«Desapareció...»
La palabra flotó en el aire, llegándole como una fría brisa. Sebastian lo miraba con cara inexpresiva haciendo que su corazón se congelara poco a poco, era verdad, no se trataba sólo de una broma de mal gusto.
—¿Desapareció?— las voz de Isaac sonó distante, no perteneciente a él, como la contestación del eco en una montaña. Se lamió los labios, tenía la boca seca hasta la garganta.— ¿Cómo? ¿Qué ha pasado?
Sebastian cruzó la habitación con pasos decididos, haciendo rechinar el piso de madera bajo sus pesadas botas negras, y se posó frente a él, con cara de enfado y los puños apretados. En su mano había una manta negra enrollada, él la arrojó al suelo y esta se desenrolló inmediatamente, mostrando una katana partida en pesados y manchada de sangre.
—Solo hemos encontrado esto.— inquirió él, agachándose para acomodar los pedazos, formando en menos de unos segundos la espada.— No hay huella de él, no hay rastros, no hay olor... Mamá no puede sentirlo, como cuando nuestro pad...—se paró en seco y miró a su pequeña hermana.— Cuando John se lo llevó.— hubo en minuto en el que nadie dijo nada, como si todos pensaran, hasta que alguien rompió el silencio con una voz baja y lenta, como si tratara de tener tacto.
—Eso quiere decir que está usando los portales para esconderse.—Ayudó Ashton, quien estaba en una esquina de la habitación, con los brazos cruzados y con Tris a su lado.— Michael tiene portales por todos lados, pero solo él puede usarlos.—su voz se fue apagando lentamente, como si su idea no tuviera más sentido.— No creo poder llevarlos ahí.
—Tal vez mi madre sepa cómo usarlos.—Sebastian volvió a envolver la katana en la manta negra.— Si nos ayudas, rubio, tal vez podamos llegar ahí. Solo tenemos que ir a casa y hablar con ella.
—Sebastian...— lo llamó Isaac con un tono perdido, y el muchacho apenas se giró, sus dorados ojos flameaban con enfado, tal vez hacia a él, tal vez hacia la situación, Sebastian tenía una peculiar forma de ser que siempre parecía estar enfadado.— ¿Qué es la espada del ángel?
—Es un mito,— contestó después de unos segundos de pensarlo, analizando al muchacho de arriba abajo. Su cara se frunció, como si algo oliera mal.— No hay tiempo para historias Isaac, tenemos que encontrar a Alexie.
—Siento que es importante.—replicó el muchacho con decisión.— por favor. Dime lo que es.
Sebastian apretó con fuera la manta negra con su mano, sus ojos lo penetraron como cuchillos y frunció el ceño nuevamente, era obvio que estaba llegando el límite de su poca paciencia. Pero luego se calmó, respiró profundamente y volvió a caminar hacia él, haciendo el piso rechinar bajo su peso de nuevo.
—Hace mucho tiempo hubo una guerra...—el muchacho ni siquiera se giró, permaneció con los ojos fijos en la desgastada puerta de madera frente a él.— Un humano se reveló contra los dioses, contra los magos, contra toda la magia y todo lo sagrado que podía haber en este muerdo. Sus motivos eran dominarlos y no tener que ser la raza más débil del planeta. Fue seguido por un ejército de soldados muy grande, pero no lo suficiente. Aquel hombre, Zaid Tristan, ganó la espada de lucifer, el ángel caído que una vez fue perfecto, y con ella sometió a los demás ángeles y dioses, usándolos como esclavos para sus atroces actos, pero su poder no fue suficiente, o por lo menos se agotó muy pronto. El hombre murió y la espada se perdió para siempre. Fin. ¿Podemos irnos ya?
— ¿Zaid Tristan?— repetío con duda, había oído ese nombre antes, o tal vez lo había leído en algún libro de texto.— ¿Sabed más sobre él?— los ojos del otro se llenaron de fuego de nuevo.
—Si no te callas de una vez,—Sebastian lo apuntó con un dedo.— te juro que te dejo aquí y no te llevo a buscar a Alexie.— Isaac se sintió como un niño privado de sus caramelos por portarse mal, y cuando Sebastian se dio cuenta de que no tenía más que decir, se dio la vuelta para seguir caminando y salió de la habitación, seguido por Marcy. Isaac giró su mirada y se topó de nuevo con los dos muchachos que quedaban, uno de ellos, Tris, permanecía oculto entre la sombras, que parecían gustarle mucho, justo al lado de Ashto quien estaba sentado con las piernas abiertas y el cuerpo semi recostado. El muchacho le hizo una señal para que saliera de una vez, antes de que Sebastian se fuera sin ellos. Isaac se puso de pie, sintiendo como la camiseta que llevaba de le pegaba a la espalda por el sudor, él fue el primero en salir.
Todos fueron de camino al auto de Sebastian, para emprender la búsqueda de Xie. La tensión flotaba en el aire, junto con la preocupación, y la nostalgia que sentía Ashton al estar en su viejo hogar, lleno de buenos y malos recuerdos, en su mayoría malos.
El pequeño Tris a su lado apretado contra su brazo, no dejaba de ver la nuca de Isaac sintiendo un irracional odio hacia él, quien a su vez, estaba ocupado contemplando la musculosa espalda de Sebastian, preguntándose si estaba molesto con él. Al salir de la casa, Isaac puedo ver la fachada victoriana de esta, que parecía deteriorada por el tiempo y con un aire oscuro y sombrío. Frente estaba aparcada la camioneta gris de Sebastian.
— ¿Y ahora, a dónde vamos?—preguntó Isaac una vez llegaron al Jeep gris de Sebastian. Este, se dio la vuelta bruscamente y miró al chico con fuego en los ojos.
— ¿A dónde crees?—el mayor se acercó peligrosamente a él, tanto que puso sentir el calor de su furia.— a buscar a mi hermano menor, quien está perdido, de nuevo.—Hizo una pausa y lo miró de arriba abajo, Isaac pensó que la frente de Sebastian chocaría contra su nariz de tan cerca que estaba. Incluso pudo olerlo, una confinación de loción cítrica y humo.— Gracias a ti.
Las mejillas se le pusieron rojas del coraje, ¿Cómo se atrevía a hablarle de esa manera? Especialmente siendo él. Pensó. El culpable de la mayoría del odio que sentir Xie. Isaac metió las manos a sus bolsillos, sintiendo el aro de metal que guardaba dentro.
— ¿De qué estaba hablando?— el muchacho lo enfrentó, con el ceño fruncido.
—Será mejor que no vayas con nosotros.—le respondió, tajante y desviando la mirada, Isaac sintió un vacío en el pecho.
—P-Pero... ¡no puedes!
—¡Claro que puedo! Xie no tiene la necesidad de meterse en problemas, pero ahora que estas tú aquí, se mete en uno nuevo cada cinco minutos.— Era obvio que en sus palabras dominaba el enojo, pero Isaac sintió algo más ahí dentro.— Si tan solo no te hubiera sacado esa noche...—el corazón del chico se detuvo y sintió una punzada de odio en el pecho.— Solo eres un problema más en esta familia, Xie casi muere dos veces desde que llegaste ¿No tienes la decencia de solo irte y dejarnos en paz de una vez?
— ¿Te refieres a que hubiera pasado si me hubiera dejado morir?—la sangre dentro de él empezó a hervir, solo pudo escuchar balbuceos después de eso y el vacío que había sentido antes, se llenó de ira.— La verdad yo no sé por qué me salvó, ni tampoco que lugar tengo en este maldito juego enfermizo. Pero sé una cosa, yo nunca le he pedido algo que no quiera hacer, todo lo que él hace lo hace por sí mismo y es prácticamente imposible detenerlo. Y claro que iré a buscarlo porque...
—Tú no tienes derecho...—lo interrumpió, lanzando veneno en cada palabra.— ¡Yo soy su hermano! Tú no tienes derecho a hablarme de él como si fuera...
— ¡Claro que tengo el maldito derecho!—gritó.— ¿Su hermano? Tú ni siquiera lo conoces bien, dime, ¿Sabes tan siquiera lo dañado que está tu hermano? ¿Tienes una idea de lo que pasa por su cabeza? ¿Has estado con él cuándo su mundo se desmorona? ¿Sabes cuánto ha llorado por tus palabras hirientes?—Sebastian, por primera vez se quedó callado.— ¡No tienes ni puta idea! ¿Verdad? Pues yo sí. Y tengo el derecho a hablar de él, tengo derecho a tenerlo y tengo el derecho a protegerlo, ¡Y sobre todo, tengo el derecho a buscarlo!—la cara de Sebastian se retorció de ira.
— ¿Y quién te crees tú para decir eso?— le preguntó, cuando no tuvo nada que decir.
—Su único amigo...—Sebastian lo miró con tal furia, que podía sentir el calor de sus ojos llameantes.— Y más que eso, soy su novio.—la cara del mayor se desmoronó, e Isaac se sonrojo al darse cuenta de que era la primera vez que se refería a Xie como su novio.
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Moonlight Race: Alma de fuego.
FantasyÉl es salvado de una muerte segura por un chico de extraños ojos azules, y este, sin saber todos los secretos que su pasado esconde, decide llevarlo a su hogar y mostrarle su cara más obscura. Ese misterioso muchacho le mostrará un mundo que sus ojo...