A la luz del dia.

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El muchacho despertó con unos pequeños golpes en la cara, uno, dos, tres. Movió la cabeza para tratar de detenerlos y sin previo aviso sintió un ardor tremendo en la mejilla, abrió los ojos por el dolor y pudo percatarse de como un líquido tibio corría por su mejilla, deslizándose por su rostro hasta llegar al cuello.
Parpadeó confuso y miró de un lado a otro, hasta que se encontró con un bulto color negro frente a él, justo sobre su pecho. El muchacho aun no se había incorporado por completo, solo tenía su cabeza alzada y eso le impedía ver con claridad. El bulto se movió, irguiéndose sobre él... Era un gato, de aspecto alargado y fino.
       El muchacho no se movió, ni siquiera parpadeó, solo se quedó ahí estático y asustado, viendo a aquel felino acechar desde su lugar, con sus ojos color azul metálico muy claro fijos en los suyos, hipnóticos y tan grandes que podía verse reflejado en los cristalinos globos oculares del animal.

El gato volvió a moverse, rotando su cabeza como la de un búho a punto de devorar a su presa, y el muchacho observó un collar de cuero negro atado a su cuello, con un brillante corazón de oro que destelló al entrar en contacto con la luz del sol. Eso llamó su atención, la placa colgaba justo sobre una mancha blanca en el pecho del gato y él trató de verla con más claridad, se acercó y notó una especie de dibujo en el corazón, como una runa o un grabado antiguo. El animal levantó una de sus patas repentinamente, amenazando con arañarlo de nuevo si se acercaba más. El rubio soltó un pequeño grito y se incorporó de inmediato, arrojando al gato sobre las sabanas y almohadas, y se sintió como un idiota por haber reaccionado tan tarde y de aquella manera, como si fuera una damisela en peligro, vamos, sólo era un gato negro.

—¿Qué pasa? — preguntó una perezosa voz, con un tono ronco y adormilado que por alguna razón lo asustó aún más. Giró la cabeza y de inmediato vio a Xie, quien estaba recostado en el sillón de cuero la esquina, tallándose los ojos y bostezando como un león. Era difícil no verlo, aunque la habitación hubiera sido más grande que una iglesia, porque aquel chico emanaba una especie de radiación tóxica para cualquiera que obligaba a los demás a verlo.
       "Pobre" se dijo mirando al pelinegro con lástima y culpa, pues había dormido en ese incomodo sofá por culpa suya... "Espera ¿pobre?"  Se reprendió, sustituyendo el sentimiento de culpa por el de rencor.
Era de sorprender que no hubiera despertado atado y amordazado, después de lo que había dicho la noche anterior y de como se había comportado... ¿en qué estaba pensando? Pues claro, los leones eran majestuosos, atractivos e imponentes, pero también eran peligrosos, demasiado para su real apariencia. Eso exactamente era Xie, él engañaba con su belleza para después atacar, y como una buena presa, el rubio estaban cayendo en su trampa, aunque él no quisiera aceptarlo.

Y ahora era peor, a la luz del día podía verlo claramente y no sólo como un borrón. Vio su piel mínimamente bronceada resplandecer bajo la luz tras de él, que lo rodeaba de brillo dorado haciéndolo parecer bendito, era injusto que algo que parecía tan magnifico fuera tan amenazador, sabía que no lo conocía, pero tenía esa sensación extraña en el pecho, como una molesta presión y después de lo que lo había visto hacer, de haber visto su magia, esa precios se hizo permanente. ¿Qué se esperaría de una persona que puede controlar la densidad del aire? Xie era fácilmente capaz de asfixiarlo con un simple movimiento de manos. Y ahora estaba ahí, como si fuera la persona más normal del mundo que acaba de despertar.
       Xie pasó una mano por su enmarañado cabello, alisándolo con facilidad y la dejó ahí un memento, sosteniendo los mechones que se escapaban entre sus dedos juguetonamente, se encogió de hombros, cerrando los ojos y soltando un suspiro de cansancio.

—Ya estoy viejo para esto...— susurró Xie, y entonces, el rubio se dio cuenta de que estaba exaltado, su pecho se movía de arriba a abajo con rapidez y sudaba.
—¿Estás bien?— Xie abrió los ojos para verlo y sus pupilas brillaron como si el fuego ardiera dentro de él, pero sólo fue por un segundo.— Perdón si te he asustado...
—Sólo tuve un mal sueño.— Dijo tajante, mientras se incorporaba.— había una mujer gritando, pero creo que se trataba de ti...
El rubio pudo concentrarse en él sin que se diera cuenta por uno segundos. Observó como su sedoso cabello se deslizaba entre los largos dedos de sus manos, finos mechones negros que rozaban su frente delicadamente. Xie aparto la mano y el rubio se dio cuenta de que tenía un pequeño mechón blanco al lado derecho de la cabeza, justo arriba de su frente ahí donde el cabello era más largo que a los costados.

Moonlight Race: Alma de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora