¿Sigues vivo?

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       El dolor recorría cada centímetro de su ya amoratada piel, y todo músculo de su dolorido cuerpo palpitaba con fuerza, sintiendo como las heridas punzaban y sangraban el muchacho recobró la conciencia, entre imágenes borrosas y sonidos huecos. Cada respiro era un agonizante dolor para él, pues estaba casi seguro de que le habían roto un costilla a patadas. Isaac estaba de rodillas en el duro suelo de mármol, con ambas manos sujetas al torso, tratando inútilmente de detener las punzadas de dolor. Estaba ahí, sin hacer ningún movimiento solo contemplando como gotas de sangre caían desde su cabeza haciendo cada vez más grande el charco frente a él.
       —¿Aún respiras?— preguntó una voz masculina. El rubio levantó la mirada y se encontró en una gran sala de piedra lisa y oscura, donde no había nada, haciendo que el espacio se viera aun más grande.
       De entre la sombras, la figura de un hombre fue saliendo lentamente captando toda su atención, era alto y delgado, con un par de ojos azules que brillaba, y cuando hubo salido completamente, Isaac pudo ver al tipo que los había recibido al llegar, el mismo Jason Verlac. Su traje estaba manchado de sangre, al igual que sus nudillos, sin duda él había sido quien masacró a golpes a Isaac, aunque no lo recordaba con claridad, todo estaba borroso después de haber estado en la entrada de aquella puerta. Después de eso, solo recordaba los golpes y el dolor.
       Isaac levantó más la mirada, y se topó con los ojos del otro muchacho, de un azul neón penetrante y frío.
       —Esos ojos...—comenzó Isaac, sintiendo como el metálico sabor de la sangre se esparcía por su boca. Y de repente recordó las palabras "¿ya te dije lo dulce que es el sabor de tu sangre?"— ¿De dónde los has sacado? Tú no eres un Bloodrain y mucho menos un Lauren.
       —El pequeño Alexie te esconde muchas cosas ¿No es así?— comentó Jason, sonriendo.— Es de muy mala educación de su parte no hablar de la familia con su novio.— se le retorció el estómago, "novio" había dicho, pero no se daba cuenta de que esa palabra estaba muy mal planteada, él aun creía que significaba algo para Xie, tal vez lo querían para algún tipo de trampa retórica.— bueno, podría decirse que tienes razón, no soy un Bloodrain, ni un guardián, mis ojos fueron un regalo, algo para poder ver el mundo como es.—Isaac estaba a punto de replicar, pero algo lo impidió.
       —Oh, Jason, no eran necesarios los golpes.— dijo otro hombre, de voz profunda, interrumpiendo y uniéndose a la conversación.— aunque es un bonito toque.
       Isaac rápidamente siguió la voz, topándose con un elegante traje negro hecho a la medida, unos rubios cabellos largos y un par de fríos y burlescos ojos dorados que lo observaban desde el otro lado de la habitación, el lado más oscuro.
       —¡John, al fin! comenzaba a pensar que no vendrías.— Jason se dio la vuelta y saludó cordialmente al otro hombre.— lo tengo hace una hora ya, y tu problemático hijo no ha venido por él, estoy empezando a creer que no lo quiere.— John frunció el entrecejo, e Isaac soltó un amarga risa.
       El muchacho pudo sentir como se le revolvía el estómago aún más con esa risa, y una gran impotencia llenó su pecho de ira, no podía moverse, y no porque estuviera atado o mucho menos, sino que el dolor no se lo permitía, y eso lo hacía sentir débil, inútil.  Su sonrisa se había convertido en un gesto extraño, e instintivamente comenzó a apretar los dientes con fuerza, Isaac estaba psicológicamente hecho un desastre, un manojo de nervios, y era casi seguro que explotaría en cualquier momento.
       —No debe tardar.— añadió John, sacando un reloj de su bolsillo e ignorando completamente la risa de Isaac, como si no existiera.— y cuando llegue, cumpliré el trato, te quedas con este, y yo con el mío.
       —Xie no es tan estupido como para arriesgarse así.— comenzó Isaac, riéndose crudamente, una expresión amarga y oscura.— él no lo dejaría todo por salvarme...— y la sonrisa poco a poco se fue transformado en una mueca de dolor, debido a la llegada de la cruda realidad, de que Xie no vendría.
       —¿Alguien te preguntó?— comentó John, dejando de pasar por alto la presencia del cucho, hablando con esa manera sarcástica e hiriente de decir las cosas, justo como su hijo lo hacía, quitándole importancia a la persona. Isaac sólo lo miró con frustración y enojo, que se acumulaban cada vez más en su cuerpo. Y Con un lento movimiento, levantó su brazo derecho y extendió la mano, mostrando el dedo miedo en dirección a John.
       El hombre rubio caminó hacia él, sus zapatos marcaban firmes pisadas y su cabello se ahitaba al caminar. John llegó frente a Isaac, y sin decir una sola palabra lo pateó en el pecho. El muchacho no supo como o cuando, pero la rápida patada hizo que saliera despedido por los aires. Vio todo en cámara lenta, como poco a poco se alejaba de la malhumorada expresión del hombre, como sus brazos y piernas parecían frágiles pedazos de cuerda que se ahitaban con el viento y también la expresión de burla en la cara de Jason.
       Por un momento el dolor de su pecho fue tan intenso, que parecía que iba a darle un paro cardiaco, pues si John lo hubiera golpeado un poco más arriba hubiera dado justo en el corazón, y un golpe de esa magnitud lo habría detenido en segundos. Isaac sintió como su cuerpo se estrellaba contra la pared, haciendo que el dolor de todo su cuerpo aumentará un cien por ciento. Se fue resbalando poco a poco, pero no le dieron tiempo de caer al suelo, pues en un abrir y cerrar de ojos John ya estaba parado frente a él, sujetándolo por el cuello con una de sus fuertes manos, que parecían tenazas a presión.
       —Tú sólo sabes arruinar las cosas, así que mejor cállate antes de que me encargue de hacerlo yo.— los ojos de John brillaban con furia, y si Isaac no se hizo encima fue por que su cuerpo no respondía a ninguna orden de su cerebro. Estaba tan asustado, como si John fuera un león furioso a punto de atacar y él sólo una gacela asustada.
       Por un instante los ojos del hombre fueron furia pura, y el brillo que salía de ellos, dorado y brillante como el sol, era incomodo de ver. Xie tenía muchas cosas de su padre, y esa mirada fría era una de ellas. John levantó una de sus manos en el aire, como si fuera la zarpa de un tigre, pero antes de que pudiera clavar sus garras en el muchacho, una voz lo detuvo.
       —Recuerda que el señor lo quiere vivo.— dijo Jason simplemente, y la expresión de John cambió por completo, ahora no era sólo furia, era temor y odio también.
       Y sin mas, soltó al muchacho y este cayó al suelo inmediatamente. Su cuerpo no dolía mucho, dolía más que mucho e Isaac no podía contener las lágrimas, de dolor, de impotencia, de miedo... El hombre rubio hizo afán de irse, mas antes de hacerlo volvió a patear a Isaac justo en el estomago, y pensó que si hubiera comido algo, lo habría vomitado. Con una expresión de odio, John se alejó.
       Isaac se quedó ahí tirado, saboreando la sangre en su boca y sintiendo el agonizante dolor, el muchacho sólo pedía quedarse inconsciente, así no sentiría más, así todo se acabaría de una vez, tal vez al fin, podría dejar se sentir dolor, y no sólo físicamente hablando. El rubio estaba a punto de cerrar los ojos, derrotado, débil y moribundo, pero antes de hacerlo, quería saber una sola cosa.
       —¿Porqué me odias?— susurró, y John al oírlo se detuvo repentinamente. Se le tensaron los hombros y cerró los puños con fuerza, como si Isaac lo hubiera insultado otra vez.— Yo nunca te hice nada malo.
       El iracundo hombre se dio la media vuelta, y observó al muchacho con desprecio.
       —¿No haz hecho nada?— le preguntó, con expresión incrédula.— Mi hijo está enfermo por tu culpa, tú lo contaminaste, si no fuera por ti, maldita rata, mi hijo sería mi legado, el Ribbentrop más fuerte de la historia... Xie sería mi orgullo, ¡tú me arrebataste a mi hijo, y lo convertiste en un pecador!— los puños de John se cubrieron de fuego dorado, que poco a poco se fuer extendiendo por sus brazos.— mi hijo pudo haber sido feliz, pudo haber tenido una familia, una bella esposa y seguir con su descendencia, pero ahora, está corrompido y no queda mas que purificarlo, sólo como yo sé.
       Isaac se quedó con los ojos como platos, o por lo menos el que se podía abrir completo.  Todo su problema, todo lo que John había hecho era por que a Alexie le gustaban los hombres, estaba enfadado por que su hijo no resultó lo que él quería. Al muchacho le pareció la razón más estupida de todas las que pudo haber oído, y de repente John le dejó de dar miedo, ya que sólo era un niño con un berrinche. Con sus pocas fuerzas, se fue levantando del suelo, apoyando todo su peso sobre sus puños. Y tarde se percató de que las razones que tenía el hombre para odiarlo eran erróneas.
       —Yo no he sido el culpable de nada, todo el mundo sabe que... Xie me odia.
       —¡Cállate de una maldita vez, mocoso estupido!
       —Tú eres el único estupido aquí.— le respondió Isaac medio levantando el cuerpo.— piensas que Alexie está enfermo, cuando la única enfermedad que tiene es mental...
       —Tiene razón,— comentó Jason desde el fondo.— Xie es un pequeño psicótico, sin duda es hijo tuyo.— el muchacho estaba recargado en la pared, cruzado de brazos y sonriendo con picardía.— espera... ¿no será que a ti también te gustan los tíos? Puede que Xie haya tomado el ejemplo de ti, ¿O no?—Jason parecía disfrutar burlarse de John, su rostro lo demostraba.— no te culpo la verdad, más bien te entiendo, y a ti también Iz.— Miró a Isaac de reojo y le sonrió, como si supiera algo que él no.— aunque Xie no es mi tipo, no me gustan los niños... Pero a su hermano, Sebastian, con ese look de niño pijo y...
       Fue el peor error que pudo haber cometido, John se dio la vuelta de nuevo y sin ni un segundo de espera lanzó una enorme bola de fuego dorado, que invistió al muchacho de inmediato. Mientras John caminaba hacia Jason, decidido a quien sabe que, Isaac luchaba por ponerse de pie, y con varios intentos lo logró, tambaleándose y retorciéndose de dolor.
       No podía darse por vencido tan rápido, no era débil, no era un perdedor, no, no lo era...
       A pasos torpes y lentos, comenzó a caminar con la pura intención de luchar por su vida, pues, ¿Qué más le quedaba? Tenía mucho que demostrar, y si se quedaba tirado como una bolsa de basura sólo daría a entender que era eso, basura. Sus ojos ardían, mas bien quemaban, y era casi imposible ver con claridad. Sólo la borrosa silueta de John a unos metros frente a él era lo que vislumbraba. Calor, fue la primera palabra en su mente, pues todo su cuerpo lo sentía, una oleada que rectoría su piel. Se sentía extraño, como un delicado roce de algo ligeramente caliente, y con forme caminaba se volvía más notable.
       —Tal vez no sepa nada de Xie...— murmuró el muchacho, y al parecer John no lo escuchó, mas no le importaba, pues esas palabras no eran para él sino que eran para si mismo.— o de esta retorcida familia, ni del mundo en sí, y estoy bien con eso, pues por mas que mi cabeza no lo quiera, la única cosa que deseó es estar con Xie, y no me importa no saber nada de él... Yo lo único que sé con claridad es que...— el calor había disminuido el dolor de su cuerpo, Isaac no sabía como funcionaba la curación de Xie, o si se sentía como calor, pero estaba casi seguro de que ese calor lo estaba curando, de una manera increíblemente rápida. El muchacho miró al frente, y su vista se fue aclarando, pudo ver cada cosa a su alrededor claramente, pudo sentir cada movimiento en el ambiente y pudo oír hasta el más mínimo ruido.— ¡Sólo sé una maldita cosa!— gritó, y en sus labios se plasmó una sonrisa. John se dio la vuelta para verlo, con furia y sorpresa en los ojos.— soy más fuerte cuando estoy a punto de desmayarme...
       Con una explosión, el cuerpo entero de Isaac se llenó de fuego dorado, exactamente igual al de John. El hombre no cabía de la sorpresa, pues Isaac sangraba por todas partes, lo habían golpeado hasta que se desmayó, y ahora, como si no fuera nada, invocaba una enorme cantidad de fuego sagrado, que en primer lugar sólo las familia del sol podía traer. El muchacho aún se sentía débil, pero la adrenalina lo ayudaba muchos, y su cabeza trabajaba a toda marcha para elaborar una manera de luchar. Y como una cubeta de agua fría, el recuerdo de los sellos que Maryce le había regalado brilló en su memoria.
       "Te ayudarán... ¿Qué hacen? sólo lo sabrás cuando los uses, no temas, ellos sabrán que hacer"
       Isaac recordó también como debía abrir los sellos, eran de sangre, así que con ella se invocaban. Levantó su camisa, y vio una enorme cortada en su abdomen, sin pensarlo manchó ambos pulgares con su sangre, y luego bajó la camisa de nuevo. Extendió ambas manos y con los pulgares manchados de sangre, trazó dos líneas verticales que se dibujaron perfectamente en el aire, como si las hubiera hecho en cristal.
       —La sangre de un guerrero, que invoca la muere...— comenzó a recitar Isaac, y pudo jurar que escuchaba las voces de más personas hablando con él.— como la última opción, el arma decisiva. La bondad de una, y la furia de la otra, ellas serán mi salvación ¡ignis!— hubo un momento en el que el muchacho no sabía lo que decía, pero al final funcionó.
       Las dos líneas de sangre que estaban frente a él brillaron, e Isaac sintió la necesidad repentina de tocarlas. Llevó ambas manos a cada uno de los rojos trazos, y como si estos supieran que hacer, se abrieron, formando dos abertura de unos veinte centímetros cada una. El muchacho instintivamente metió sus manos, y las vio desaparecer frente a sus ojos. Aun las sentía, pero en un lugar totalmente diferente, era frío y como si estuviera bajo el agua, una sensación imposible de explicar en palabras.  Las movió tratando de sentir algo mas, y una de ellas tocó algo rígido y helado como el hielo, sin pensarlo dos veces tomó el objeto y tiró de el.
       Su mano izquierda sacó una espada, larga y afila, de un color dorado suave con unas palabras gravadas en la hoja.
       —Pius.— leyó, y una sonrisa se formó en sus labios de nuevo.— Piadosa.— tradujo, y el instante su mano derecha sintió el frío del metal también, así que volvió a tirar. El mango fue lo primero que salió, después la hoja de acero, que era de un color negro mate, opaco y afilado, e igual con palabras grabadas en ella.— bellator... ¡Tú eres guerrera!
       Al momento de que las dos espadas estuvieron totalmente fuera de las aberturas, estas desaparecieron con un desgarro en el aire. Isaac se quedó con ambas armas en sus manos, sus nombres habían cambiado, pero significaban lo mimo, Pius y Bellator, piadosa y guerrera. Las espadas se cubrieron de fuego también, e Isaac volvió a sentir esa extraña sensación que emanaba de ellas, como poder en forma de electricidad que recorría sus brazos y se esparcía por todo su cuerpo. Las espadas le daban poder, el suficiente como para olvidar el dolor y moverse con libertas, levantó la mirada, y se encontró con los ojos de John, que parecían sorprendidos. Por un momento Isaac olvidó que las espadas habían pertenecido a él, pero que habían dejado de serlo cuando "murió".
       No perdió tiempo, pues sabía que el poder se acabaría tarde o temprano, así que corrió hacia el hombre desprevenido con ambas espadas cortando el viento, Isaac no se daba cuenta de lo rápido que era, pero llegó frente a John en milésimas de segundo, y cuando lo hizo, lanzó un tajo con las espadas, formando una x que invistió al hombre. El golpe provocó un estallido hueco, que hizo que el polvo y el humo se combinaran formando un gruesa cortina grisácea que le impedía ver. Isaac dio un rápido salto atrás, y pensó en una manera de disipar el humo, mas antes de que pudiera pensar, una potente ráfaga de viento sopló, y casi lo hizo caer. El muchacho llevó uno de sus brazos para proteger su cara, pues pedazos de piedra salían despedidos como pequeñas balas.
       Cuando el viento hubo cesado, retiró el brazo y se talló los ojos, incomodo y adolorido pues por la tierra y el fuego estos se irritaban. Por fin pudo ver bien, pues la espesa capa de tierra y humo ya no estaba, pero en vez de sentir alivio, el miedo que experimentó le caló en los huesos. John estaba parando a uno metros, ya no tenía ropa de la cintura para arriba, sino un par de enormes alas negras en la espalda, que se extendía majestuosas hacia arriba. El cuerpo de John era el de un joven de veinte años, de piel lisa, tersa y pálida. Tenía la cara agachada, y sus cabellos rubios la cubrían, Isaac se estaba imaginando la expresión de sorpresa que debía de tener, mas algo lo desconcertó. El sonido de gotas al caer, constante y claro, no sabía de dónde provenía hasta que miró detalladamente a John.
       Su brazo derecho goteaba, no de sudor o agua, sino de sangre, tan espesa y negra como la brea. Tenía un corte horizontal a todo lo ancho del brazo. El hombre no se movía, sólo su pecho subía y bajaba al respirar, y su sangre hacía un charco a sus pies. Isaac levantó las espadas y las observó un instante, la hoja dorada de Pius estaba manchada de sangre.
       —¿Te haz?...— preguntó John sin levantar la cabeza, apretando con fuerza los puños, haciendo que cada músculo de sus brazos se marcara y la sangre brotara en mayor cantidad. Isaac sintió un frío gélido recorrer sus entrañas, pues por la forma en que sonó su voz, no parecía estar muy contento.—¿¡Te haz atrevido a cortarme con mis propias espadas!?
       Por fin el hombre levantó la cabeza, tenía la mejilla derecha manchada de sangre, y los ojos ardiendo con tanta furia, que parecía que ese fuego se saldría de sus córneas y quemaría todo a su alrededor. Las alas de John se desplegaron aún más, provocando otra ventisca, que esta vez, logró mover a Isaac de su lugar.
       —Uh, primero te llama idiota y ahora te corta el brazo con tus espadas, éste niño es un rebelde.— Isaac miró detrás del hombre rubio, y ahí donde había arrojado la bola de fuego, que hora se extinguía, se encontraba Jason, en la misma postura que antes, sólo que esta vez rodeado por una especie de vidrio azul muy tenue, como un escudo protector.— Tu hijo se enamoró del hermano equivocado, ¿No crees?
       —¡Cállate de una puta vez!— respondió John, sin siquiera darse la vuelta.— si no quieres que te mate como maté al propietario original de esos ojos que tienes.— Jason levantó las manos en forma de paz.
       —Yo sólo decía, además, no creo que Stephan esté muerto, siempre fue muy escurridizo, Igual que su padre...
       —Stephan está muerto ¡Yo mismo lo maté! Tenía que asegurar el bien de Alexie, y ese maldito era un peligro para mi hijo...
       —¡Stephan era un niño, Jonathan!— replicó la voz de una mujer, como el alarido de un gato que resonó en todo el salón, dejando a los presentes sorprendidos.— tenía apenas dieciséis años...
       Isaac buscó de un lado a otro, mas no encontró rastro de ninguna mujer. John, quien se encontraba frente a él, con sus alas negras extendidas y el brazo aun sangrado, sólo agachó la cabeza de nuevo, como si estuviera arrepentido por algo o como si lo estuvieran regañado.
       —Era un peligro, Alexie era muy apegado a él de niño, no podía dejar que...— comenzó el hombre, pero se detuvo de inmediato.— no importa ya, está muerto, yo lo maté y nada cambiará eso, ahora Stephan es sólo un recuerdo.
       El muchacho no entendía nada de lo que pasaba, primero ¿Quién era Stephan? Segundo, ¿Dónde estaba la mujer? Y tercero, John mató al tal Stephan por ser muy apegado a Xie cuando era niño ¿Qué no estaba muerto entonces?
       —¡Stephan era mi hermano!— gritó la mujer, y John abrió los ojos de par en par.— lo conocí cuando él tenía seis años, vivía en una casa de huérfanos y cuando lo vi, supe que era...— de la nada, pétalos color azul comenzaron a caer del techo, bañando la habitación. Caían con delicadeza y en poca cantidad, Isaac, tentado por la curiosidad miró hacia arriba, y se topó con un techo ovalado, como una cúpula, donde había ventanas de cristal a todo lo ancho, mas el muchacho reparó sólo en una, la que estaba abierta. Ahí se encontraba la mujer, tenía un largo vestido blanco, que ordenaba en el viento junto con su negro cabello, tan largo que parecía parte del vestido.— era un Bloodrain, como Marlon y Percy.
        —M-Maryce.— Murmuró el muchacho y se vez John levantó la cabeza.
       —Nunca supe quien había matado a mi pequeño hermanito...— siguió Maryce, viendo hacia abajo con cierta tristeza.— él nunca tuvo enemigos, era tan amable y bondadoso, por eso Jamie lo quería tanto...— "¿Quién demonios es Jamie?" Pensó Isaac, pues el nombre se le hacía lejanamente familiar.— pero también sabía de magia, yo misma lo enseñé, y el día que fue a su primera misión como guardián, ya nunca volvió.— aunque la mujer hablara fuerte y claro para poder ser escuchada, en su voz se percibía un dejo de extrema tristeza, como si estuviera a punto de quebrarse.— Ahora sé que fuiste tú quien acabó con su vida.
       John tenía la cabeza agachada, y sus hombros temblaban de ira, o por lo menos eso pensaba.
       —Tenía que proteger a mi hijo...— susurró el hombre. Isaac no entendía nada de nuevo, como era de costumbre, pero parecía que John no odiaba a Xie, mas bien odiaba lo que era.— yo no sabía que Stephan era su tío, los ojos de chico nunca fuero azules como los tuyos, de haber sabido que...
       —¡Cállate de una vez! — gritó Maryce con una voz llena de furia, que no parecía provenir de ella y que hasta a Isaac le causó temor.— no quiero tus excusas, no hay vuelta atrás y que te comportes como un perro con la cola entre las patas no cambiará nada.— de la nada, Maryce saltó desde la ventana de donde estaba, eran por lo menos treinta metros. El vestido de la mujer se estremecía al caer, al igual que su largo cabello negro, la mujer cayó en cuclillas justo a un lado de Isaac y no tardó en ponerse rápidamente de pie.— pero admito que debo darte las gracias, no por haber matado a mi hermano, sino por que si no fuera por eso, yo no habría encontrado a Dalila y Xie nunca hubiera conocido a este pequeño ángel.— la mujer posó una de sus manos sobre el hombro del muchacho, él ardía, pero el fuego no la quemaba, pues Isaac no quería que lo hiciera. John levantó la cabeza, y la mirada de furia que Isaac pensó ver no estaba, en cambio, el hombre tenía los ojos cristalizados y a punto de las lagrimas.
       —Yo sólo quiero lo mejor para mis hijos...
       —¿Fingiendo que estabas muerto?— preguntó Maryce incrédula.— Tus hijos han pasado por muchas cosas en estos diez y seis años, Sebastian tiene problemas de ira, justo como tú, Miranda odia a cada hombre desde que te vio y Xie, mejor no hablemos de él...
       —Yo en verdad morí.— aclaró John, mirando a su esposa con tristeza.— pero alguien reclamó mi alma y mi cuerpo... Volver de la muerte es horrible.— confesó, sonriendo con tristeza.— y es más horrible estar vivo de esta forma, sólo una parte de mí funciona, y es la que regresó del infierno, la que sólo piensa... Sólo piensa en cosas egoístas.— la facciones de Maryce cambiaron por completo, y miró a su esposo con sorpresa.
       —¿Quién reclamó tu alma?— preguntó ella, y John la observó con los ojos llorosos a punto de decir algo.
       —Za...— fue lo único que dijo, antes de caer al piso inconsciente.
       La mujer intento correr a su lado por instinto, pero Isaac la sujetó, indicando con los ojos que mirara hacia atrás. Jason estaba ahí aun, sonriendo con superioridad como Xie lo hacías, la pantalla azul ya no estaba, pero cuando John dejó sus espalda al descubierto, se dieron cuenta que un pedazo de cristal azul estaba clavado en el hombre. Jason comenzó a caminar hacia ellos, a pasos lentos y sin prisa, una vez llegó a un lado de John, estiró la mano y el pedazo de cristal se fue desvaneciendo formado pequeñas partículas de vidrio que se dirigían de nuevo al muchacho.
       —Cristallum.— dijo Jason, una vez todos los cristales hubieron desaparecido bajo su mano.—un poder exclusivo de la familia de la luna, de los Bloodrain para ser exactos... Es la habilidad de fusionar la sangre y el poder vital del usuario, formando cristales muy duros y casi indestructibles.— explicó y echó una rápida mirada a Maryce e Isaac.— oh tranquilos, no lo maté, y aunque hubiera querido hacerlo, es imposible, John no puede morir hasta que su misión sea cumplida.
       —¿Porqué los has hecho?— preguntó Isaac, y algo hizo que el fuego de su cuerpo se extinguiera.— pensé que estaban del mismo lado.
       —Trabajamos para la misma persona, pero nuestro objetivos son completamente diferentes.— informó, y extendió el brazo de nuevo.— mi objetivo eres tú, desde hoy, me declaro tu enemigo.— informó con naturalidad, mientras Isaac trataba de comprender lo que decía.— John y yo nunca nos llevamos muy bien, mas eso no quiere decir que puedan venir aquí y corromper la cabeza de uno de nuestros guerreros mas fuerte, ¡Izzy! — gritó, mientas una especie de espada de cristal se formaba alrededor de su brazo con pequeños cristales que salían de su cuerpo y se unían unos con otros.
       Algo más captó la atención del muchacho, pues de entre las sombras tras Jasom, la silueta de una mujer se fue formando, tenía cabello negro y unos brillantes ojos azules, muy parecidos a los de Xie, pero unos tonos más oscuros. La muchacha apareció por completo, era delgada y alta, de tez blanca y con una bien marcada figura. Vestía de negro, con una chaqueta que dejaba al descubierto su abdomen. A Isaac se le hizo muy conocidas mas no sabía en donde la había visto, su memoria fallaba mas de lo normal y daba la sensación de que empeoraba.
       —¿Qué le pasó al amo John?— preguntó la chica con algo de preocupación.— ¿Y por qué me haz llamado tú, gusano?
       —Izzy, trátame con respeto, también soy tu superior.— Jason no se había molestado, sino que lo había dicho con un tono juguetón, como el maestro nuevo que quiere caerle bien a los alumnos.— y sobre John, estaba hablando mucho.
       La chica no dijo nada, sólo se acercó al cuerpo de John y se hincó a su lado, colocando sus manos sobre el hombre. Su cuerpo se cubrió de un brillo morado claro, y John fue desapareciendo poco a poco, como si se fuera borrando de una hoja.
       —Ya estará en casa, señor.— susurró la muchacha, para después ponerse de pie.
       —Jonathan te ha enseñada muy bien en tan poco tiempo, Isabella.— reconoció Jason, y entonces Isaac se dio cuenta de que el nombre completo de John era Jonathan. Pero si john no era un diminutivo, o por lo menos eso pensaba él.
        —¿Se te ofrece algo más?—preguntó ella, metiendo las manos a su chaqueta e ignorado por completo su comentario.— que no tengo tiempo y estar aquí me da nauseas.— Isabella giró la cabeza y miró a las personas tras ella con desagrado.
       —Si tanto quieres hacerle daño a Isaac, anda, te doy permiso ahora, yo me encargo de la mujer.—la muchacha sonrió, y miró a Isaac de reojo, quien estaba sorprendido por las palabras de Jason y la espontánea sonrisa de la muchacha ¿Porque quería hacerle daño? Se preguntó a si mismo.
       —¿Qué hay del señor Tris?— preguntó ella, y Isaac se sorprendió aún más, ¿Tris, el clon? ¿También estaba metido con aquellos tipo? Y lo llamó señor, tal vez era más que un simple peón.— ¿no se enfadará? Recuerdo que el viejo me dio un discurso eterno cuando dije que lo mataría.
       —Yo soy el encargado de dar la cara por lo que le pase a Isaac, tengo que "cuidarlo" para el amo.— le contestó.— no te preocupes, sólo, trata de no matarlo.
        —¡Te recuerdo!— dijo el muchacho de repente, apuntando a la chica.— eres la del callejón, que nos atacó a Miranda y a mí.— Maryce a su lado abrió los ojos con sorpresa.
       —Soy alguien más que la chica del callejón, que tu patética memoria no pueda recordarme es tu problema, mi único... Objetivo, es hacerte sufrir como tú lo hi...
      —Ay ¡Por dios!— exclamó Isaac interrumpiéndola, sintiéndose lo suficientemente harto con aquello y levantando los brazos en el aire.— ¿Qué pude haber hecho ahora? ¿Ten embarace y vendí a tu bebé?
       —Que gracioso, Isaac, eres casi como el viejo tú.— le contestó ella sonriendo.
       —¡No sé quien eres!— Ya estaba perdiendo la paciencia, poca le quedaba.— y nada que yo haya hecho te da derecho a lastimar a Miranda o a nadie mas...
       —¿Mi Miranda?— preguntó Maryce metiéndose es un pelea con indignación e Isaac asintió.— a mi hija nadie le toca un cabello...
       La tierra bajo los pies de Isaac comenzó a moverse ligeramente, y cuando miró hacia Maryce, se dio cuenta de que sus ojos brillaba, y sus manos emanaban una bruma blanca, espesa como la niebla que en vez de bajar subía hasta sus hombros como pequeños remolinos de humo. El muchacho intentó prender el fuego dorado de nuevo, mas no lo logró, intento hacer cualquier cosa, pero el único poder que sentía era el de las espadas. La chica y Jason que estaban frente a él no tardarían en atacar, pues ella se estaba quitando la chaqueta y él parecía afilar su espada de cristal.
       —Funciona, funciona.— Susurró Isaac cerrando los ojos y apretando cada músculo de su cuerpo.— ¡Maldita sea!
       —Déjamelos a mí.— dijo Maryce sonriendo, una sonrisa que daba a entender que tenía un plan.— aunque sí las cosas salen mal, corre, no importa si muero aquí, este no es mi cuerpo, es solo un clon de sangre.
       Todo se movió con más fuerza, hasta un punto en que el mármol comenzó a cuartearse. El suelo se llenó con enormes aberturas y sin tardar, robustas y sólidas raíces comenzaron a salir de ellas. De las raíces salían ramas, que crecían en todas direcciones, estas comenzaron a moverse como serpientes, mas esta vez hacia el mismo objetivo, Jason y su amiga.
       Las ramas se convirtieron en afiladas espinas de madera y se dirigían a toda velocidad hacia ellos, Isaac observó a Maryce, quien movía sólo los dedos, como dándole órdenes a las raíces de hacia donde moverse.  Cuando las raíces rodearon a su presa, Maryce cerró ambos puños, y las afiladas espinas crecieron todas la vez, alargándose hasta atraparlos. Isaac quedó asombrado por el tamaño de las ramas, había abarcado casi la mitad del enorme salón y se enrollaban hacia arriba, y cuando llegó al punto más alto, se percató de como dos figuras oscuras caían.
       Eran Jason y la chica, él llevaba su espada de cristal enrollada en la mano, y ella los puños cubiertos de fuego violeta, ambos caían a gran velocidad dispuestos a golpearlos con todas sus fuerzas. El muchacho miró a la mujer, y ella volvió a mover los dedos, las espinas se fueron interponiendo en su caída, pero ellos las esquivaban con gran agilidad, ya era demasiado tarde para otro truco de Maryce, así que Isaac preparó sus espadas. Ya estaban frente a frente, Maryce se había colocado en posición de defensa para recibir el golpe e Isaac puso las espadas cruzadas para detener los puños de la chica. Todo sucedió en cámara lenta, primero, se escuchó una potente explosión, seguida por el sonido de los escombros al caer, y luego, volaron chispas por el roce del metal de las espadas.
Isaac miró como una enorme hoja de acero se interponía entre él y el puño llameante de la chica, chocando con sus espadas y produciendo chispas rojizas. Sintió la impresionante fuerza del puños empujar la hoja de metal, pero esta no se movió. Rodó la mirada hacia Maryce también, y se percató de que la espada de cristal de Jason estaba a centímetros de su cara, pero algo la había detenido justo a tiempo, un par de manos sujetaban las espada, dejando la afilada hoja entre las palmas de la persona.
—Sabía que no te podías quedar solo.— dijo una voz masculina a un lado de Isaac, y el muchacho se dio la vuelta, topándose con los dorados ojos de Sebastian, los cuales eran inconfundibles.— Qué bueno que en casa todo estaba controlado y puede viajar aquí para llevarte conmigo, llegué a tiempo.— Sebastian giró la cabeza y enfocó su mirada a su costado.— Mas bien, que llegamos a tiempo.
—Si ¿Qué te diré? Tengo la habilidad de llegar siempre a tiempo.— dijo la voz de otro chico, pero esta a diferencia, era única.
Xie sostenía la espada de Jason con las dos manos, evitando que se moviera y como siempre, tenía esa sonrisa sarcástica en la boca.
Isaac se quedó boquiabierto, y echó un vistazo a su alrededor. Al lado derecho, había un enorme hueco en la pared que daba al exterior y del lado izquierdo igual, mas ese hueco daba a otra habitación. Xie y Sebastian no habían llegado juntos, eso significaba que Xie había venido por su propia cuenta.
—Odio a los invitados inoportunos.— gruñó Jason, ganándose la atención de Xie.
El muchacho de negros cabellos giró ambas manos hacia arriba, provocando un simple "crack" que rompió la espada de cristal a la mitad. Xie tomó el pedazo que había roto y con un ágil movimiento lo clavó en el hombro de Jason, quien aún tenía cara de no poder creerlo que su espada se hubiera quebrado. Del otro lado, Sebastian hizo que su espada se prendiera en fuego dorado, seguido de una fuerte explosión que invistió a la chica y de paso a Jason. Ambos salieron despedidos hacia atrás, hasta chocar con la pared. Jason sangraba a mares, y la chica se apretaba la muñeca con fuerza, como si se hubiera roto. Isaac sintió esa pesada mirada sobre sus hombro, por solo fue por un segundo.
El rubio no quería voltear a verlo, tenía pánico de lo que pudiera pasar ahora que estaban frente a frente. "No somos unos niños, puedo hablar como un adulto, lo sé." Se dijo a si mismo, tratando de apagar el temor. Pero ¿Qué le diría? "Hola, como te va, ¿Qué haz hecho desde que me dejaste tirado en el suelo desmayado y con el corazón roto en mil pedazos? Yo he estado bien, me han atado, golpeado, secuestrado, amordazado y prácticamente violado, pero fuera de eso, estoy genial" sonaba horrible, pero, no había cosa que no hubiera pasado en esas semanas que no hubiera sido horrible.
—¿Quién te ha hecho eso?— preguntó Sebastian, y al rubio se le encogió el corazón de que Xie no hubiera preguntado antes.— luces muy mal, me disculpo por haberte dejado solo.
—¿¡Te estás disculpando!? ¡Conmigo!— Exclamó Isaac, con un ojos bien abierto, pues el otro estaba hinchado y amoratado.
—Responde.— insistió Sebastian, dando en paso el frente y dejando su cuerpo a la vista. Ya no llevaba el traje de gala, ahora llevaba un vestuario completamente negro, con botas de combate y la enorme espada dorada, que era casi de su tamaño. Isaac siempre se preguntó cómo podía cargar tanto peso, si él, con las pequeñas espadas se cansaba, ahora Sebastian que llevaba la espada de kronos a todas partes.—¿Quién te hizo eso?
—Jason, creo, pero...— Isaac se quedó callado, pues Sebastian había pasado su espada frente a la cara del muchacho.
Xie tomó la espada rápidamente, y en cuando la tocó el fuego dorado desapareció, dándole paso a otro de un color azul tan oscuro como el fondo del mar.
—Ese hijo de puta va a pagar por eso.— murmuró Xie, mientras movía los hombros para calentar.
—¡Alexie!— exclamó Maryce, con un leve sonrojo.— cuida como hablas frente a tu madre, que aunque no esté presente del todo, siguió escuchándote.— Isaac pensó en que si él tuviera un hijo y este desapareciera por más de tres meses, lo último que le diría es que cuidara su lenguaje.
—Je m'excuse.— respondió Xie en francés, en forma de disculpa.— pero no dejaré que...
Isaac no lo dejó terminar, debido al sonido metálico que habían hecho sus espadas al caer. Repentinamente con un tirón Isaac le arrebató la espada a Xie, por un momento sintió su peso, luego su calor, su enorme poder, y todo a su alrededor se oscureció, comenzó a marearse y sintió que caía, su vista se nubló totalmente pero después de un segundo volvió a ver. El pelinegro lo miraba con los ojos abiertos de par en par, y dejó que el rubio tomara la espada.
¿Qué estaba haciendo? Él tampoco sabía, sólo una cosa le quedaba clara, no quería ser protegido, no quería ser débil, no quería que Xie lo rescatara cada que estuvieran en problemas, y sobre todo, quería demostrar que no era un patético niño rico que no sabía hacer nada.
"Yo no necesito que me protejas" dijo Isaac en su cabeza, pero sabía que el pelinegro lo había escuchado en la suya. "No soy débil, no soy un niño, no soy un mascota... Y sobre todo..."
—No te necesito.— dijo en voz alta, mientras el otro sólo lo observaba con una mirada inexpresiva.— he pasado por muchas cosas estos días, aprendí a usar mis poderes de alguna forma, soy más fuerte, más rápido, mucho mejor que antes, y no voy a permitir...— Isaac se detuvo de golpe, no por que quisiera, sino por que no pudo hablar más.
Xie lo había besado, tan fuerte, tan rápido, tan inesperado que solo le dio la oportunidad de respirar, y con duras dificultades. El muchacho sintió los labios del otro robarle los besos, más que eso, robarle el alma. Xie podía hacer que se desmayara con un beso, era su punto débil, los labios del pelinegro eran su perdición y nunca podía negarse a ellos.
—Nunca me haz necesitado realmente.—Dijo Xie una vez separaron sus labios.— y eso me duele, tal vez por eso necesito protegerte, para no sentirme débil, para no sentir que no te sirvo.— el muchacho aun sabía a dulce de cereza y humo, ese era su marca, algo que le hacía saber que era Xie quien lo besaba.— todo lo que hago es por tu bien, Iz... Todo lo que hago es porque te amo.— al rubio se la cayó el alma a los pies, no podía creerlo.— te amo Isaac, te amo... Isaac... Isaac.— el muchacho comenzó a ver las cosas borrosas de nuevo, oscuras, perdió percepción, las facciones del pelinegro frente a él cada vez tenían menos nitidez y todo a su alrededor se venía abajo.
—¡Isaac! ¡Isaac!— escuchó, como un aullido a la distancia.— ¡Despierta, este lugar se vendrá a abajo, tenemos que irnos! ¡Hermano por favor despierta!
—¿Dylan?— susurró Isaac, entre abriendo los ojos y sobando su cabeza.— ¿Eres tú, hermanito? ¿Qué haces aquí? ¿A caso tu voz ya cambió?— fue lo ultimo que pudo decir antes de ver unos mechones de cabello morado para después quedarse inconsciente.

Moonlight Race: Alma de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora