Reni
Yo soy sólo un atleta. Corría maratones y carreras a la velocidad de un maldito puma. Era ágil y lleno de ilusiones bobas. Desde pequeño parecía adaptable a un estilo de vida atlético, puesto que era un niño muy hiperactivo y corría de acá para allá sin detenerme. Mi madre vio esta oportunidad para meterme a cursos de natación, a trote y carrera de relevos, además de clases adicionales de atletismo olímpico.
Fue ahí donde conocí por primera vez a "El Facilitador", parecía destacar más que yo y siempre volaba por toda la extensión del estadio donde practicábamos. Los obstáculos eran cosa de nada para sus grandes saltos y era una pantera veloz a lado de todos los demás. Él era un poco grande que yo, ya era un chico bastante alto y ligeramente apuesto, pero demasiado pedante e insoportable.
"El Facilitador" se había ganado su apodo porque en su escuela privada todo el mundo le pedía cosas y él lograba conseguirlas en cosa de nada. Obvio, el precio a pagar decían que era muy caro pero pertenecía a las familias más adineradas de todo el pueblo, vivían en una casa grande, incluso tenían un jacuzzi. Todo el mundo quería ser su amigo, pero él se rehusaba. Siempre fue mi más grande competencia en esa batalla sin fin en mis extracurriculares.Después creí y murió mamá. Tuve que vivir con mis abuelos puesto que mi padre había ido a los Estados Unidos a buscar nuevas oportunidades. Nunca lo volví a ver, para mí quedó igual de muerto. Mis abuelos se endeudaron gracias a los precios funerarios y tuve que empezar a trabajar. Primero fue en un McDonalds, luego en un Restaurante más elegante y finalmente fui mozo de un Restaurante Francés. Y fue así que "El Facilitador" y yo nos encontramos en una vuelta cruel del destino. Le serví como camarero en su noche de cumpleaños con su familia, él me reconoció y cuando se desocupó me encontró atrás fumando.
— Vaya, corredor, no sabía que fumabas – sonó su voz y me espantó, casi desperdicio un buen cigarro.
— Ya no soy corredor, lo he dejado – dije, recuperando el cigarro, poniéndolo nuevamente en mis labios.
— ¿Qué te pasó?
— Mi madre murió y ya no pudo sustentar el curso mis abuelos, ni siquiera con la beca que me dieron – respondí, con el corazón roto.
— Es una mierda, lo siento – dijo – ¿Qué edad tienes?
— 16 años, casi 17.
— Oh, es verdad, lo había olvidado. ¿Me das un cigarro? – lo miré con desdén y él se limitó a sacar uno de su bolsillo.
— Si tenías uno, ¿por qué me pediste a mí?
— No soy rico por desperdiciar – respondió – ¿Sabes cuál es mi apodo?
— El Facilitador.
— ¡Maravilla! Pues es tu día de suerte – prendió su cigarrillo – Voy a facilitarte las cosas.
— No quiero nada de ti.
— ¿Cuánto te pagan aquí? A puesto que es una miseria – asentí y me miró atento – Te conseguiré un trabajo digno de un chico necesitado.
— ¿Y cuánto me va a costar? – pregunté indignado – Al diablo se le conoce por sus precios altos.
— No te preocupes, no te voy a cobrar – sonrió malicioso – Trabajarás para mí, se podría decir. Aquí tienes mi tarjeta – me entregó un pequeño monograma con un estampado de chistera atrás y un teléfono.
— No gracias – le arrojé y él se limitó a no tomarla.
— Bueno, ahí está la propuesta, tú elige si la quieres tomar o no. Yo espero que podamos ser grandes socios, corredor.
ESTÁS LEYENDO
¡PATÁN! [BL] +18
Novela Juvenil- Tú te buscaste esto... - dijo agresivamente, pero no equivocado. Yo me había buscado esto. Era cierto, pero no fue con intención. Ahora era el esclavo personal del chico más idiota y patán de la escuela, todo por una indiscreción mía. Proteger a...