A sus ojos soy invisible, insignificante tal vez; quizás sólo una más dentro de su vida, olvidable con el pasar de los años. No sé si le importó, o si, por casualidad, guarda en su corazón cada conversación que tenemos, cada momento que vivimos. Pero soy soñadora, lo admito, y creo que mientras exista la posibilidad, nada es imposible, guardo aún la esperanza de que, algún día, él me quiera tanto como yo... Mientras pueda, viviré secretamente enamorada de Agustín Bernasconi...