Capítulo 36 ☾

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Belial

Hace algunos años, Adele fue una mujer hermosa, que me tenía cautivado. Tenía un par de luceros esmeralda llenos de magia. Era hermosa de pies a cabeza y la magia que usaba era tan poderosa y creí que me había embrujado y por eso llegué a enamorarme de ella. La quise mucho, sí, pero amaba más el dominio que tenía en el infierno, estar con ella solo me iba a quitar el poder que tenía al lado de mis hermanos y perder tal no era una opción hace veinte años.

Cuando ella me dijo que estaba embarazada no le tomé demasiada importancia, creí que no iba a poder sobrevivir al parto. Tener un hijo de demonio podía ser muy peligroso y letal, pero Adele me sorprendió al traer a la vida al único hijo mío engendrado a través del deseo carnal. Bryony Doomster era mi hija pero no me sentía orgulloso de ella. Era débil, miedosa, no se atrevía a hacer muchas cosas y se retraía en demasía. Era una vergüenza saber que todo ese potencial era despreciado en sanar aves y matar plantas. Si ella me dejara estar a su lado yo podría sacar todo ese poder que yacía oculto dentro de ella.

Miraba a Adele ir de un lado de la cocina al otro, Bryony se había ido con ese vampiro y ahora mi mujer limpiaba la cocina cómo era su costumbre ya. Debo decir que los años le habían sentado bien, era hermosa y tan atractiva. No por nada ese vampiro andaba detrás de ella y eso no me gustaba nada.

La miraba desde una esquina de su cocina, estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no prestaba atención a mi presencia. Eamon revoloteaba alrededor de la casa, asegurándose que Bastian no anduviera cerca.

—Mi querida Adele —pegó un respingo al escucharme hablar. Casi tira el trapo que sostenía en las manos. Sus brazos se tensaron y se giró lentamente hacia mí.

—Divel —frunció el ceño —. O mejor dicho, Belial —escupió mi nombre con asco.

—Veo que los años te han sentado bien —la miré de arriba abajo.

—¿Qué quieres, Belial? ¿A que has venido?

—Lo sabes perfectamente —le dije sereno.

Adele negó con la cabeza y dejó el trapo dentro del fregadero.

—Después de veinte años te apareces así cómo así solo para llevar a mi hija por el mal camino.

—Bryony también es mi hija, yo fui parte de su creación.

—Y solamente de eso —espetó —. Solo serviste para crearla y nada más, porque de ahí en fuera no serviste para nada. Tú no mereces ser llamado padre.

—Puedo vivir con eso —le dije sin importancia —. La quiero a ella.

—¿Cómo puedes ser tan imbécil y pretender que ella hará lo que tú quieres? Bryony no hará nada que tú digas, no puedes venir aquí y exigir algo que no te mereces —ahora estaba molesta.

—Le daré todo lo que ella quiere, ¿No es suficiente?

—¡Lo único que ella quería era ver a su padre, pero el maldito se fue cómo el cobarde que es y nunca regresó! No puedes venir aquí y exigir algo que perdiste desde el primer segundo que te fuiste, Belial.

Las cosas a nuestro alrededor se empezaron a mover, desde el frutero encima de la mesa hasta los platos que recién había lavado y ahora estaban en el escurridor.

Antes de que pudiera hacer algo en mi contra aparecí frente a ella, cogiendo su delgada mandíbula en mi mano. Sus ojos esmeralda seguían siendo impresionantes y atrayentes, toda ella lo era, no por nada llegué a sentir algo muy intenso por su persona.

Eternal ☾ (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora