Mansion Evans.

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Lamento si hay algunos errores, pero es que lo he escrito todo desde mi celular de nuevo para no dejarlos sin capitulo tanto tiempo, espero les guste. :3

Unos molestos toquidos lo habían despertado, entrando por sus oídos como balas directo a su cerebro. Poco a poco fue abriendo los ojos, y cuando lo hizo por completo, se encontró en un ambiente iluminado con la tenue y azulina luz de la luna, logró levantarse lentamente, pues tenía el cuerpo dolorido, mas bien machacado, no recordó por que, pero hasta la mejilla le dolía
Miró su entorno, y se encontró recostado en una incómoda cama, sin sabanas o almohadas, que parecía no haber sido usada en mucho tiempo, pues estaba manchada y desgarrada en algunas partes. Después reparó en la habitación, que era increíblemente alta y larga, con paredes totalmente blancas y lisas, sus suelos eran de madera oscura, y todos los muebles estaban cubiertos con sábanas blancas, como fantasmas acechantes, y Estaba bañada en luz azul y partículas de polvo que parecían bailar.
Los toquitos seguían, taladrando en la habitación. El muchacho con dificultad se puso de pie, sintiendo como algunas cortadas se volvían a abrir, y se acercó a la puerta, pensando que de ahí provenía el molesto sonido, caminó un poco haciendo el piso rechinar bajo sus pies, mas para su sorpresa de ahí no venían ningún ruido. Los sonidos cesaron de repente, pero como se fueron volvieron, esta vez más consecutivos y fuertes.
Isaac se dio la vuelta, y se dirigió hacia la enorme ventana que se extendió frente a él, era de mas de la mitad del tamaño de la pared, empezaba desde el piso y terminaba a unos cuantos centímetros antes de llegar al techo, sin cortinas y con algunos cristales cuarteados. Cuando el chico estaba más cerca de ella, pudo ver de donde provenían los molestos toquidos.
Un cuervo de un negro azabache picoteaba la ventana, y al percatarse de que lo observaban el ave levantó la cabeza y miró penetrantemente con sus profundos ojos azules al muchacho, y de improviso soltó un graznido aterrador que sacudió aun más la cabeza de Isaac e hizo que se tambaleara hacia atrás. Después de eso, el cuervo extendió sus majestuosas y aterradoras alas negras, que tenían reflejos azules y plateados, para así ponerse en vuelo. La ventiscas que provocaron sus alas hizo que algunos cristales se quebraran, saliendo despedidos directamente hacia el rubio, e instintivamente se echó hacia atrás, perdiendo el equilibrio y cayendo al frío suelo.
Cubierto por los cristera y el polvo, se incorporó en el piso. Fijó la mirado en la ventana, pero el cuervo ya no estaba ahí, extremadamente exhausto, el muchacho apoyó su cabeza entre los brazo, y se quedó ahí, asimilando lo ocurrido. Cerró los ojos y puso su mente en marcha. Recordaba a Michael apuntándole con un arma, luego Xie clavándole una katana en el pecho, después él lo abofeteó.
      Llevó una mano a su mejilla y sintió su cara irradiando calor, como si la mano de Xie acabara de golpearlo, pero, ¿Porqué darle sólo una bofetada, si un puñetazo era lo que se esperaría de Xie? Fue como si le tuviera lastima y Isaac se odio por eso, Xie no lo veía a su mismo nivel, pero sabía que para eso, tenía que esforzarse más que sólo un poco. Todo estaba mal, Xie podía estar muerto en aquel justo momento , lo sabía, lo presentía. Las cosas no mejorarían, sino todo lo contrario. Luego estaba la cuestión de John, ¿Que quería ese maníaco de él, de Xie? ¿Su poder? Era otra cosa que no comprendía, ¿de dónde venían ese poderes? El aire plateado, que lo hacía sentir poderoso, invencible.
       Luego cuando Xie... Xie. Una lágrima rodó por su mejilla, pero no tardó el limpiarla con su muñeca, pues estaba arto de llorar todo el tiempo.
       —No...—Susurró con voz de furia, sintiendo el sabor metálico de la sangre en su boca.— No puedo quedarme aquí llorando mientras él están en peligro, no puedo esperar a que las cosas se resuelvan solas.— Isaac estaba dispuesto a ponerse de pie, pero Algo bajo la cama en la que había estado dormido llamó su atención.
       Un pequeño objeto brillante destelló con la luz que desviaban los cristales. A rastras, se acercó a la cama y estrió el brazo, algunos cristales lo cortaron pues el espacio entre la cama y el piso era casi nulo, pero al fin pudo sentir el frío del metal entre sus dedos y con un ultimo esfuerzo sacó el brazo.
       Era un pequeño anillo de plata y cuando lo miró, de inmediato pensó en el anillo de Xie, no podía haberlo perdido. Tentó su cuello pero no estaba allí, casi en pánico, Isaac pasó las manos por sus bolsillos y sintió una forma circular, con desesperación metió la mano y sacó con alivio el anillo de oro. Centró de nuevo su atención en el otro anillo, lo observó con cuidado y se percató de que por la parte de adentro, escribía algo.
       —Mi ángel.—leyó, y de inmediato una ventisca se desató, haciendo volar las blancas sabanas por todas partes, una de ellas cayó sobre Isaac y este comenzó a luchar para liberarme, pero era imposible, no lograba deshacerse de ella. El aire cesó y se quedó quieto, lentamente, fue quitando la sabana que esta vez, salió sin problemas.
       Cuando por fin pudo ver, estaba en la misma habitación, pero ya no lo parecía, ahora se iluminaba con la luz del día de un tono dorado como el trigo y no del azul de la luna, todo estaba limpio y libre de polvo, de las paredes colgaban cuatros y los muebles no estaban cubiertos por mantas. La habitación era claramente de un adolescente. Había videojuego y ropa tirada por ahí, unos pares de zapatos y un emparedado a medio comer, en la puerta colgaba en gran espejo pero para su sorpresa, no podía verse en el.
       —¿Está bien?— preguntó una voz tras del muchacho, y estuvo a punto de responder pero alguien más habló antes que él.
       —Sí, solo un poco cansado, mi madre me ha hecho entrenar toda la mañana.— Esa, ¿Era su voz? Claro, no sonaba como el se oía a sí mismo, era como escucharse a travez de un teléfono o en un video, pero estaba casi seguro de que así sonaba su voz.— en cerio, me va a dar un paro cardiaco de tanto usa la espada, no siento los brazos.
       —Aun no comprendo el afán de tu madre por entrenarte en artes de pelea.— respondió la otra voz. Isaac Tenía mido de darse la vuelta y ver quien era esta vez, estaba tan cansado de sorpresa que si por el fuera se tiraba al piso para dormir un rato.— por lo menos te mantiene distraído.
       —Ni yo, solo sé que es agotador.— se escuchó un suspiro y luego una pequeña risa.— ¿De qué te ríes?
       —De ti.— se burló el otro.— Eres tan adorable, incluso cuando estas irritado. Eres tan, tan...
       — ¿Molesto?
       —Hermoso...
       La curiosidad por fin pudo con él. Se giró bruscamente y pudo ver a dos personas tiradas en el suelo a unos pocos pasos de distancia, y uno de ellos, era Ashton. El chico estaba de cara a Isaac, con su rubio cabello casi blanco cayendo juguetón sobre su frente. Tenía una radiante sonrisa y esta vez, no vestía de negro sino que llevaba una camisa pegada al cuerpo de un color verde. Cuando abrió los ojos, una penetrante mirada de un Verde brillante se clavó en el chico frente a él, pero ¿sus ojos no eran negros?
       —No soy hermoso.— respondió el otro, que al igual que Ashton, era rubio.— Tú lo eres.
       Esa voz sonaba muy parecida a la suya, por eso pudo distinguir por su tono, que le costó más de lo habitual decir aquellas palabras.
      —Tengo un regalo para ti.— Continuó Ashton, poniéndose de pie.
      Tomó al otro chico y lo ayudó a pararse, aun dandole la espalda. Ashton se llevó una mano al bolsillo y sacó una cajita negra que parecía cubierta en terciopelo.
—Eres todo en mi mundo.— inició, con voz apenada.— la luz, la oscuridad, todo y aunque me he equivocado en mis decisiones antes... El a verme enamorado de ti no fue un error.—Ashton se hincó y abrió la cajita negra, que contenía un anillo de plata que brilló en cuento a luz lo tocó.— eres quien guía mi camino y quien marcó mi destino, eres mi ángel... ¿Quieres ser mi novio?
El otro chico se puso rígido y se le tensaron los hombros. Se notaba obviamente incómodo.
—C-Claro...— respondió con voz dudosa.— Seré tu novio.
Ashton lo abrazó muy fuerte. E Isaac, con intriga se fue acercando lentamente, Ashton se miraba tan feliz, y sus ojos verdes, era extraño que no fueran oscuros como los conocía, quizá usara lentillas, pensó, eso lo explicaría, pero en aquel momento se llenaban de luz y los hacía parecer más brillantes.
—Eres lo mejor que me ha pasado.— se separaron y se miraron a los ojos, por un momento Isaac pensó que se percatarían de su presencia, pero no fue así.— Isaac...
Espera ¿qué? Los ojos del muchacho se hablaron con sorpresa, y cuando Isaac terminó de dar la vuelta completa pudo ver el rostro del otro chico, su rostro. De la nada, todo se hizo humo. Desvaneciéndose poco a poco, hasta quedar todo en penumbras. Se incorporó de nuevo en el piso, donde las cosas seguían igual, la tenue luz azul, los muebles cubiertos, el polvo por todas partes.
Un chirrido metálico hizo que diera un brinco, miró hacia la puerta y esta se estaba abriendo. Más cuando se abrió por completo, no había nadie detrás. Isaac se levantó y a pasos lentos se dirigió hasta allá. Cuando pasó el umbral de la puerta, salió a un pasillo en penumbras, únicamente iluminado por algunas velas acomodadas a lo largo de este.
El muchacho caminó con una mano pegada a la pared y con mucho cuidado de no hacer ruido, el pasillo era igual que la habitación, paredes blancas y altas y piso oscuro de madera.
El rubio pisó algo raro, y cuando bajó la mirada vio que era un pedazo de trapo color rojo, se agachó a tomarlo y se percató de que era una camiseta muy empolvada y sucia. Las luces del pasillo parpadearon hasta encenderse por completo. Y este tomó un aspecto diferente, limpio, nuevo, y no había señal de las velas por ningún lado.
—No quiero.—Decía la voz de Ashton tras una puerta.— No haré eso.
Isaac se acercó a una de las puertas, de dónde parecía provenir la voz y cuando llegó a ella, recargó la cabeza en la madera para poder oír.
—Vamos Ashton.—Dijo la otra persona.— Es nuestra primera vez, solo quiero una foto para recordarlo.—Se hizo el silencio un momento.— ¿O es que no me amas?
—Sí te amo.—se apresuró a decir.— Es solo que si alguien mira esa foto, estoy perdido.— ¿Que mierda pasaba ahí dentro? Pensó Isaac.— sabes que mi familia es muy reconocida por todas partes, y todos ellos me odiarían si teeminó "humillándoles" con algo así
—Nadie la verá.—Mentía, Isaac lo notó en su tono de voz, mentía. Pues después de todo, seguía sismo su propia voz.— Te lo prometo.
—E-Está bien, pero sólo una.—dijo con una pequeña risa.— solo porque te amo, Isaac.
"Oh mierda, ¿Ashton y yo? No, no, no puede ser, debe ser otro Isaac, claro. Creo que yo soy virg... Bueno, aun no lo sé, no lo recuerdo. Pero no puedo ser yo." Pensó el muchacho, mientras se alejaba de la puerta.
"¿Qué pensaría Xie de mí? No me querrá más."
Trató de ignorar lo que pasaba ahí dentro, pues era mejor para su salud mental, debía concentrarse en buscar una salida de ahí, así que siguió caminando por la casa que ahora se iluminaba por la luz del día y todos los muebles y pisos brillaban, como si fueran nuevos. Isaac entró a una enorme sala de televisión, donde había varios sillones y mesitas. En piso era alfombrado y de las paredes colgaban posters de fútbol americano, aquel lugar le resultó extrañamente familiar por alguna razón, mas no sabía porque.
—¿Entonces?—dijo un voz femenina, e Isaac pegó otro brinco.
—No me ha llamado.—respondió la voz de Ashton.— Y está evitándome.
Isaac los buscó con la mirada y los encontró sentado en las escaleras del fondo. Ashton estaba en el primer escalón, lucía cansado, pálido y tenía los ojos rojos del agotamiento, pero aún así seguían siendo muy verdes. Y Un poco más arriba, se encontraba una chica de pelo castaño y piel bronceada, era muy linda. Sus facciones eran un poco redondas, era Elizabeth, la conocía, la había visto en la escuela junto al capitán del equipo de fútbol, Michael. Solo que si cabellera no era tan larga esta vez, sino todo lo contrario.
— ¿Ni una llamada?—preguntó ella, asombrada.
—No.—Ashton jugueteaba con algo en sus manos.— Y encontré esto tirado en el jardín.—Extendió la mano y le mostró a Elizabeth el objeto, un anillo de plata.— Se lo di cuando empezamos a salir, pensé que le gustaba...—Dijo con tristeza.
—Ese Isaac es un idiota hermanito.— ¿Hermano? ¿Eran hermanos?— por alguna razón nos contrataron esa tarea.
—P-Pero yo acabé amándolo.—continuó el otro, con la voz quebradiza.— Y no sé qué he hecho para que se aleje.
—Es sólo...—El sonido de un celular interrumpió a Elizabeth. La chica llevó la mano a su bolsillo y sacó el móvil. Cuando lo abrió y leyó el mensaje, su cara palideció e intentó guardarlo lo más rápido que pudo.
— ¿Qué pasa?— preguntó Ashton acercándose para ver el dichoso mensaje. Pero Elizabeth se movió un poco y se lo impidió.—Dame eso.—advirtió, arrebatándole el teléfono.
—No creo que debas...—Ashton pasó del pálido al transparente cuando lo tuvo entre sus manos, sus ojos se llenaron de lágrimas y soltó el teléfono al piso, Elizabeth a su lado, lo abrazó fuerte contra ella, Ashton lloraba incontrolado, pero a la misma vez ahogaba su llanto tragándoselos y haciendo que su cuerpo temblara. Isaac se acercó a ellos y observó el móvil tirado con la pantalla encendida, se agachó para ver de lo que se trataba y la sangre en todo su cuerpo se congeló.
En la pantalla aparecía una foto de Ashton, teniendo relaciones con otro hombre, esta ponía "Ashton Evans, el mayor marica del instituto." Y un poco más arriba estaba el nombre del contacto que envió el mensaje...

Moonlight Race: Alma de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora