de un contenedor, lejos de la mirada del chico-. ¿Podrías haber sido más torpe?

Rodó los ojos, y yo solté un bufido.

- Quizá si no hubieras hecho el ilegal y no me hubieses dejado en una tienda, solo, entonces no me habría caído.

- No ha sido para tanto, no exageres -dijo, quitándole importancia al asunto-. Seguro que no es la primera vez que lo haces.

- ¡Obvio que sí! -grité alterado-. ¡No voy por la vida robando botellas de vodka! ¡Perdóname por ser aburrido y no arriesgarme a pagar una multa!

Él alzó las manos, a modo de derrota, mientras volvía a entornar sus ojos. Tenía una gran sonrisa en su cara, y estaba jadeando por la carrera que nos habíamos metido al huir del empleado de la tienda.

- ¿Ha sido emocionante, eh? -murmuró con una sonrisa ladeada, apoyándose en la pared de la estrecha calle-. Ah -suspiró-. De verdad me tiemblan las piernas ahora.

Cuando miré cautelosamente por la calle que daba al callejón, donde Jimin me había estirada, le hice señas a Jimin para que saliera del escondite improvisado.

- Casi me da un ataque de corazón cuando he visto que no estabas -dije, aun jadeando levemente-. Podrías haberme avisado un poco antes, ¿no? Habría sido un detalle por tu parte.

- De verdad pensé que me habías entendido -dijo encogiéndose de hombros-. No pensaba que fueras tan santo, Kookie, cualquiera habría entendido lo que iba a hacer.