19. Dame una razón

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Lean

Parece el más grande colmo de un chico con pierna lastimada, correr tras de alguien que no lo ama igual. Parece una idiotez grande el volver a intentar algo que tú mismo te habías mentalizado ya en perder y desilusionarte. Pero cuando recibí la llamada de Isaak no pude entender qué me había sucedido, luego él estaba tan deseoso de verme y lloraba tan desconsolado que ni con todas mis fuerzas podía detener mi sentir protector hacia él. A veces odio ser tan buena persona siempre.

Por favor, quiero verte – Lloró nuevamente, pidió contra todo lo posible – Necesito hablar.

— Creí que ya habías tomado una decisión, no he sabido mucho de ti – respondí – parece que no te importé nunca.

— No es eso, necesito hablar contigo...por favor – gimió débilmente – Te lo suplico.

— Está bien – no pude resistirme – Te veré mañana en...

— Te quiero ver en el Camión – me sonrojé algo penoso – después de clases, nos vemos a las 2.

— Vale... - colgué finalmente y no pude evitar sentirme abochornado por la situación.

Mi madre seguía estando de sobreprotectora conmigo, pese a que ahora tenía el deber de ocuparse ella de la tienda sola. Probablemente tenga que contratar a alguien en esta semana, aunque tal vez tenga miedo de que se quede por más tiempo.

— ¿Qué piensas? – dijo Ruth quien me esperaba en la sala de mi casa - ¿Fue alguien importante en la llamada?

— No lo sé, tal vez... pero nada urgente – respondí y sonreí.

— Me encanta cuando sonríes.

— No me pongas rojo – temí que lo haya logrado tan rápido.

— ¿Quieres seguir estudiando otro rato? – me preguntó tiernamente y me ayudó a sentarme en el sofá. Lentamente levantó su ceja y me miró profundamente - ¿O quieres hacer algo más?

— Mi mamá está arriba, nos puede escuchar – respondí temeroso.

— Entonces yo tendré que aguantarme – tomó mi mano y la metió con generosidad bajo su blusa de flores, toqué su suave piel blanquecina y la hizo subir hasta su busto. Su brasier se sentía suave y con un ligero temor, con la punta de mis dedos rocé el límite entre su bra y su pecho. Se sentía como la piel de un durazno y lo envolví finalmente con la palma de mi mano – Mmmg... - gimió al sentir la presión de mi mano y ligeramente rozando su pezón.

— Eres tan hermosa – me metí de lleno y aproximándome hacia ella, le di un beso ligero.
De repente se escuchó cómo mi mamá bajó de la escalera y en un veloz movimiento saqué mi mano, con una máxima destreza me aparté y fingimos estudiar.

— Chicos, les haré unos bocadillos – anunció mi madre y se asomó a la sala. Nos vio con una sonrisa traicionera y siguió su camino. Nos vimos mutuamente y soltamos una ligera sonrisa, eso se sintió lleno de adrenalina y teníamos la astucia de ser cómplices de nuestros deseos adolescentes.

— ¿Y ya hablaste con Nathan? – pregunté con nerviosismo.

— Yo...sí, algo así. Soy algo torpe con ello pero logré entablar una conversación sin abofetearle por ser un imbécil – anunció con un tono sarcástico - ¿Tú no serás igual?

— Bueno, quizá se le pegó algo de Derek – bromeé – Y tranquila, yo no tengo ninguna relación con ese tonto.

— Lo sé, eres diferente – sonrió feliz y me despeinó el cabello. Por un momento, su mano me hizo recordar a Isaak. Mi enamoramiento parecía tan lejano y hace apenas unos días lo tenía bajo mis cobijas como si nada. Efímeros son los momentos en la preparatoria, un día amas a alguien y al otro puedes ni hacerle caso.

¡PATÁN! [BL] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora