5. No tienes opción.

1.6K 76 0
                                    


Isaak

Al salir de la escuela no pude evitar recordar todo lo que pasó. Se me hacía increíble y terriblemente excitante, recordar sus manos toscas de hombre recorriendo mi cuerpo suave. Era increíble.
A lo lejos vi el coche del Sr. Landon a toda velocidad, salió del estacionamiento en la parte de atrás. Me dio una especie de punzada en el culito que recorrió toda mi columna, cada vertebra quería ser él. Pero quizá sea algo que nunca vuelva a pasar...
Seguí caminando hacia mi casa algo enojado y sin pensar muy bien en lo que había pasado. Hay una sensación extraña cuando uno acaba de cumplir una fantasía, que acaba de acontecer algo que anhelabas desde hace tiempo y suele suceder que se siente algo decepcionante y al mismo tiempo algo maravilloso.
Pasé antes al centro comercial para comprar algo de comer y me senté en unas bancas frente a una tienda de lencería. Siempre que pasaba por ahí me llamaba mucho la atención un chico que suele trabajar ahí y que también va a mi escuela, aunque en diferente grupo, desgraciadamente.
Trato de comer un poco hasta que siento una respiración detrás de mí, al asomar mi cabeza me doy cuenta que es Derek Martins en vivo y en directo, tiene roja la cara como si hubiera corrido hasta alcanzarme y sólo se me queda viendo agitado. Siempre me he sentido minúsculo a su lado, pero no ha sido excusa para ponerlo en su lugar de vez en cuando.

— ¡Tú! – exclama, al exhalar con fuerza veo como su pectoral amplio se hace grande y pequeño, me pone nervioso dicha acción de respirar.

— ¿Qué sucede? – le pregunto apenado. Había olvidado por unos instantes que él estuvo muy cerca de descubrirnos al Sr. Landon y a mí en el salón. ¿Se habrá olido alguna sospecha?

— Yo... - sonrió burdamente y se sentó a mi lado, sacó de su mochila su botella de agua y se refrescó unos segundos – tengo que hablar contigo, basura.

— ¿De qué carajos quieres hablar?

— ¿Estás listo para ser mi perra? – suspiró finalmente. Me quedé callado y no supe qué decir por tal intromisión a mi persona.
Mierda, mierda... ¡Mierda!
¡Lo sabe, carajo, lo sabe!
¡Por supuesto que sí! Es tonto pero no ciego, mierda.

— ¿De qué carajos hablas, brutus? – le apodé ese nombre cuando empezó a tratar de ligarse a Lisa con sus tontos piropos tan aburridos.

— ¿En serio lo preguntas todavía? Para ser de los más listos en clase de matemáticas, eres muy ingenuo – respondió y sacó su celular – Observa.

— Ay... - no fue necesario apretar el botón de reproducir, el multimedia no mentía – carajo.

— ¿Te gusta?

— No es lo que piensas, yo estaba preocupado por... - No se me ocurre nada y comienzo a tartamudear.

— ¿Así? Me tomas el pelo, querido. No nací ayer y sé más que tú sobre darse un polvo con alguien – respondió y guardó su celular nuevamente.

— No se lo puedes decir a nadie – consigo decir – Promételo.

— No estás en posición de pedir nada, pequeña perra – se bufa nuevamente de mí. La gente que pasa a nuestro alrededor nos ignora ocasionalmente, pero no se dan cuenta de que estoy muriendo de vergüenza.

— Yo... - yo no consigo decir nada más, estoy pasmado y quiero llorar.

— Tú...debes entender que ahora eres mío. Si no quieres que esto se descubra y todo el mundo sepas que eres una zorrita sumisa, desde ahora tendrás que tratarme diferente.

— ¿A qué te refieres?

— Harás todas mis tareas, serás como mi esclavo y me ayudarás en todo lo que te pida. Sin chistar y sin renegarme. Serás mi perra, como dije, ya que tanto te gusta serlo, ¿no es así?- menudo cabrón.

— ¿Y por qué me chantajeas a mí? No es más fácil decirle al profesor que te ponga 10 y ya.

— ¡Vaya! Debes saber que no me gustan las cosas fáciles como tú, a parte el profesor se pondría en mi contra y es obvio que te importa más él que si mismo. ¿No es cierto? – Es un cabrón de verdad, con la boca llena de razón. Por el Sr. Landon yo haría lo que fuera.

— Sí...sí me importa, pero de verdad no quiero hacerlo – respondí.

— El profesor Landon te tiene mucha estima, si no quieres verlo hundido y siendo tú el culpable, sólo no hay que meterlo. Además, las cosas de los alumnos con los alumnos.

— ¿Y qué harás si no cumplo tus peticiones, eh? – me sentí algo corajudo al decírselo.

— Pues no sólo toda la escuela se enterará, haré que llegue a tu primo y a tu tío dicho vídeo. Te cambiarán de escuela, supongo...o peor, te llevarán a esos reclusorios para gays y te transformarán en un macho hecho y derecho. Mientras que el profesor te culpará a ti toda la vida por arruinar su matrimonio y su carrera profesional. Recordarás lo adorado que es el profesor en la comunidad y será una paria para el resto del mundo... ¿eso o algo mucho peor? – finaliza con su fantasía terrible - no quieres eso, ¿o sí?

— Carajo - ¡CARAJO! No sé si es por no saber qué responderle, pero me quedo mudo.

— Así que querida perrita, ahora eres mío. No tienes opción – contesta – al menos no una opción linda.

— Yo... - me dejó perplejo su capacidad para ser cruel, podría ser un buen político algún día. Mierda, es demasiado – acepto. Acepto ser tu mandamás.

— Así me gusta – me frunce la boca con sus dedos y me hace verlo a los ojos – Y para que lo sepas, me agrada más el término: Perrita. Porque desde ahora eso serás para mí, fido. ¿Entendido?

— Sí – asiento y el sigue mirándome cruelmente. Me aprieta más la boca y sonríe. Quiere que lo diga, quiere que me dirija a él con respeto – Sí, amo.

— Así me gusta, perrita – me susurra al oído y me libera de sus manos – Mañana habrá una fiesta en mi casa, vas a tener que asistir. Te veo temprano para que empieces con tus tareas... ¿entendido?

— Sí, amo – le respondo sin opción.

— Lleva dinero y una falda. Te veo a las 11:00 am, te envío los detalles – espita finalmente, se levanta y se va sin despedirse ni nada.
Cuando veo que se aleja sigo con un nudo en mi garganta que finalmente se libera con un poco de llanto en mí ser. Ese bastardo hijo de perra me tendió una trampa, y todo por mi culpa. Era obvio que nunca me podré salir con la mía.
Las lágrimas corren mi mejilla y el hambre incluso se me quita, me retuerzo un poco en la banca y trato de concentrarme para no romperme en aquel momento.

— Oye, ¿te sientes bien? – se escuchó una voz dulce frente a mí. Al abrir mis ojos me doy cuenta que es el chico que trabaja en esa tienda de lencería que estaba frente a mí.
No puedo responder.
¿Lo estoy?
La respuesta tras lo sucedido es un rotundo no, pero como dijo Derek, no tengo opción.

¡PATÁN! [BL] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora