Antes de que Xie se fuera le dijo que tomara ropa de su armario e Isaac se sintió privilegiado de que el grosero, egocéntrico, e insoportable Xie le dejara tocar su fina ropa a gusto. El pelinegro le había sugerido que Entre más elegante fuera la ropa, los sabios le tomarían más en cuenta, en cambio si llegaba pareciendo un vago lo echarían a patadas, como a un perro. Según él era una cosa de tradición, "son unos malditos pretenciosos." Había dicho.
Xie se rió y le arrojó una almohada a la cara, tomándolo totalmente por sorpresa, pues, ¿porqué debía esperarse aquello? Cuando Isaac se había quitado la almohada sólo pudo escuchar el cerrojo de la puerta al cerrarse, sin un rastro del muchacho por ningún lado. Antes le había dicho que la corte de sabios era un dolor de cabeza, pues las familias reales del mundo mítico se distinguían por sus excéntricos comportamientos y su egocentrismo, Isaac había querido reírse, pues escuchar a la persona más egocéntrica que había conocido hablar de egocentrismo le resultaba un pedazo de comedia clásica, mas era obvio que no lo hizo, permaneció callado y atento... Y con vida.
Decidido a acabar con todo de una vez, Isaac tomó un respiro profundo y abrió el armario de puertas de madera, quedando con la boca entre abierta como si acabara de ver el santuario de los monjes más sabios del mundo.
Todo dentro estaba perfectamente organizado, zapatos, chaquetas, camisas, corbatas, sacos, todo lo que pudiera haber imaginado estaba ahí organizado por estilo y color, y no es que pensara que Xie fuera desorganizado, sino que se pasaba por mucho más allá de serlo, era demasiado orden para un armario y no parecía el de un chico de diez y tantos años.
Isaac comenzó a mover las camisas y los pantalones, intentando decidir cual escoger. Pero cuando despegaba las líneas de ropa, otra más aparecía tras la anterior, eran tantas, que incluso tuvo que meterse en él, gateando. Mientras avanzaba entre las líneas de ropa interminables, con la palma de su mano tocó algo frío que no era de madera, y cuando bajo la mano, el pequeño resplandor del metal lo tomó por sorpresa.
—¿Qué hace un interruptor aquí dent...?— en el preciso momento que levantó la mano, el interruptor se activó y las líneas de ropa comenzaron a moverse, Isaac no supo en qué momento su camisa había quedado atascada en uno de los colgantes hasta el momento en que se vio arrastrado por una de las líneas de ropa.
En pocos segundos estaba tirado en el suelo de la habitación de nuevo, viendo como las líneas salían y salían del hasta aquel momento pequeño armario. Se rodó por el suelo de madera hasta quedar fuera del montón de ropa y cuando miró, se quedó con la boca completamente abierta.
Las líneas metálicas sostenían la ropa a todo lo largo de la habitación, había más prendas ahí que en una tienda pequeña, los zapatos estaban debajo, en rendijas metálicas, sobre ellos había piezas que no identificó claramente y más arriba, todas las camisas y abrigos de todo tipo, pero al final, había otra especie de ropa. Isaac se acercó y movió unas cuantas camisetas negras, dejando a la vista las brillantes prendas de cuero que estaban adheridas a una muy fina pared de cristal. Había todo un vestuario de cuero completo, desde las botas hasta las muñequeras. Todo estaba distribuido como si estuviera puesto realmente en alguien y donde debería de estar la cabeza, había una nota escrita en papel de pergamino que decía:
—Usar únicamente al cumplir dieciocho años, en la ceremonia sagrada.— Isaac se acercó a la nota y pudo leer las letras más pequeñas que estaban debajo del escrito.— "De mamá y papá con amor"
Isaac se sintió terriblemente culpable por fisgonear cosas ajenas, pero no pudo evitar tocar aquel traje tan llamativo, era completamente negro y tenía pequeños adornos en plata, en el cuello del chaleco, en las muñequeras, guantes, las orillas de las botas todo menos en los pantalones.
El muchacho se quedó pensando que sería aquella "Ceremonia sagrada" y si incluía sacrificios o cosas extrañas en ella, se le erizaron los vellos de inmediato y decidió olvidar el tema, concentrándose en la nota de los padres de Xie. Cuando dejó de fisgonear, pensó que sería mejor estar listo antes de que Xie volviera así que, se puso en marcha, rebuscando entre la ropa como si su vida dependiera de ello. Encontró cosas muy extrañas ahí, la chaqueta con coderas de metal, más ropa deportiva de la que había en una tienda de la misma y chalecos que parecían a prueba de balas. Por fin, después de darle mil vueltas a todas las prendas, Tomó un traje de completo color negro, una camisa negra, corbata del mismo color y unos zapatos elegantes, la verdad Isaac sabía que tenía un pésimo gusto en moda, pues había recordado que su hermana lo ayudaba a escoger su ropa, mas no recordó a su hermana en sí, pero por lo menos ahora sabía que tenía una. Así que optó por no arriesgarse y tomó algo tradicional y discreto, tal vez cuando Xie lo mirara le diría algo lindo...
Isaac sacudió la cabeza con fuerza "¿algo lindo? Xie no diría algo lindo aunque su vida dependiera de ello, y mucho menos si se trata de mí, él piensa que soy mas feo que un perro." Pensó, mientras apretaba la ropa con los puños y se imaginaba lo que Xie le respondería "Pero los perros no son feos a diferencia de ti".
—Maldito, no me importa lo que digas, tu boca no me hará cambiar de opinión, se lo que soy y ni tú ni nadie...
—Eso aún está por verse.— le contestaron, Isaac saltó del miedo y miró con horror como Xie estaba unos metros tras él, rebuscando entre las sábanas.— No puedes decir que no te gusta algo sin antes probarlo.— decía, sin levantar la mirada de la desordenada cama, y el rubio se preguntaba cuando es que habría entrado, ya que no escuchó ningún ruido.— y cuando tu boca pruebe cualquier parte de mí, seguro que te volverás adicto.— dijo, y levantó por fin la mirada, Isaac estaba más que alterado, su corazón latía como loco mientras oía las palabras del muchacho. Xie lo miró y le sonrió, pues al ver lo asustado que estaba se cumplía su objetivo.— por fin, lo encontré...
El pelinegro sacó su teléfono de entre la sábanas y lo agitó frente a él, sonriendo con malicia.
—Tú...— Isaac se armó de valor, y Xie lo admiró con una ceja alzada, impresionado de su inesperada valentía.— tú no puedes...
—Oh, claro que puedo.— lo interrumpió con burla, dando la vuelta a la cama.— puedo hacerte cualquier cosa, puedo romperte el alma en mil pedazos, puedo enamorarte sin que te des cuenta, aunque, ¿no lo he hecho ya?— Isaac cada vez se pegaba mas al armario, y ya toda su valentía se había ido.— y la mejor parte es que después de que yo haya jugado contigo, tú seguirás regresando a mí, como un perro regresa a su dueño.— finalizó, y como había entrado, salió de la habitación, totalmente en silencio.
Isaac se quedó helado, pues nunca se imaginó que algo así pasaría, quizá la mejor opción que tenía era irse, Xie cada vez lo ponía más nervioso, y sus palabras cada vez eran mas hirientes. Pero, algo dentro de él le decía que se quedara, tal vez la parte que creía que podía cambiar a las personas es la que hablaba, y la necesidad que Isaac tenía por dominar a la bestia cada vez eran más grandes. El muchacho casi pudo oír la voz de su madre en su cabeza, "no puedes cambiar al mundo"
De repente Isaac se sintió feliz, había recordado algo claramente, por fin.
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Moonlight Race: Alma de fuego.
FantasyÉl es salvado de una muerte segura por un chico de extraños ojos azules, y este, sin saber todos los secretos que su pasado esconde, decide llevarlo a su hogar y mostrarle su cara más obscura. Ese misterioso muchacho le mostrará un mundo que sus ojo...