Bryony
Antes de salir de la casa desayuné con mi madre, fue una plática amena, divertida y muy tranquila. Ella estaba insistente con el tema de Caden, pero le dije que nada había pasado entre nosotros, todavía, aunque obvio que eso no se lo iba a decir si es que llegaba a pasar pronto. Dijo que Caden le agradaba y que se veía un buen muchacho a pesar de su naturaleza. No habíamos convivido con vampiros así que para ella más que nada era raro tener tres en Bibury en este momento. Pero a pesar de todo no habían pasado cosas raras, o más raras de las que ya sucedían en nuestro amado pueblo.
Se me hizo tarde por estar platicando con mi madre, pero al llegar a la universidad me di cuenta que no era la única ya que en la entrada vi a Thea andar de un lado al otro. Se veía nerviosa.
—¡Thea! —le grité agitando la mano para que me volteara.
—¡Bry! —dio algunos saltitos. Cuando llegué hasta ella nos saludamos con un beso en la mejilla —. Pensé que no ibas a venir —se veía preocupada.
—Estaba platicando con mamá —me encogí de hombros.
—Está bien, no importa —se enganchó de mi brazo y juntas entramos al complejo.
—¿Por qué no estás en clase? Ya es tarde —la miré de reojo.
—Pasa algo —miró su entorno con miedo.
Me detuve de golpe al sentir el cúmulo de emociones negativas que le estaban carcomiendo por dentro. En su mirada había una capa de preocupación, sus orbes ya no tenían esa chispa de diversión que siempre había en ellos. Ahora estaban apagados, llenos de preocupación.
—¿Qué pasa? —se giró hacia mí. Hubiese sido tan fácil indagar en su cabeza pero no lo haría con ella, no iba a irrumpir en su privacidad. Ella era mi mejor amiga, nunca le haría esto.
—La policía está aquí —en ese momento sentí que mi alma abandonaba mi cuerpo, sus palabras golpearon mi rostro —. Ellos han venido a hacer preguntas por lo de Jareth.
—No puede ser —sentí que las rodillas me fallaban, así que tuve que apoyarme de la pared más cercana para no caer al suelo.
—Quieren hablar contigo, la directora te mandó llamar —Thea me sostuvo con sus manos.
—No puedo ir, Thea, sabes bien que no puedo ir —negué con la cabeza.
En mi pecho se formó un vacío que era imposible llenar.
—Tienes que hacerlo —de nuevo negué —. Sino vas a la dirección, van a sospechar más.
—No me importa —musité. Sentía la boca seca.
—Bryony —insistió con voz serena, buscando mi mirada.
—No puedo porque yo lo maté —le dije murmurando. Había pocos alumnos pasando frente a nosotros pero alguno de ellos podía escuchar —. ¿Cómo voy a explicar que su cuerpo no aparece? ¿Qué voy a decir cuando sepan que fui yo la causante de su muerte?
—Ellos no lo van a saber —dijo tranquila —. Porque tú no les vas a decir nada, solo dirás que tenías tus problemas con él pero que nunca pasó más allá, que nunca le harías daño a pesar de lo mal que él te trataba.
—¿Cómo puedes tener tanta confianza en mí? —le pregunté curiosa.
—Porque eres mi mejor amiga y siempre voy a estar aquí para ti. Creo en ti, Bryony y creo que vas a poder con todo lo que tienes encima —sonrió dulcemente.
—¿Y si me pongo nerviosa? —me ayudó a incorporarme. Puso sus manos en mi hombros y les dio un ligero apretón con los dedos —. ¿Y si digo algo que me delate?
