Capítulo 10 ☾

3.7K 436 241
                                    

Bryony

Me paseaba por la biblioteca con un libro en las manos, leía cada una de las páginas atenta a las letras ahí escritas. Eran libros viejos, con hojas amarillas y frágiles, unas a punto de deshacerse ya de tan usadas que estaban. En aquellos estantes había desde libros de remedios caseros antiguos pasando por libros de brujas y demonios. Revisamos los que creímos nos podían ayudar con lo que queríamos saber ¿Qué exactamente? No sé, quizá algo que me quitara estas dudas que no dejaban de rondar mi cabeza. No sabía si lo que había dicho Caden era del todo cierto pero cabía una posibilidad de que no estuviera mintiendo y que yo era hija de un demonio.

No podía explicar esto que yacía dentro de mí pero era poderoso, fuerte, demoníaco, lo sentía crecer y crecer cada día, con cada atrocidad que yo cometía esto que se mantenía guardado dentro de la bondad que todavía tenía se alimentaba de mis pecados y mis errores.

Leía en voz alta mientras que Caden estaba sentado en el sofá con los pies encima de la mesa y un libro en la mano. Pasaba las hojas más rápido de lo que yo lo hacía, asentía con la cabeza cuando le decía algo que quizá nos podía ayudar y pasaba al otro libro para continuar con nuestra investigación. Aunque no estaba ayudando en mucho todo lo que habíamos leído ya. No importaba cuánto nos esforzamos en cavar y cavar en lo más profundo de la demonología no había mucha información que ya supiéramos.

—No hay mucho que nos sirva —me quejé dejando el libro encima de la mesita. Bostecé. Habíamos pasado horas y horas en este lugar, buscando lo que sea.

Caden me hizo una seña para que me acercara y eso hice. Me restregué los ojos con la mano. Bajó los pies de la mesa.

—Esto no sirve de nada —miramos todos los libros que yacían en el suelo, encima de los sofás y por toda la biblioteca que ahora mismo era un desorden. Me senté a su lado y cogió mi mano entre la suya, la mía tibia y la de él fría como lo era la misma noche.

—Vamos a tener que recurrir a otro tipo de métodos, ¿verdad? —asintió con la cabeza —. Un médium.

—Sí, no hay otra opción, satis —pasaba su mano por mi espalda. Sentía nudos en esta, tenía los hombros tensos y la cabeza llena de información. Había aprendido mucho más en estos días que en mis veinte años en el colegio y con las brujas.

Su caricia era suave y delicada, como si se tratara del pétalo de una rosa. Cerré los ojos y tomé un poco de aire. El sol ya se había metido y la luna se dejaba ver entre los árboles que rodeaban la propiedad.

—¿Has hablado con Anthea? —preguntó con curiosidad.

—La he estado evitando, no me atrevo a decirle lo que hice. Mañana van a empezar la búsqueda de Jareth —de un momento al otro mis manos empezaron a temblar, no podía evitar pensar en aquella oscura noche.

—De eso no tienes que preocuparte —dijo sereno —. Nadie te va a relacionar con su muerte.

—Pero...—antes de que pudiera decir nada puso uno de sus dedos sobre mis labios. Aquel contacto no me pasó desapercibido ya que en estos días Caden y yo nos habíamos acercado mucho más, había roces intencionales, miradas lascivas llenas de un poco de pasión y atracción más que nada. Y estaría ciega si dijera que el susodicho no me atraía porque era todo lo contrario, yo era como una abeja que es llamada por el polen, Caden era el polen y yo la tonta abeja que quería producir miel. Me gustaba lo misterioso que era, esa aura negra y lobreguez que lo rodeaba, además sus orbes eran los más profundos y enigmáticos que alguna vez pude llegar a ver.

—Sigues pensando cosas sucias, brujita —me dio un toquecito en la nariz pero lo aparté de inmediato. Esto ya se estaba convirtiendo en una rutina entre él y yo, solo que yo no podía escuchar sus pensamientos.

Eternal ☾ (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora