Capítulo 15 ☾

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Caden

Limpiaba sus lágrimas mientras sus ojos se encontraban cerrados. Su pecho subía y bajaba cuando suspiraba. Mis dedos se deslizaban por debajo de sus ojos mientras más lágrimas amargas seguían manchando su pálida piel. Mi mano descansaba en su cintura encima de la suya, en un toque tierno y dulce, así como lo era ella.

El cielo se encontraba iluminado con las estrellas y la luna que dejaba ver su luz a todo esplendor. El viento movía las ramas de los árboles, las hojas caían al suelo con un sonido seco que podía escuchar hasta su habitación.

—¿Crees que sea conveniente decirle a Bastian lo que está pasando? —musitó.

—Ahora más que nunca —le respondí bajo —. Dijo que hay alguien que puede ayudarte con tus poderes.

—Pero tú también tienes un demonio dentro, tú me puedes ayudar.

—Yo soy un vasallo, pequeña bruja, no te llego ni a los talones. Soy de una clase tan inferior.

—Pero yo no quiero que nadie me ayude, solo tú —se apretó mucho más a mí —. No quiero a nadie aquí.

—Bastian ha conocido a muchas clases de demonios a lo largo de estos años, así que es posible que quien te ayude sea mucho más poderoso que yo. Esa persona sí te puede ayudar, yo no. Lo único que puedo hacer es estar contigo, apoyarte, cuidarte y curar tus heridas.

—Con eso me basta, vampirito.

Mi corazón latía lento cuando ella pronunciaba estas palabras.

—Estos últimos días han estado llenos de sorpresas, necesito un buen descanso antes de que mi cabeza explote —la escuché suspirar —. Un año al menos, lejos de todo —sonreí.

—¿Te gustaría escapar?

—¿Escaparnos tú y yo?

—Sí —le dije mientras miraba el techo de su habitación —. Uno o dos días lejos de este lugar. Podemos ir al lago, acampar o rentar una de las cabañas a las orillas de este.

—Nunca he acampado —me quedé callado unos segundos, se irguió y se sentó frente a mí.

—¿Qué? —hice lo mismo y me senté a su lado. Apretó los labios en una fina línea y se encogió de hombros.

—Nunca he acampado —repitió inocente —. ¿Podemos hacerlo? ¿Sí? —sus orbes se abrieron tan grandes que me fue inevitable romper aquella ilusión que se había estancado en ellos. Eran grandes y brillantes, llenos de magia.

—Sí, podemos ir. ¿Este fin de semana está bien? —la miré y ella asintió con la cabeza.

—¡Claro que sí! —gritó bajo y se me echó a los brazos, la atrapé antes de caer juntos al colchón. Su nariz rozaba la mía y sus labios estaban a tan solo centímetros de tocarse, mis manos en su cintura ejercieron la presión necesaria para que mis dedos se hundieran en la delgada tela que cubría la parte de arriba de su cuerpo.

Mis ojos bajaron por sus apetecibles labios, su barbilla, su clavícula trazando los huesos que le conformaban, hasta que se detuvieron en sus senos. Alcanzaba ver las dos areolas un poco más oscuras que su piel. De inmediato mi cuerpo reaccionó.

—Mis ojos están aquí arriba, vampirito —me pase la lengua por los labios antes de levantar la mirada hacia ella y sus orbes.

—Lo sé —entornó los ojos y se bajó para quedar acostada a un lado, con las manos metidas debajo de su cabeza —. No me culpes por pensar en ti de maneras insanas.

—¿Disculpa? —levantó ambas cejas, sorprendida —. ¿Ahora es mi culpa que tú estés pensando todo el día en echar un polvo?

—Disculpa pero "echar un polvo" se escucha muy sucio. Yo solo pienso en hacerte el amor.

Eternal ☾ (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora