Enemigos.

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Maryce fue la primera en adelantarse, colocó una pierna dentro del reflejo brillante, después un brazo y luego desapareció por completo, siguió Sebastian quien entró de un salto y Miranda con un delicado brinco, ambos chicos parecían custodiar a su madre, como un par de guardaespaldas, silenciosas sombras que se movían mortalmente en la oscuridad.
Isaac miraba como desaparecían uno a uno, provocando ondas en el reflejo tras ellos, como pequeñas olas en el mar, deformando la imagen plasmada. Lentamente Xie se fue moviendo para pasar por el portal antes que Isaac, el rubio abrió mucho los ojos y de repente entró en pánico, se iba a quedar solo y no sabría que hacer. Tomó con fuerza el abrigo que le había dado el muchacho y trató de decir "espera" pero el otro se le adelantó.
—De verdad...— Alexie se detuvo de repente, como si hubiera recordado algo importante, el muchacho se giró para mirar al rubio a los ojos con una empatía que no reconocía, se estaba poniendo en sus zapatos por un momento. Xie lo observó, vio ese miedo que llenaba su cuerpo y lo paralizaba. Lo notó todo, su expresión de desconcierto, la forma en que sus manos se movían con nerviosismo, como sus ojos miraban de un lado a otro con rapidez, y sobre todo, se percató de los veloces latidos de su corazón, que iban y venían con un estruendoso compás. Xie sonrió un poco, formando un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda, le tendió la mano con gentileza e Isaac se sorprendió, ¿¡lo estaba invitando a ir juntos!? El rubio estiró su brazo y tomó la mano de Xie, que a comparación con la suya era enorme.—¿piensas que me iría sin ti?
Eran dos chicos, tomados de las manos, ¿eso era raro? Isaac no lo sentía así, para él era tan común, como si llevara una vida haciéndolo, incluso la mano de Xie parecía encajar con la suya de una manera única, como si sus dedos hubieran sido hechos sobre los mismos moldes. Isaac dio un pequeño paso al frente, tímido y nervioso, sus piernas temblaron y se tambaleó sin querer, mas el firme agarre de Xie impidió que cayera. Se miraron a los ojos por un momento, los del pelinegro azules como el mar profundo, y los del rubio avellana, era un color tan simple, que pensó que a Xie le parecerían mil veces terrenales, nada especiales, y tal vez tenía razón, mas no podía saberlo.
—Hace algo de frío.— dijo Isaac, pasándose el abrigo por la espalda sin ponérselo en si.— ¿Me recuerda a...— el muchacho hizo una pausa, pero nada. No recordó nada.– la nieve.
—Debe ser por los estanques subterráneos de mamá.— Alexie hizo una pausa y miró para otro lado.— ¿Tienes miedo?— el chico asintió delicadamente.— no debes, estás conmigo.
—Cuando estoy contigo, vivo en un estado de miedo constante...— se le escapó decir a Isaac, y rápidamente se dio cuenta que lo había arruinado, de nuevo. Xie alzó una ceja.— E-Es que, eres aterrador y...— "Eso no sirve de nada, idiota" se decía a si mismo, mientras que Xie trataba inútilmente no reír.— No me refiero a que seas el malo ni nada de eso... solo que eres muy creepy, y...
—Basta.— interrumpió el otro muchacho, quien había dejado de reír y volvía a fruncir el ceño.— no te equivoques, mortal, que nunca he dicho no ser el malo.— Xie apretó su mano y tiró de él como si de un trapo se tratara.— voy a protegerte ahí afuera, pase lo que pase, pero no te sientas tan importante, sólo eres un poco suertudo de... Tenerme a tu lado ahora...— Isaac pensó que lo soltaría, mas no fue así, El pelinegro siguió sosteniendo su mano, aunque con más fuerza y menos cuidado. El moreno avanzó, subiendo de uno en uno los escalones que llevaban al enorme reflejo. Isaac miró su nuca con nerviosismo, preguntándose cual sería su próximo movimiento en el juego. Él sabía muy bien que las cartas estaba a su favor, y las usaría en cualquier momento para dañarlo.
Xie fue el primero en entrar por el portal, sin decir un palabra o tan siquiera voltear a verlo. El rubio vio como el muchacho iba desapareciendo frente a sus ojos, y de un momento a otro, sólo la mano enlazada a la suya era lo único que quedaba de Xie.
Isaac cerró los ojos con fuerza, y poco a poco fue dejándose llevar por Alexie, algo nada nuevo... Una duda se planteó en su cerebro, ¿porque Xie hacía aquello por él? Si ya era confuso, el pelinegro podía lograr que lo fuera cien veces más, su manera de actuar era muy diferente a sus acciones o sus palabras, se contradecían unas con otras y lo único que provocaba eso eran dolores de cabeza.
Pasar por el portal fue como sumergirse en agua helada, que rodeaba todo su cuerpo, comprimiéndolo y robándole el aire. El muchacho abrió los ojos por el pánico, y se encontró en un lugar completamente lleno de colores y destellos, que giraban y bailaban frente a ellos. Isaac no podía respirar, pero aun tomaba la mano de Xie, así que se dio la vuelta para verlo y ahí se encontraba él, callado y mirando su alrededor con fascinación. El rubio tiró fuertemente de su mano, haciendo que el otro se diera la vuelta y dejara de sonreír al notar la expresión aterrada en la cara de Isaac.
—¿Qué pasa?— Preguntó Xie con una extraña lentitud al hablar.
—Me estoy ahogando— Isaac no supo si lo pensó o lo dijo, pero al parecer el otro lo entendió, Xie puso los ojos en blanco y se acercó mientras Isaac movía las manos de un lado a otro frente a su cuello con desesperación."
—¿Seguro que no puedes?— Volvió a preguntar Xie, y sin darle tiempo de responder, unió sus labios a los de él, tan fuerte y tan rápido que ni siquiera parecía un beso. Las manos del pelinegro sujetaban la cara de Isaac con fuerza, tal vez demasiada. El rubio abrió los ojos de par en par, y se percató de que Xie tenía los ojos cerrados con fuerza, ¿le daría asco? Era lo más probable, tal vez por eso lo miraba de aquel modo, le causaba repulsión, ese era el secreto. Isaac se sintió mal, pues muy en el fondo de su alma, él sabía perfectamente que quería algo más de Xie que no fuera repulsión.
Querer besarlo, un sentimiento que odió de inmediato, Isaac no quería hacerlo, pero tal vez su subconsciente sí, y en aquel espacio sin tiempo, sin reglas, sin nadie viéndolos, resultaba infinitamente tentador, tanto, que llegó un momento en que sólo podía pensar en como se sentía cuando sus labios estaban unidos, haciéndolo sentir enfermo por disfrutarlo tanto. Isaac estaba tan ocupado sintiendo mariposas en los pantalones, que no se dio cuenta de que podía respirar con normalidad.
Los colores del lugar desaparecieron rápidamente, llenando todo con un hiriente resplandor blanco. Los muchachos comenzaron a sentir como la densidad a su alrededor se volvía mas liviana, y como sus pies comenzaban a tocar algo solido.
Los labios de ambos aún estaban unidos cuando salieron del portal, y tomándolos por sorpresa, el particular sonido de alguien aclarando la garganta hizo que se separaran.
—¿Pueden dejar eso para otro día? tenemos asuntos aquí.— recomendó un chico, y cuando Isaac levantó la mirada para ver de quien se trataba, se topó con los penetrantes ojos dorados de Sebastian observándolos fijamente, como un halcón.
—N-No es lo que parece, ¡Lo juro!— el rubio dio un gran salto de un lado de Xie, y con ambas manos comenzó a sacudir la tierra que manchaba sus pantalones, con la cara ardiendo de vergüenza y los hombros tensos por el miedo.—¿¡Cómo pudiste hacerlo!?— le gritó a Xie, que lo vio indignado.
—¿Te refieres a salvarte la vida?— preguntó mientras lo apuntaba con un dedo.— de nuevo.
—¡Me besaste!— le reclamó.
-¡No, idiota! Te di la habilidad de respirar en un lugar donde no existe el tiempo, ni el oxígeno y por lo tanto no hay vida, cualquier cosa que usamos, ¡es solo para nuestro uso! Si un mortal trata de cruzar un portal, muere ahogado.- gritó Xie acercándose peligrosamente a Isaac, con los puños cerrados y las quijadas apretadas.
  —¿¡Y si sabías que era mortal, porque me haz metido ahí!?— exigió saber Isaac, pues se sentía indignado de que alguien jugara así con su vida.
—¡Porque creía que no eras un simple mortal!- confesó Xie, y después de eso, todo se quedó en silencio.- creí que eras más que un simple montón de huesos mundanos sin valor, pero veo que me equivoqué...
-¡Alexie!- exclamó Maryce, quien observaba todo desde atrás.- ¡No tienes el derecho de hablarle así!
-¡Le hablo como se me venga en gana, madre! Recuerda ¿quién era la que le decía mascota? - interrogó el chico, usando marcadas notas de sarcasmo, y la mujer se quedó callada por un momento.
—Tú sabes la razón de esa acción mía, y no fue con una mala intención, en cambio, tratar a las personas como quieras es incorrecto y...
-Yo sólo trato a las personas como se lo merecen.- gruñó Xie en dirección a Isaac.- y si trato a alguien como basura, es porque es basura...- Isaac no supo cuando, o como, pero su puño se dirigía directo a la cara de Xie, con toda la fuerza que tenía y más. No iba a quedarse a escuchar aquellas tonterías, y aunque no entendía el comportamiento de Xie, nada le daba derecho de hablarle así.
El puño llegó a su destino, pero no como Isaac querría. Xie había detenido el golpe con una de sus manos justo frente a su rostro, y miraba al rubio con los ojos ardiendo, literalmente.
-Te doy un seis por el esfuerzo.- se burló El pelinegro, y apretó fuertemente el puño de Isaac, tanto que lo hizo retorcerse.- no sé si haz querido golpearme, o sólo intentas acercarte de nuevo para besarme, nenaza.
La sangre de Isaac comenzó a hervir con fuerza, pero no sabía que contestarle, era pésimo en las peleas, por eso nunca le respondía a Xie en ocaciones anteriores.
-Eres insoportable.- soltó Isaac, lentamente y sintiendo el odio quemar su garganta.
-¿Insoportable?- Xie sonrió, dejando ver sus blancos y afilados dientes.- ¿tanto te duele admitir que estás enamorado de mí? No me sorprendería en nada, he visto tus sueños, me he visto en ellos...
-¿Qué has dicho?- Interrumpió Maryce, dando un paso hacia su hijo con una mirada sorprendida y a la vez de advertencia.- ¿Tú sabes que eso es un delito, cierto?
-El niño lee sueños.- opinó Sebastian bufando, con un tono de envidia y cansancio en su voz.- ¿Qué más haces? ¿Sabes cómo volar, maripocita?- Xie le lanzó una mirada matadora, que brillaba de un azul metálico, mientras que Sebastian la recibió con sus ojos de un dorado ambarino, que igual brillaba. Estuvieron así un rato, mirándose con odio, como gatos, con tanto coraje que podía cortarse la tensión entre ellos. Sebastian apartó la mirada primero, y Xie ni siquiera se burló, sólo se dio la vuelta de nuevo hacia Isaac.
Aún apretaba su puño, y el rubio sostenía su brazo con la otra mano, tratando de detener el dolor.
-Discúlpate.- ordenó Xie, con una voz que daba miedo. Isaac se quedó con los ojos abiertos por la sorpresa, ¿disculparse? ¿Él? No tenía nada porque disculparse, así que no lo haría, era ridículo pensarlo.- he dicho que te disculpes.
-No voy a disculparme sólo porque eres un idiota, dime ¿A dónde quieres llegar? ¿Por qué una disculpa?- el pelinegro arrojó la mano de Isaac, con tal fuerza que el muchacho fue empujado hacia atrás.
-Tú sabes porque disculparte, pero igual deja darte una pista...- informó, mientras daba unos pasos hacia el rubio. Su expresión era indescifrable, no se sabía si estaba enfadado, furioso, o se estaba burlando. Y cuando pasó por un lado de él, susurró.- Una disculpa por ser basura inútil no es lo que quiero oír, busca en esa limitada cabeza tuya, y encontraras la disculpa que quiero. Y la quiero para esta noche, en mi cama, sino, te echaré a patadas de mi casa...
Después de decir eso, Xie golpeó el hombro de Isaac con el suyo, con tanta fuerza que lo hizo hacer una mueca de dolor, pues pareció haber golpeado metal sólido.
Isaac siguió al muchacho de azules ojos con la mirada, sobándose delicadamente el hombro. Ese chico era una bestia, no tenía control de su fuerza ni de sus palabras. El muchacho caminaba con gracia, como la de un gato, sigiloso y en estado de alerta, con los hombros tensos y los puños apretados. El rubio desvió su mirada de la fuerte espalda de Xie por un momento, y lo que vio frente a él, lo que se encontraba después de terminar el camino de tierra, lo dejó pasmado.
A pocos metros de distancia, se encontraba una gran mansión de paredes del color de las nubes, que destacaba como un diamante entre el carbón. Era gigantesca, y hermosa, con dos enormes ventanales en la parte del primer piso, que parecían ser los ojos de la casa, siempre alertas, siempre abiertos. Había puertas dobles al centro, de madera negra y lisa, también dos terrazas en el segundo piso, que estaban completamente cubiertas por un techo de igual blancura, en la parte más alta de la casa, coronándola, se encontraba una cúpula de paredes cristalinas, que debía ser una oficina o un ático, pero que desde la distancia, realmente parecía una corona de cristal, Isaac volvió la mirada a la parte inferior del lugar, y la enfocó justo en los cuatro pilares de piedra que sostenían el techo de la entrada, donde se llagaba después de subir algunos escalones.
Dentro de tanta blancura, el color amarillo de las cintas policiacas destacaba como las plumas de un pavo real, estaban atadas al rededor de los cuatro pilares, advirtiendo el peligro. Un horrible sentimiento de miedo recorrió el cuerpo de Isaac, esa... Esa era su casa, el lugar donde había vivido durante casi toda su vida, era su hogar, y ahora sólo parecía un lugar triste lleno de recuerdos que a nadie mas que a él le importaba.
El rubios se percató de que alguien tras el dio un paso, y con miedo de quedarse atrás, comenzó a caminar. Iba justo tras Xie, y sólo podía observar los negros mechones de su cabello moverse con las pequeñas brisas repentinas. Las piedras crujían bajo sus pies al caminar, como un montón de cristales rotos, pero Isaac solo podía pensar en la disculpa de la que Xie hablaba. Nada en su cabeza era claro, todo estaba borroso, se perdía como una piedra en el mar, no podía pensar en una razón para disculparse, solo por lo del beso... El rubio sabía que él lo había besado primero, en aquel lugar extraño justo en su pelea con Haziel, pero, eso no había significado nada, por lo menos no para Xie, ¿se habría enfadado por que lo besó?
Una fuerte ráfaga de viento se desató, y de un momento a otro, el aire se llenó de pétalos de flor, de color rojo como la sangre, y del tamaño de una moneda. Isaac abrió los ojos con sorpresa, y se detuvo en seco, observando con atención cada pétalo, estiró la mano y como pudo tomó uno de ellos, encerrándolo en su palma por un momento. Cuando abrió su puño, se dio cuenta de que el pétalo era de una rosa, y que esta había manchado su mano con un líquido rojo.
-Rosas de sangre.- dijo alguien tras Isaac, y el muchacho sintió como le tocaban el hombro. Rápido se dio la vuelta, y se topó con los azules ojos de Maryce, quien le sonreía con tristeza.- Hermosas, pero a la misma vez letales, sus pétalos despiden una toxina que paraliza el cuerpo, y poco a poco detiene el corazón.- Isaac miró el pétalo, y sintió un enorme deseo de arrojarlo, esa cosa podía matarlo, pero algo dentro de él le decía que no tenía que temer, que ese pétalo era demasiado importante y valioso.- Era la flor favorita de tu madre, Isaac, porque eran igual a ella... Hay un campo lleno de estas flores por allá, tu madre las sembró todas, cada una tiene una gota de su sangre, eso hace que las flores la obedezcan, ¿sabes lo que eso quiere decir?- preguntó la mujer, y Isaac negó con la cabeza, sintiendo un nudo en la garganta que le impedía hablar.- Quiere decir que ella sabe que estamos aquí, esta es su forma de darnos la bienvenida...
Isaac observaba el patio, y mientras lo hacía, los ojos se le comenzaron a llenar de lagrimas, y el pecho le comenzó a doler, como si lo estuvieran golpeando. Le dolía, le dolía mucho no poder recordar a su madre, le dolía que las cosas hubieran sido así, y sobre todo, le dolía que no volvería a abrazar a sus padres nunca mas.
El muchacho levantó la mirada de su mano, y pudo ver como frente a él Xie se había detenido y dado la vuelta, ahora lo miraba solo a él, su pelo negro como la noche moviéndose con la brisa, su boca cerrada y sus ojos azules tristes, los pétalos de rosa lo rodeaban por completo y de esa manera, parecía un ángel, esa mirada de tristeza hacía que Isaac olvidara la verdadera bestia que era, lo hacía olvidar las palabras que una vez Xie había dicho, por que de aquella manera Xie parecía vulnerable, como si fuera a quebrarse, por que en aquel momento, Xie parecía humano, por tan poco tiempo que fuera, Isaac lo iba a guardar en su memoria como un recuerdo valioso que no se permitiría olvidar.
Las lágrimas comenzaron sin que Isaac quisiera, y pareció que Xie iba a dar un paso hacia él, pero en un segundo, su expresión cambió por completo, su mirada volvió a ser fría y apretaba la quijada. El pelinegro se dio la vuelta rápidamente y siguió caminando, mientras Isaac se quedaba ahí con el pétalo en la mano, aún observando como se iba.
-Él es muy duro con los demás.- susurró Maryce, que aún seguía tras Isaac.- incluso con su propia familia, pero recuerda hijo, Alexie puede ser duro contigo, pero con él mismo es mil veces más duro, ten siempre eso en mente, el dolor moldea a las personas, y Xie a pasado por mucho dolor, por eso es como es, es un alma torturada...- Isaac trató de armar sus palabras, pues Maryce tenía una forma peculiar de enredar las letras. "Xie es un alma torturada" fue lo que mas sonó en sus oraciones, y era la mas verdadera. Él estaba herido, su alma estaba rota, pero ¿Porqué?
-Es muy confuso para mí estar junto a él.- contestó Isaac, y Maryce sobó su hombro.- es como si para mí él fuera una persona diferente de la que es, como si lo conociera pero no de esta manera.
-El tiempo aclarará eso querido, sólo, espéralo.
-¡Vámonos!- exclamó Miranda, quien pasó por su lado.- Se hace tarde, y lo siento, mortal, pero este lugar me causa escalofríos.- la muchacha acarició con cuidado el látigo que se enredaba en su cintura, parecía de metal, plata tal vez.
Isaac comenzó a caminar con prisa, para poder llegar rápido a la puerta antes que los demás. El muchacho podía sentir como las espadas que colgaban de su cintura golpeaban sus piernas al andar, Xie aun seguía delante, y no tardó en llegar a la entrada antes que todos, con varios metros de distancia. Cuando llegó, se recargó en uno de los pilares de piedra, metió la mano a su chaqueta y sacó una pequeña caja de metal, la abrió y tomó un cigarrillo de adentro.
El rubio fue el segundo en llegar a la entrada, justo cuando Xie daba el último jalón al cigarro. Este abrió los ojos y miró al muchacho parado frente a él, rodó los ojos con fastidio y le tiró el humo sobre la cara.
-Imbecil.- gruñó Isaac, y Alexie no tardó en reaccionar. Sujetó al chico del cuello y lo sacudió de enfrente a atrás.
-¿Qué coño has dicho, niñito de mierda?- susurró el pelinegro con enojo, mientras dentro de sus ojos ardían llamas de un azul neón. Isaac se quedó callado, mirando hipnotizado los ojos del muchacho, era tan raro, ¿cómo había fuego dentro de él?- Así me gusta, calladito como un buen perro.- Xie lo soltó y acomodo su camisa con las manos, para después darle una palmada suave en la cara.
Al rubio le hirvió la sangre, se apartó de Xie y desenfundo una de sus espadas, mirando al chico con odio contenido. Isaac tiró un tajo que cortó las cintas policiacas a la mitad, dejando la entrada libre.
-Hace más de una década que no vengo a esta casa.- Maryce informó, mientras llegaba al lado de ambos muchachos, que no dejaban de verse como perros y gatos antes de una pelea. La mujer pasó entre ellos y subió las escaleras, se dirigió a la entrada y cuando llegó a ella, pasó su mano suavemente por la puerta de color negro.- es como volver a un hogar que dejaste hace años...
Isaac también se dirigió a la entrada, apartando la mirada de los ojos en llamas de Xie y colocándose al lado de Maryce. Quiso abrir la puerta pero esta no respondió, estaba con seguro, el rubio estaba a punto de pegarle una patada para que se abriera, pero Maryce lo notó y rápidamente lo detuvo con una mano. La vara larga de color negro que tenía la mujer comenzó a brillar de un color blanco, como una bruma espesa y asfixiante, que cubrió toda la vara. Un clic llamó la atención de Isaac, el seguro se había abierto sin mas, él intentó de nuevo y la puerta esta vez se abrió.
-¿Que es eso?-le preguntó señalando la vara, Maryce lo acercó a él y pudo ver la gema que lo coronaba.
-Le dicen báculo o cetro, es un potenciador, hace mi magia mas fuerte y duradera, soy mas fuerte con el en las manos. A pasado en mi familia por generaciones y mi madre, la abuela de Xie fue quien me lo dio, y me enseñó a usarlo.- informó Maryce, sin necesidad, él se conformaba con que dijera "es un palo mágico que brilla cuando quiero".
Cuando todos entraron a la casa, se encontraron con un enorme recibidor, el piso era de madera y una delgada alfombra roja guiaba a las escaleras, las paredes eran blancas, había cuadros marcados sobre la pintura, ahí donde habían colgado retratos que ya no estaban mas, todos los muebles permanecían cubiertos con sabanas blancas que parecían fantasmas, aterradores entidades blancas del pasado, literalmente. Maryce miraba la casa con tal cuidado, que Isaac pensó que tenía una cámara incrustada en los ojos y grababa cada detalle.
-Vamos- A Maryce se le quebró la voz. Isaac se puso tenso.- vamos a volver en el tiempo, pero solo seremos espectadores, nadie nos vera u oirá, no podemos cambiar, alterar o modificar el tiempo, solo verlo.- Isaac se coló a un lado de Miranda, quedando la chica entre él y Alexie.- trataré de regresar a la noche del incendio, Isaac, yo sé que será muy fuerte para ti revivir esos recuerdos, tienes que ser fuerte porque si en algún momento dudas de ti mismo o de nosotros, puedes quedar atrapado en un limbo viviendo tu recuerdo vez tras vez.- el muchacho sintió como se le debilitaban las piernas, pero solo asintió con la cabeza, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que por un lado era bueno porque podría volver a ver a sus padres de nuevo, aunque por lo menos fuera en un recuerdo, serían ellos de cualquier forma. Y por otra parte, no quería verlos morir, no de nuevo.
Se colocaron todos uno al lado del otro, Maryce en medio y Isaac seguía al lado de Miranda cuando se percató de que el cuerpo de Maryce comenzó a brillar, no literalmente ella, una delgada capa de brillo a su alrededor la cubrió, mientras su largo cabello negro se levantaba en el aire como si hilos lo sujetaran delicadamente desde el techo. El chico miró que su boca se movía pero no entendía las palabras que salían de ella, era otro idioma al parecer. Isaac se estremeció cuando de pronto personas comenzaron a aparecer en la habitación, pero iban tan rápido que no podía distinguirlas, solo eran borrones moviéndose. Como si pasaran fotos una tras otra en cámara rápida.
-Son capas del tiempo, momentos que ha presenciado esta casa. Es la energía que se guarda al pasar de los años, voces y momentos, mamá está buscando el correcto, todo estará bien.- isaac jamás se percató de cuándo Miranda había cambiado lugar con Xie. El muchacho de cabello negro lo tomó por los hombros y lo atajó hacia si mismo.
Con un gran estruendo, todo se de desmaterializó, todo se volvió negro y temió por un momento regresar a la oscuridad, pero luego sintió la presión de los brazo de Xie contra él, sosteniéndolo- él tardó un momento en contestar sus interrogantes. Ya no necesitaba preguntarle cuando tenía dudas, era obvio.- estamos viajando, llegaremos en un momento.
En pocos segundos todo volvía a formarse, las paredes con elegantes pinturas, el suelo de madera y la alfombra, grandes vitrinas con trofeos, fotos, placas, medallas, y cuanta cosa conmemorativa podía imaginarse. Cuando Isaac regresó en si Xie apenas lo estaba soltando, el muchacho se movió hacia donde había visto los vitrales para ver de cerca, en una ponía ''primer lugar en arquería- Isaac D. Winsord'' todos los demás eran iguales, uno tras otro, decenas y decenas por estante, unos ponían otras actividades como natación, polo, gimnasia, karate, esgrima, lacrosse, fútbol y muchos más, todos con su nombre.
En el centro de la habitación había una pequeña mesa con un florero, también había una foto familiar, Isaac quiso tomarla pero su mano la atravesó, volteó a ver a Xie
-Aquí somos energía, no tenemos un cuerpo físico, no puedes tocar nada, tu voz no puede ser oída así que mucho menos te pueden sentir. Es como si fuéramos fantasmas, seres astrales en un mundo físico. Lo mismo pero al revés-le informó el muchacho, Isaac no le respondió pues aún se sentía molesto, se agachó, como no podía tocarla.
En ella se encontraban, primero y en medio de todos, una mujer rubia de ojos verdes y piel como la miel, a su lado un hombre alto de pelo castaños al igual que sus ojos, tenía los hombros anchos y una presencia fuerte pero a la vez confortable, Isaac atrapó un sentimiento de seguridad al verlo ahí parado. Rodó los ojos y siguió observando, frente a ellos había tres pequeños niños, se reconoció a sí mismo de inmediato, no era difícil, facciones redondas, cabello clarito y ojos oscuros. Era bastante más robusto pero a la vez, se veía más feliz, su playera azul celeste destacaba de los tonos cálidos de los demás, pasó un dedos sobre la foto la cual no pudo tocar, pero lo que si pudo sentir fue el recuerdo de la textura de esa camiseta, como se sentía al ponérsela y de inmediato su piel se erizó. Estaba recordando algo.
Siguió observando atento a todos los detalles, vio que a su derecha también estaba una niña de unos ocho años, con largo cabello castaño y ojos verdes, su vestido blanco y su chaleco marrón la hacían parecer mayor, un toque delicadamente recatado, en su mano, sostenía un pequeño libro de ilustraciones llamado "arquitectura moderna para niños", isaac sonrió delicadamente, era una niña pretenciosa. A su izquierda, encontró a un pequeño niño de unos tres años, rubio y con ojos tan oscuros como el ébano, su overol naranja matizaba su piel y lo hacía ver más sonrojado.
En la foto todos reían, una verdadera sonrisa, la alegría flotaba entre ellos como oxígeno. La felicidad de Isaac se tornó rápidamente en tristeza, ahora se trataba de una foto de fantasmas. y ahora todo había muerto junto con mis padres, ya todos estaba perdido. «nada aquí esta perdido» dijo Xie, levante la vista y se me aguaron los ojos, «Encontraremos al maldito responsable de esto, yo te ayudare a hacerlo, es una promesa. Te protegeré cueste lo que cueste. Para vengar a mi padre es tarde e imposible, para vengar a los tuyos aun hay tiempo» sus puños estaban cerrados con ira, sus ojos cristalizados. le iba a responder algo pero unas personas entraron en la sala, era mi madre y ¿Haziel?
—No puedo creer que quieras irte, eso es muy poco profesional de tu parte Haziel.— decía la mujer de cabellos rubios, con una expresión más dolida que molesta.— tú sabes que eres como parte de esta familia, todos te queremos cerca...
—Señora Dalila,— Isaac sintió un nudo en la garganta, y pasó un ojo rápido por el atento Alexie.— sabe que eso es una mentira, su hijo ya no me quiere aquí, él mismo me lo dijo.— el rostro del chico se ensombreció, dejando ver sus obscuros ojos cristalinos.— no quiero ser una molestia para él ni para nadie más, será mejor que yo me vaya por donde vine.
—Mi hijo tiene miedo de aceptarse así mismo...— Isaac sintió una punzada de dolor atravesarle el corazón, ¿tener miedo de ser él mismo?, aquellas palabras le quedaron Justo a la medida.— cree que nosotros, su familia va a juzgarlo por quien es, cuando en realidad él es quien se juzga, nosotros lo amamos tal como es.— el rubio miró a Xie sonreír delicadamente, una risa burlona que le caló en los huesos.
—Señora, su hijo me imparta más que nada, me duele dejarlo...— Haziel parecía a punto de romperse, mientras Alexie los disfrutaba con elegancia y disimulo,— pero él no siente lo mismo por mí, solo me lastimo a mí mismo tratando de negarlo, le he pedido a los arcángeles que manden a uno de los mejores ángeles para cuidarlo, estoy seguro que llegará mañana a primera hora.— y por fin, como una gota de rocío, una lágrima rodó por su mejilla, la mujer se acercó y la limpió con un delicado dedo.— Además, no se cual es la insistencia en que me quede, hay personas más calificadas que yo para hacer este trabajo.
—Te lo he dicho antes, Eres parte de esta familia, si quieres irte puedes hacerlo, esta siempre será tu casa si quieres regresar.— Haziel le dio un fuerte abrazo a a la mujer y se echó a llorar en sus brazos, ella le acariciaba los negros cabellos con tanta delicadeza como si fuera a romperse, Isaac no podía dejar de sentirse culpable por todo lo que había pasado antes, se sintió como una horrible bestia, ¿realmente lo había dañado tanto para romperlo de esa menta?, Xie puso una mano en su hombro a manera de consuelo, pero se notaba que disfrutaba ver sufrir a Haziel.—Además, tú sabes que no hay nadie más quien se merezca más el amor de mi hijo que tú.— el agarre de Xie se intensificó, provocándole dolor.— te haz ganado lo que otros no han sabido ni comprender...
Isaac miró rápidamente a Alexie y su mirada de satisfacción había desaparecido completamente, ahora solo había espacio para la amargura de sus ojos y la gran tensión en su mandíbula.
La madre de Isaac y Haziel se despidieron después de un largo abrazo, el rubio solo podía ser un espectador atento a cada detalle, tratado de memorizar cada parte, grabando la imagen de su madre en su cabeza para jamás volverla a olvidar, después de un momento, Haziel se soltó de la mujer, dio medio vuelta, y se fue por la puerta sin decir nada más, ella se llevó la mano al pecho y suspiró fuertemente, cerrando los ojos en lo que parecía un momento de meditación.
Isaac se sobresaltó cuando un hombre apareció de repente, bajando las escalera pasó a paso, con mucho cuidado para no hacer ruido y cuando estaba apenas a unos centímetros de distancia, sin que la mujer se diera cuenta, saltó y la abrazó a por la espalda provocando que sus grandes brazos de flexionaran, después de que su cara se crispó del susto, la mujer respiró y sonrió con amabilidad, regalándole un pequeño beso en la mejilla al hombre.
—¿Qué pasa querida?— la voz de hombre se clavó en los oídos de Isaac como una flecha, conmoviéndome el corazón inmediatamente. Papá.- ¿porqué aún no haz subido? los niños están dormidos y...
        —Haziel se ha ido, tenemos que proteger la casa.— y como si de una puesta en escena se tratara, unos fuertes golpes retumbaron en la puerta, ambos se quedaron quietos, con los ojos abiertos con sorpresa.— ¿puede ser Haziel?
        Isaac los tenía tan cerca, sus extremidades hormigonaban y el estómago se le había reducido al tamaño de una moneda, estaba asustado, realmente atemorizando de lo que probablemente vería, no había caído en cuenta de que probablemente miraría a sus padres en sus últimos momentos de vida. La escena parecía congelada en el tiempo, con sus padres atemorizados dentro a él, Isaac dio un paso al frente y estiró su brazo intentando tocarlos, quería abrazarlos y decirles que los amaba, pero sabía que no podía. Alexie lo tomó del hombro y lo atrajo hacia él, susurrándole algo al oído que se perdió inmediatamente en el aire, Isaac estaba a punto de perder la razón.
        —Ve arriba,— la voz de su padre lo regresó de nuevo a la realidad, o si es que eso se le podía llamar realidad.— despierta a los niños y llévalos al refugio.— si voz se quebró poco a poco.
        —Pero...— La puerta volvió a temblar por los fuertes golpes y la mujer se estremeció, soltando un pequeño chillido.— no estoy lista, por favor ven conmigo, no estoy lista aún.
        —¡Hazlo Dalila!— el hombre se giró hacia ella y la tomó entre sus brazos.— y no importa lo que escuches, hemos estado esperando este momento desde hace tanto. Tú puedes con esto. — el hombre selló sus labios con los de ella, y grandes lágrimas corrían por las mejillas de los dos, como cristalinos pedazos de sus almas rompiéndose.— te amo, nos vemos en la otra vida, alma gemela...
        Con una sonrisa de inmensa tristeza, acarició por última vez su largo cabello rubio y la empujó delicadamente hacia las escales, la mujer lo miró con el corazón desgarrado y los ojos llenos de lagrimas. Isaac sintió como el vacío de sus entrañas crecía con cada segundo, su corazón se contrajo del dolor y sus ojos se nublaron por las lagrimas.
Un montón de recuerdo se fueron agrupando en su cabeza, las fuertes manos de su padre sosteniéndolo con delicadeza, abrázalo con amor, la suave piel de su madre cálida al tacto. Un par de sonrisas felices y llenas de cariño. Isaac se limpió las lagrimas con sus manos.
        Tenía el corazón en la garganta, observó como una vez su madre hubo abandonado el lugar corriendo, su padre avanzó por el recibidor y antes de que pudiera hacer algo, la puerta salio despedida de un golpe, su padre estaba apenas unos metros de la entrada, y sin que pudiera hacer algo o reaccionar a tiempo, la puerta lo golpeó haciéndolo caer.
El hombre se incorporó en el piso, Isaac estaba inquieto, se movía ligeramente de un lado al otro, desesperado. Tenía que parase ahí sin poder hacer nada, la ansiedad lo estaba matando.
Al ver a su padre, pudo notar como sus ojos color marrón se clavaron en la entrada, donde una vez había estado la puerta, su mirada denotaba horror así que la siguió. Había un hombre alto con traje negro, rubio, piel trigueña y brillantes ojos amarillos parado justo en la entrada, a Isaac se le helaron las extremidades. No había visto a los demás no una sola vez, esta tan atento a lo que estaba pasando que por unos instantes estuvo solo su padre, el extraño y él. El sujeto dio un paso lento, poniendo su pie sobre la alfombra del recibidor y la madera crujió aterrada bajo de él. Después, entró por la puerta, su padre lo seguía viendo aterrado, sin mover un solo músculo. 
        —¿Tú eres?— su voz tembló. El padre de Isaac se puso de pie lo más rápido que pudo.— ¿qué haces tú aquí?— tenía los ojos abiertos por la sorpresa y el miedo, Isaac dirigió su mirada de nuevo al hombre quien sonrió ampliamente, una sonrisa macabra que le heló la sangre.

Moonlight Race: Alma de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora