Mansion Verlac. l

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        Xie cayó sobre el duro concreto, golpeando su costado derecho con el cuerpo de su brazo. El golpe seco sonó en toda la oscura calle como un sonoro chasquido. El muchacho tardó un momento en levantarse, los viajes por los portales le dejaban el estómago revuelto y un sabor amargo en la boca, eran como si tomaran su cabeza y la sacudieran hasta que quisiera vomitar, y en el peor de los casos eso último sucedía. No podía creer que hacía unos meses ansiaba con todas sus ganas usar un portal, ahora los odiaba a muerte
Por fin se puso de pie, tambaleándose de un lado a otro, hasta que logró apoyarse en una de las altas farolas negras de metal, las cuales no funcionaban. De repente una arcada se apoderó de su cuerpo y con ella la luz de la farola se encendió, Xie quiso reír, pero los mareos se lo impidieron. Pensó que si alguien pasaba y lo miraba de aquél modo, creerían que era un ebrio cualquiera, tratando de olvidar sus penas en alcohol y recorriendo las frías calles de una ciudad que ni siquiera estaba seguro de saber cuál era. Podría ser Rusia, Francia, Londres, no podía saberlo, pero el clima era frío y crudo.
       Xie recordó la última vez que se había emborrachado, y la velada en el restaurante Diamons se clavó en su perturbada memoria. Esa noche, la noche que le dijo a Isaac que lo quería, la noche que lo había mirado a los ojos y algo dentro de su ser se había retorcido con tanta fuerza que pensó que caería el suelo en cualquier momento. Esa noche le preguntó a su madre que cual era la razón de que sintiera eso en el estómago, como si tuviera ganas de vomitar. Ella le había dicho dos simples palabras, "Estas enamorado", pero se lo había tomado en broma, él  nunca se enamoraba, solo se enamoraban de él. Por qué claro, él era Xie Ribbentrop, no le hacía falta el amor.
       —Yo no sabía como quererte...— Susurró el muchacho en la vacía calle, donde ni un alma pasaba. — Pero aprendí a hacerlo. — A pesar de ser como era, Xie tenía una manera muy buena de echar a perder todo, y ésta no era una excepción. También era muy bueno en no saber lo que en realidad quería, haciendo que todo le resultara en un verdadero desastre. — pero demasiado tarde, ¿no?— No sabía por qué estaba hablando solo, su cuerpo casi lo obligaba a pronunciar las palabras, como si de esa forma se sentiría mejor, pero no fue así.
Cuando se hubo recuperado de su mareo, Xie pasó la manga de su chaqueta por sus irritados y cristalinos ojos, y se puso en marcha, dejando la culpa tras él. La calle era fría y oscura, con solo pequeños reflejos de luz que provenían de las calles a los costado, y de la farola que acaba de encender, pero esta no duró mucho ya que unos pasos después se apagó. Extinguirse conforme el muchacho se alejaba, pero aun así había un poco de iluminación, regalo de los autos que pasaban por las calles aledañas a esa hora. Las altas paredes de ladrillo de las fábricas y bodegas se extendían a su lado, dibujando enormes sombras en el piso, negras y aterradoras. Parecía la avenida industrial de alguna cuidad olvidada por dios.
El único sonido era el de las botas de Xie golpeando contra el suelo, provocando en acompasado chasquido que bailaba en los oídos del muchacho. Por un momento pensó en sacar sus audífonos de la chaqueta, pero cuando iba a meter su mano a ésta, escuchó el cuchicheo de unas voces a la distancia, rompiendo el silencio que había hasta ahora. Lo más rápido que pudo, Xie se escondió en uno de los callejones, sumergiéndose en una oscuridad aún más espesa e inescrutable, como la boca de un lobo andes de devorar a su presa.
       Xie cerró los ojos, para sentir así su alrededor sin tener que verlo. Percibía como gotas de agua caían de las oxidadas tuberías que corrían a los costados de las paredes de ladrillo, el va y ven de los anuncios de papel pegados en los altos barrotes de la electricidad que se movían con una suave brisa, los sonidos de las ratas al correr por los callejones, sus alterados latidos y sus constantes chillidos. Podía sentir todo su entorno como si de una extensión de su propio cuerpo se tratara, ya que éste se conectaba con el aire y el suelo, y cuando él lo quería, el agua también estaba en su terreno. La energía fluía en todo, como la sangre en las venas de un cuerpo y él podía conectar su energía con las demás, así funcionaba, sus pies sentían la tierra bajo sus botas, su piel sentía el aire, aún se sorprendía de lo que era capaz de hacer.
Captó algo más notable a la lejanía, los latidos de un corazón humano, fuertes y lentos. También el sonido de una muy lenta respiración, casi nula y un fuerte olor a sangre fresca, esa sensación de adrenalina corrió por su cuerpo, haciéndolo sentir poderoso.
       El muchacho abrió los ojos y permaneció escondido, esperando atacar si era necesario, y los dioses sabían que él quería atacar, como un animal herido y enojado, él quería desquitar ese enojo con algo y si no lo hacía pronto explotaría. Mas no fue ese el momento, ya que un pareja de jóvenes pasó frente a él, sin siquiera darse cuenta de que alguien los observaba, y Xie sintió una gran decepción dentro de sí mismo. Los miró bien, el chico abrazaba a la chica por los hombros, mientras ambos caminaban riendo y dándose pequeños besos. A Xie por alguna razón se le llenó el cuerpo de un sentimiento extraño que nunca había sentido, porque nunca había deseado algo que no pudiera conseguir, él siempre lo tenía todo y ahora acaba de perder algo que ansiaba con locura, y si él no lo tenía, nadie podía. El enojado y rencoroso muchacho miró como el otro chico sostenía un pedazo de papel en su mano derecha, —perfectamente enguatada debido al frío— la invitación a la fiesta de Thomas, y era su pase de entrada.
       —Hey. — dijo el pelinegro saliendo de la oscuridad, y la pareja al percatarse de su presencia se detuvieron en seco.— Este no es lugar para niños y menos a estas horas de la noche, puede ser... Peligroso.— cuando tuvo la atención de la pareja, Xie sonrió.— dicen que anda un lunático suelto, con ojos azules que brillan, si me preguntan a mí, es fácil hacer eso con un par del Leds y unos anteojos.
El chico se dio la vuelta, mostrando su pálida y afilada cara, con una sonrisa pintada en sus labios de un rojo carmesí. Xie pudo ver sus afilados colmillos detrás de su sonrisa, y se dio cuenta de que no eran simples mortales. La chica también se dio la vuelta, mostrando sus redondas facción adormiladas y los ojos entre abiertos, sonriendo tontamente. Sus rubios y rizados cabellos se pegaban a su cuello, donde una gran mancha de sangre los retenían.
       —¿Niños?— preguntó el chico con burla, mientras Xie se acercaba poco a poco y el castaño chico pasaba la manga de su negra chaqueta por sus labios, limpiando la sangre que había en ellos.— Será mejor que tengas una buena razón para haberme interrumpido, basura.
       —No tienes permitido hacer eso.— le respondió Xie, mientras pasaba una mano por la daga guardada en su cinturón, acariciándola suavemente, sintiendo cada borde e irregularidad en ella.— Va contra las leyes, por eso abajo hay lugares donde puedes comprarla...
       —Pues las leyes, los libros y la corte de sabios, me la pueden...— no lo dejó terminar, Xie sujetó la daga con firmeza y con un fuerte y certero tiro, arrojó el pequeño cuchillo hacia el pálido muchacho, clavándolo justo en su pierna izquierda, el aludido solo hizo una mueca de dolor pero no se movió.
       —Sería muy desagradable ver eso, que un montón de ancianos...— Xie soltó un sonido gutural de asco y un escalofrío recorrió su cuerpo.— aunque debo decir que la Reina de las hadas, Tiana, esta bastante buena, tendrá unos quinientos años, pero está bien conservada...— el otro muchacho soltó un gruñido para que Xie carrera la boca de una vez, y así lo hizo, pero no por mucho.— Bueno, Te dejaré en paz.— comenzó el pelinegro, mientras con una rápida patada incrustaba más la daga en la pierna del otro, provocando que cayera de rodillas frente a él, con un grito de dolor.— dejaré que termines con tu...—Xie miró a la adormilada muchacha, que observabas todo sin decir nada. Y con una sonrisa atontada en sus rosados labios.— Cena, y no le diré a la corte lo que he visto, tan solo si me das ese bonito papel que tienes ahí.
       El extraño gruñó de nuevo, como si de un gato se tratara y de un momento a otro se abalanzó sobre Xie, tirando zarpazos a diestra y siniestra con sus afiladas uñas. Al pelinegro no le costó mucho esquivarlo, tampoco es como si un insignificante enfermo como ese pudiera dañarlo. Tomó la daga que aún estaba clavada en la pierna del otro y con un limpio movimiento la sacó. Xie era rápido como un rayo, con movimientos certeros y firmes, blandió la daga en sus manos y con un último tajo, cortó la garganta del muchacho, para después clavar el pequeño cuchillo en su pecho. El enfermo cayó al suelo, miró a Xie con odio y escupió un puñado de sangre negra y espesa.
       —Sabes que no puedo morir, hagas lo que hagas.— dijo con un apagado susurro, pero sonó como si de una burla se tratara, y a la vez se podía distinguir el pesar en su voz. Xie se encogió de hombros, tomó la barbilla del sujeto y lo obligó a verlo. Los ojos del pelinegro brillaron, y los del desconocido, —Que eran de un rijo brillante.— se abrieron con sorpresa, seguramente porque sabía lo que Xie era.
       —No quiero matarte...— le contestó, analizando las fina facciones del muchacho.— sería un verdadero desperdicio... Y tan solo si no estuviera llegando tarde...
       —¿Qué quieres de mí, guardián?— interrogó el otro, con una ligera sonrisa y la misma voz rasposa.
       —Quiero la invitación.— demandó y bajó la mirada a la mano del vampiro, y se percató de como el castaño arrugaba la hoja con fuerza.
         —¿Para qué alguien como tú, iría a una fiesta de "enfermos" como ustedes nos dicen?
    —Voy a encontrarme con... Un muy buen amigo.— el muchacho miró a Xie despectivo, analizándolo de pies a cabeza. No todos los días se veía a un guardián tan de cerca.— pero a ti eso no te importa, ¿O sí?
El extraño estiró su mano y le dio el papel a regañadientes, fingiendo una sonrisa que resultó bastante tétrica.
       —Lo que sea por un amable guardián... — comenzó, pero fue interrumpido por los ágiles e inesperados labios de Xie.
       El aludido abrió mucho los ojos, y trató de apartarlo con un golpe, pero poco a poco fue sintiendo como sus extremidades se aflojaban y perdían fuerza. Como sus ojos se cerraban y parecía quedarse dormido, Xie no lo soltó, solo se quedó viendo como el muchacho se quedaba inconsciente, y sintiendo como sus labios se llenaban de su sangre, tan amarga que le resultaba casi imposible aguantarlo. Una vez hubo dejado de moverse, el pelinegro supo que se había quedado inconsciente al fin. Xie separó sus labios de él y los limpió con la manga de su chaqueta.
       —No puedo matarte, pero puedo dejarte sin conciencia por un rato...— susurró con una sonrisa, para después tomar al muchacho entre sus brazos.
No pesaba nada, era aún más ligero que una pluma y su cuerpo parecía tan frágil y cristalino como el vidrio.
       Xie caminó un poco y dejó el cuerpo inerte en uno de los callejones, a un lado de un contenedor de basura para que nadie lo viera hasta que él despertara. Se dio la vuelta y observó a la muchacha atontada tras él, con una sonrisa y una mirada vaga. Se acercó a ella y la tomó de los brazos. Pero ella estaba tan drogada que no se deba cuenta de nada.
       —Mamá dijo que no viniera aquí...— murmuró la muchacha, entre pequeñas risas.— creo que le debí haber hecho caso.
       —Mírame.— Exigió Xie, sacudiéndola de un lado a otra para que volviera en sí, y así fue, la muchacha lo miró con sus enormes ojos negros.— Vas a decirme donde está la fiesta de dónde vienes.— la muchacha sonrió, y lentamente apuntó a una de las bodegas tras ellos, en la dirección contraria de donde Xie caminaba.
       —Pero será mejor que no vayas, la gente ahí es muy... Rara.
Xie miró a la muchacha con lástima, era muy linda, como una niña pequeña o una hermana menor, él sabía lo que le pasaría, la transformación estaba cerca. Así que decidió intentar uno de los trucos que había aprendido en el entrenamiento.
Se acercó a ella, la sujetó por los hombros y la hizo mirar sus ojos.
       —Vas a hacerme caso.— comenzó y sintió como sus ojos ardían, la muchacha clavó su mirada en él, y pudo notar como sus negros ojos tomaban un ligero reflejo azul. Y con un lento movimiento, ella asintió.— muy bien, escucha cada palabra que te diga, quiero no vayas a casa, pondrás en peligro a tu familia. Espera...— Xie metió su mano al bolsillo trasero y sacó su billetera. — Toma trescientos dólares, pide un taxi y dile al conductor que te lleve al hotel más cercano, espera en la habitación y hagas lo que hagas, no salgas de ahí ¿Está bien?— ella volvió a asentir, y Xie pudo sentir como el efecto de la droga se estaba pasando en la muchacha, pero lo malo, era que el cuerpo de él absorbía la droga como una esponja.— Uno amigo irá a por ti, tienes que ir con él y hacer todo lo que te diga, su nombre es Franco, él es bueno y cuidara de ti por un tiempo, será tu maestro.
       —Pero...— comenzó ella, y sus ojos se llenaron de lágrimas.— Tengo miedo...
Xie la abrazó, tratando de que el miedo en ella se esfumara, a veces, podía controlar las emociones de los demás, provocar dolor o tristeza, pero era muy raro y no lo hacía a menudo, cada que lo hacía sentía como si su cabeza fuera a explorar, claro, era un hechizo potente y cobraba su precio como debía de ser.
Se separó de ella, y la muchacha lo miró por un momento con una pequeña sonrisa, formando un thank you con los labios.
       —Ve.— ordenó el muchacho, apuntado a la transitada avenida que estaba a unas cuatro cuadras de distancia. Ella estaba a punto de irse, cuando Xie la tomó del brazo y la regresó a su lugar.
       —¿Qué pasa?— preguntó la chica, con curiosidad. Xie se quitó la chaqueta, dejando ver de bajo su camisa negra de mangas largas.
El muchacho llevó su mano al hombro izquierdo y con un fuerte tirón, se arrancó la manga. Xie se acercó a ella y pasó la manga por su cuello, levantó su rubio cabello y ajustó el desgarrado trozo de tela sobre la herida, que aunque estuviera sanando rápido, era muy llamativa.

Moonlight Race: Alma de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora