Concéntrate Piensa y Siente II.

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Las puertas doradas se abrieron repentinamente con un chirrido aterrador y de inmediato un brillo blanco se desprendió de la cámara, Isaac entre cerró los ojos para adaptarlos a la luz pues hacía unos segundos la única iluminación dependía de un par de antorchas pegabas a la pared. Los oídos se le llenaron de una delicada tonada que al parecer provenía de aquel lugar. Cuando sus ojos por fin se enfocaron y pudo ver con claridad, lo único que quedaba en su capo de visión eran las dos enormes puertas doradas adornadas con figuras de trazos complicados que se cruzaban entre sí mismas y aquel resplandor blanco, que parecía tan sólido como una pared y no dejaba ver nada más allá.
La música lo llamaba, entonces comenzó a moverse sin que se diera cuenta. Era hipnótico, un sonido envolvente que hacía que su cerebro se apagara y solo quedaran las ganas de moverse hasta donde la música sonaba. Mientras avanzaba, con cada paso que daba una imagen diferente iba apareciendo en su mente... Un bosque lleno de casitas de madera, y a la distancia, un enorme castillo de cristal, después un gran palacio alumbrado por la luz del sol, en su mayor parte hecho de concreto y de un color grisáceo, un pueblo antiguo bañado con la luz de la luna y por último, una ciudad de edificios puntiagudos.
—Esta viendo los reinos...— susurró Xie, dedicándole una mirada llena de pánico a su hermana.— Miranda, ¡Lo están llamando, haz algo!— la muchacha vaciló, sin saber qué hacer miró a su hermano y después a Isaac.
Miranda movió sus manos y su ojo azul brilló, seguido por sus dedos que se cubrieron de una translúcida nube violeta. Xie dio un paso atrás y comenzó a susurrar palabras que no pertenecían a ninguna lengua humana.
—¿Guardias?— preguntó la muchacha y Xie asintió.— no se supone que un humano pueda escuchar los llamados de las razas, Xie esto no está bien.
La nube de entre las manos de Miranda se fue expandiendo hasta rodear a Isaac y atarlo, deteniéndolo en su lugar.
—Usa silencio.— opinó Xie, viendo como Isaac trataba de moverse.— tal vez si no escucha la música, nos de un poco de tiempo para sellarlo.— Miranda volvió su atención a Isaac y recitó unas cuántas palabras.
Lo que estaba al rededor del muchacho desapareció, y una especie de burbuja apareció al rededor de su cabeza.
—Tiene oxígeno, pero las ondas de sonido se pierden al chocar con la barrera.— explicó Miranda a su hermano, quien acaba de terminar las guardias.
Isaac se detuvo y sacudió la cabeza, aturdido, miró de un lado a otro buscando a Xie y se dio cuenta de que todo era de un tono violeta, se giró y miró a ambos muchachos viéndolo directamente.
—¿Qué?— preguntó, y se percató de que su voz sonaba mecánica y con eco.— ¿qué miran, pasó algo?— observó como los labios de Xie se movían, y como Miranda sacudía sus manos alterada, entonces su expresión se llenó de pánico al no saber qué pasaba.— ¡No los escucho, estoy sordo!
Vio como ambos hermanos discutían, más no podía escucharlos, solo sabía que era una discusión por las gesticulaciones de sus caras, Miranda estaba tan roja que parecía nariz de payaso, y los ojos de Xie brillaban con tanto coraje, que se podían ver las flamas desde donde estaba.
El pelinegro giró su mirada de nuevo a Isaac y al verlo en aquel estado, casi al punto de las lagrimas, chasqueó los dedos, con una idea metida en su cabeza. La punta de su dedo índice brilló con una pequeña flama y después comenzó a moverlo, dejando una pequeña estela de luz detrás. Isaac miró atento como el muchacho dibujaba en el aire, lo hacía parecer tan fácil que pensó que cualquiera podría hacer.
Xie terminó, tampoco era un dibujo complicado, sino todo lo contrario, un "ok" y una pequeña carita sonriente. El rubio supo que quería decir, que se tranquilizara, en cierto modo lo hizo, dejó salir una bocanada de aire y se quedó quieto, viendo como los hermanos hablaban pero esta vez de forma más tranquila.

—Es el mensaje más elaborado que jamás he visto.— gruñó Miranda, cruzándose de brazos.
—Por lo menos lo tranquilicé, deja de quejarte y ayúdame de una maldita vez.
—¿Qué no entiendes que el sello no es para mortales? Puede morir Xie...— Miranda vio como el pequeño muchacho de cabellos rubios los miraba como si viera un juego de tenis, moviendo la cabeza de un lado a otros tratando de adivinar lo que decían sin resultados aparentes.
—Yo sé qué puede soportarlo, ya hay un sello en él y...— Xie se detuvo y analizó el lugar, asegurándose que nadie lo escuchara.— yo sé, he analizado su cuerpo Miranda, yo mismo lo cure, no es como cualquier humano, su sistema no ha rechazado ninguna de nuestras medicinas, con la comida o la magia, es fuerte, yo sé que si.— la muchacha se conmovió por las palabras de su pequeño hermano, ella sabía que era muy difícil que él confiera en alguien y lo creyera "fuerte" y más si se trataba de un mortal.
—Usaré uno temporal, son menos fuertes pero sólo durará unos días...
—¡Con eso basta! No tardaremos ni dos horas aquí.— la voz de Xie sonaba un poco temblorosa, pero Isaac seguía sin escuchar nada.
El pelinegro retrocedió e Isaac vio como Miranda se sacaba el guante de la mano derecha, extendiéndola en el aire y moviendo los dedos de arriba abajo. Momentáneamente sus dos ojos brillaron, pero el dorado, flameó con más intensidad. Se acomodó el vestido y se agachó un poco. Isaac se percató de como en su palma se iba dibujado una pequeña runa, que fue girando y girando hasta volverse un círculo de líneas en la mano de la muchacha que terminaba casi al llegar a su muñeca.
Y de improviso, se movió y con una fuerza arrolladora golpeó al muchacho con la palma abierta sobre el pecho, y con ese único tacto, fue suficiente para demolerlo en el piso. Isaac pudo sentir como la mano de Miranda lo golpeaba con tal fuerza que le robó el aire de los pulmones.
—Lo golpeaste muy fuerte.— gruñó Xie y Miranda como respuesta, le dio una palmada en el hombro.
—Le pegué con la fuerza más mínima que pude.— susurró la muchacha para no herir los sentimientos de Isaac, pero fue demasiado tarde, la burbuja se había roto.— es la misma fuerza que la de esa palmada.
        —¿Qué me pasó?— preguntó el muchacho, incorporándose en el suelo y sobándose la nuca.— de repente sentí unas terribles ganas de entrar ahí y... Tomar sangre.— la piel de Isaac se erizó y su cuerpo se estremeció, al notarlo, Xie se coló en cuclillas junto a él y le puso una mano en el hombro.
        —Eso fue un llamado.— comenzó, tratando de buscar las palabras correctas pues jamás había tenido que explicarlo a nadie antes.— cuando las razas... Para que entiendas mejor, las personas que están ahí dentro, cada uno de ellos, es un importante representante de cada raza que reina este mundo, hay uno de los míos, hay uno de los tuyos y hay uno de...— Xie pasó la mirada por uno de los seres que merodeaban por ahí, y reparo en el chico que hablaba solo y aruñaba las paredes.— de esos, en fin, el punto es que cuando una de sus razas están carentes de, ¿cómo podré decirlo?— se giró para mirar a su hermana, buscando apoyo.
        —En este momento están débiles, sus descendientes están muriendo y necesitan más... ¿Almas?
        —¿¡Iban a matarme!?— Isaac se levantó de un brinco, aterrado, y miró a Xie con incredulidad.
        —No, si ellos piensan que serias útil para sus propósitos, no te harían daño, y por lo que veo, así lo consideran, si los haz escuchado es porque algo vieron en ti, o más bien, en tu alma.— Xie también se incorporó, sacudiendo su traje aunque estuviera impecable.— tú solo no les digas que sí si te ofrecen vida eterna o sabiduría ilimitada y estarás bien.
        —Entonces... ¿Tratas de decirme que viven eternamente?— Isaac giró su mirada y volvió a ver el lugar de la luz blanca, solo que ahora no sentía deseos de entrar, sino de salir corriendo.
        —Algunos sí, pero ahora ese no es nuestro asunto, ahí que darnos prisa antes de que tu sueño comience a fallar y vuelvas a sentir deseos de sangre.— Miranda rodó los ojos y comenzó a caminar sin esperarlo, con el único sonido proveniente de sus tacones al chocar con el suelo. Avanzó hasta perderse en la luz.
—Ella odia este lugar.— susurró Xie, siguiendo los pasos de su hermana. El rubio lo miró caminar y volteo a ver de nuevo al chico de las garras, que esta vez lo miraba directamente a él, con los ojos pardos como los de un animal y la boca entra abierta, soltando leves gruñidos.— será mejor que no esperes demasiado, ya comienza a verte como un bocadillo.— advirtió Xie, y a Isaac le faltaron piernas para correr despavorido.
        De inmediato entró en el dichoso lugar, y un fuerte olor a limpiador asaltó sus sentidos, aquel sitio olía como un hospital, lo cual no encajaba para nada en el ambiente donde estaba situado. Después del olfato vino la vista, pudo percatarse de que la habitación era totalmente blanca, parecía como si hubiera sido trasladado a otro lugar independiente de en el que acababa de estar, todo estaba reluciente, a decir verdad, no había muchas cosas ahí dentro, algo parecido a un almacén vacío. Y al contrario del otro lugar, que tenía la forma más tosca que jamás había visto, este era circular y de paredes extremadamente finas, con pilares de roca blanca que le daban la vuelta impidiendo que el techo cayera, ya que sobre él, se encontraba el enorme y pesado edificio.
        En la pared frente a ellos, destacaban seis artefactos enormes, parecían sillas, o más bien una especie de tronos, que se alzaban hasta la mitad de la altura de la sala. Isaac distinguió un pequeño destello rojizo en ellos, luego un verdoso y al final uno blanquecino, cuando estuvieron lo suficientemente cerca aclaró sus dudas, la piedra de los tronos estaba adornada con pequeñas piedras preciosas por todas partes, pero ahora que se habían aproximado más, eso resultaba lo menos importante, lo que le tomó por sorpresa fueron las personas que estaban sentadas ahí, o si es que se les podía llamar personas, que había parecido de repente, pues no las había visto cuando entraron.
Todos ellos destacaban aunque las túnicas que vestían fueran blancas al igual que las paredes detras.
       Las personas que vestian las túnicas se dividían en tres, hombres, mujeres, o cosas. Algunos de ellos parecían salidos de una película de cuento de hadas, con orejas puntiagudas, ojos de un solo color, cuernos, coronas, tiaras, y cuenta variedad de rasgos que un ser mágico o mítico su mente pudiera recordar, pero al analizarlo, se percató de que había algo que todos tenían, rostros inexpresivas, tan fríos como el hielo y tan duros como el diamante, que bajo la blanca luz parecían más afiladas y angulosas.
Repentinamente más personas aparecieron, pero estas no por arte de magia, sino que salieron de detrás de los tronos, parándose uno a cada lado del ser que les correspondía, había una especie de ayudante o siervo para cada uno, quienes sostenían charolas de plata, con distintos artefactos que no logró ver claramente.
        Todos los ayudantes tenían rasgos humanos, había una chica con alas y de largo vestido azul, -que parecía haber sido hecho con hojas- que destacaba de toda la blancura de lugar captando su atención inmediatamente, su cara mostraba temor, eso era claro, con un fino dejo de tristeza y sus ojos verdes pedían ayuda, se notaba una especie de grillete hecho con cristal en su pie derecho, que de no haber sido por la pequeña luz roja que parpadeaba dentro de él, pasaría como un adorno cualquiera. Isaac pensó que eso la mantenía en su lugar sin mover un dedo, debía de estar aterrada y entonces, supo que era como si no hubiera sido obvio ya, la chica era un hada. De inmediato Isaac giró su mirada hacia la persona que estaba su lado, que gracias a la corona de cristal que llevaba la mujer de largo cabello rojo, supo que aquella pelirroja era la reina de las hadas, la culpable del temor en los ojos de aquella chica o por lo menos eso parecía, era muy joven aunque no una adolescente, podía ser una princesa o alguien de la realeza.
        Era claro que esa mujer inspiraba temor, con sus brillantes ojos color esmeralda y sus rojos labios, debía admitir que era una mujer muy hermosa, mas la maldad no le ayudaba en nada.
        —¿Qué puede hacer el consejo de sabios por vosotros?— alguien habló, interrumpiendo el exhaustivo análisis de Isaac, el muchacho notó que quien había hablado era uno de los "Ayudantes", un chico de unos veintitrés años o menos, de cabello negro, con ojos de un color tan oscuro que parecían pequeños agujeros negros, Isaac salió de entre ambos hermanos quedando a la vista de todos, se sintió de inmediato intimidado pero pensó que era una buena idea dar la cara antes de que pensar que era un cobarde. Rápidamente sintió la mirada de todos, pero una destacó de las demás, la del muchacho que había hablado al principio, el chico había abierto los ojos como platos y enmudeció por completo, un retortijón tomó a Isaac por sorpresa y el nerviosismo se incremento. Lo estaba viendo de una manera muy extraña e incómoda, aún más penetrante que la de Xie.
        —Soy Miranda Lauren, hija de Maryce Lauren y del viejo líder del consejo.— anunció Miranda dando unos pasos al frente dando la cara por todos, con la cabeza en alto demostrando orgullo y el porte erguido como una bailarina.
        —Sabemos quien eres niña, ahora, dinos a que vienes.— espetó uno de los sabios, un hombre del centro, quien tenía una barba crecida y cabello negro algo canoso. Un segundo hubiera pensado que era humano de no ser por sus enormes cuernos.
        —Venimos por su ayuda, tenemos a un mortal que es significativo para una de nuestras investigaciones, mi madre me ha pedido que lo traiga ya que no pudo venir ella misma.—Explicaba la chica, con las manos sostenidas en la espalda y con una fuerte e imponente postura.— El mortal estuvo a punto de la muerte y tuvo una grave perdida de memoria. Ustedes pueden entrar en su mente para indagar hasta el rincón mas profundo, les pido que ayuden a nuestra familia con esto.— Miranda miraba a cada uno de ellos, contando cada palabra y cada movimiento.— obviamente, la ayuda siempre será mutua.
        —¿Porqué no ha venido su encantador hermano mayor? He escuchado que él se a hecho cargo del papel del hombre de la familia.— La cantarina y dulzona voz de una mujer se hizo presente. La reina de rojo cabello había hablado por primera vez, echando una mirada al rostro de Xie que se arrugó de cólera, para luego convertirse un una fingida sonrisa, a lo que ella respondió con un ligero gesto parecido.— y no dudo que en unos cuantos años, también se haga cargo de este humilde lugar, como su padre lo hizo.
        —Sebastian está arreglando unos asuntos en Inglaterra junto con nuestra hermana menor, que por cierto, sus habilidades de espionaje están mejorando, ya puede realizar misiones completas, y en estas situaciones, solo quedemos nosotros para traer al mortal.— Continuó y la reina asintió.— y no me cabe la menor duda que usted hará un excelente trabajo mientras eso sucede.
       —Estas en lo correcto, querida, mientras tenga la Corona...— respondió la mujer, con un ademán y con una risita insinuaosa.— Y sobre la falta de tu hermano, no importa porque veo que has traído al menor de los Ribbentrop, que de igual manera Alexie es deleitante a la vista como Sebastian, pero de una manera más salvaje.— Xie sonrió complasido ante el alago de la imponente mujer y a Isaac se le revolvió el estómago, el pelinegro lo miró de reojo después, y al ver su rostro ceñudo y confundido, dejó de sonreír y regresó a su seria expresión
        —Os brindaremos nuestros servicios solo por la grande deuda que tenemos con vuestro padre, niños.— interrumpió un hombre de pelo blanco y afiladas facciones, a su lado estaba el chico que habló al principio, que aun miraba a Isaac de la misma manera, el muchacho volvió a retorcerse, parecía tan sorprendido de verle y eso lo ponía muy nervioso.— el joven John le dio tanto a nuestra orden, que sería una falta a la moral decirles que no.
        —Pequeño niño humano.— interrumpió una mujer de ojos rojos rasgados y negro cabello, a Isaac le pareció amable.— da un paso al frente.— ordenó y así lo hizo sin poner oposición. Caminó unos cuantos pasos y cuando estuvo más cerca pudo ver su piel, que parecía la de un lagarto, escamosa y rojiza. — por ley, debemos preguntarte si estás dispuesto a realizar esto, en el obvio caso de que no seas un pricionero...— la mujer miró a la mayor de los hermanos y esta negó con la cabeza.— bueno, a continuación hurgaremos en tu mente, cada rincón en busca de tus recuerdos, la mayoría de las pérdidas de memoria no son como todos piensan, que los recuerdos se esfuman por arte de magia, sino todo lo contrario, es sólo un mecanismo por así decirlo, la parte del cerebro que se encarga de las memorias se daña, entonces la persona no tiene acceso a ella, lo que hacemos nosotros, es estimular y a la vez sanar esa área liberándola, eso en caso de que solo sea por una causa natural del cuerpo humano y no una intervención de alguien más, pero eso está por verse.— explicó la mujer, que en aquel momento, parecía la más razonable de todos.— debo advertirte que primero sentirás un agudo dolor, si eres débil te desmayarás y si eres muy débil podrías morir, pero después de eso y si todo funciona, recordaras cada uno de tus días pasados.— la mujer sonrió mostrando sus afilados incisivos.— es mi deber preguntar si estás de acuerdo.
Isaac se quedo más que petrificado, sus manos comenzaron a temblar y un sabor amargo invadió su boca, estuvo a poco de decirles que no, pero al sentir la mano de Xie sobre su espalda, todos aquellos sentimientos desaparecieron, se evaporaron como si fueran humo hasta que se tranquilizó por completo, respiró profundo y dio un paso más al frente, alejándose de sus acompañantes.
—Sí.— dijo, claramente y sin titubeos, alzando la barbilla y poniendo la espalda recta.— estoy dispuesto a cualquier cosa.— la mujer asintió, sonriendo y se giró de un lado a otro para ver a sus compañeros de una manera que hizo dudar a Isaac. Los sabios tomaron las manos de sus siervos y cerraron los ojos como último gesto y el rubio giró para ver a Xie haciéndole una señal con los ojos.
—¿Qué hacen?— le preguntó en un susurro y el muchacho se acercó.
—Deben estar débiles, como te dije antes, ahora que les faltan refuerzos, se pasan el día convocando hechizos protectores y haciendo rituales de translación.— explicó el pelinegro, volviendo a poner su manos sobre Isaac.— justo ahora están tomando la energía de sus ayudantes para hacer el hechizo de memoria, para eso están ellos aquí.— respondió este de igual manera.
El rubio miró a los ayudantes, que torcían el gesto y apretaban la mandíbula, parecía que les dolía.
—¿Estarán bien?— preguntó, viendo directamente al muchacho de negros cabellos que lo había mirado con incredulidad al principio, ahora tenía los ojos cerrados y apretaba con fuerza su mandíbula, haciendo que las venas de su frente se saltaran. Aún de aquel modo, le pareció atractivo, era alto y de tes blanca con pómulos pronunciados y labios gruesos.
—Mortal.— llamó una mujer y el muchacho de negros cabellos abrió los ojos, percatándose de que Isaac le miraba se paralizó, tiñéndose de un rosa claro.— pasa el centro.— el rubio giró de nuevo su mirada y observó a la mujer, de cabellos negros y largos como los de Maryce, con los ojos tan dorados como los de Sebastian. Isaac avanzó más hacia ellos y cuando la mujer le hizo una señal con la mano para que se detuviera, paró de inmediato. La mujer, era absolutamente hermosa, el rubio no pudo creer que no la hubiera visto cuando entró. Tenía la tes blanca y unos labios prominentes y rosados, cejas gruesas y esbelta figura.— Mi nombre es Josseline Ribbentrop, soy... La conjuradora.— la mujer chasqueó los dedos con indiferencia, y al instante un círculo dorado apareció en el suelo al rededor de Isaac.— ¡Svet!
El sonido del cristal al romperse invadió el lugar y en ese momento, todo al rededor de Isaac se cubrió de un montón de hojuelas de oro que de un momento a otro, se convirtieron en pequeñas dagas con formas tan detalladas como si hubieran sido talladas a mano.
—¿Es esto necesario?— intervino Xie tratando de acercarse pero cuando dio un paso, las pequeñas dagas se giraron hacia él.— Wow, me parece que es demasiado... Abuela.
Isaac se quedó petrificado... ¿Abuela?, el rubio miró atónito a la mujer a unos metros de distancia, parecía no tener más de treinta y tantos años, y era fácil confundirla con una modelo o actriz de teatro, no parecía una abuela y mucho menos la de Xie.
—Si, es necesario, si el hechizo es demasiado para él y lo vuelve loco, esto será claramente útil.— informó la mujer, golpeando levemente sus labios un una de sus largas uñas negras.
—Podemos controlarlo, es humano...— intervino Miranda, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.— solo es una excusa para intimidarnos, pero no podr...— Josseline volvió a chasquear los dedos pero esta vez, un millar de dagas doradas aparecieron tras los sabios.
—No me fastidies querida, no estoy de humor.
—Nunca lo estás, las ancianas malas y amargadas nunca lo están.— los ojos de Xie brillaron, y pasó su mirada llameante por todas y cada una de las dagas que los apuntaban, que poco a poco se fueron tornando de un azul brillante y se giraron hacia los sabios. Todos frente a ellos los observaron de manera sorprendida, otros, como la reina, sonreían esperando una batalla.— no me importa lo resentida que estés por la suerte que tuvo mi padre, Josseline, pero créeme cuando te digo que no te temo, para nada, ahora, por favor querida "abuela", ¿quieres hacer esto de una vez? Tenemos cosas que hacer.
La mujer volvió a chasquear los dedos y todas las dagas desaparecieron con una pequeña explosión de brillos azules y dorados. Isaac se quedó ahí parado, viendo como la mujer los miraba con los ojos brillantes como linternas y la expresión más inexpresiva que jamás había visto, y eso que conocía a Xie.
—Creo que mejor me encargo yo de comenzar.— opinó otra mujer a la otra esquina del lugar, con una sonrisa que espiraba tanta confianza que Isaac quiso correr a esconderse tras ella. Tenía los ojos azules y el cabello rubio, era bastante normal, pálida y con quijadas prominentes. Josseline la fulminó con la mirada, pero no dijo nada, al parecer decidió no intervenir más en el asunto.— bueno, mis hechizos no son tan rápidos como los de mi querida amiga Josseline, pero me sé de memoria el conjuro, así que... Sólo quédate ahí, relájate y déjate llevar, y pase lo que pase, no entres en pánico.— Isaac asintió, relajando los hombros y pensando que todo estaría bien.
        —Siente el sonido de nuestras voces entrando lentamente por tus oídos, concéntrate en lo que decimos y piensa en tu pasado, piensa en lo que quieres recordar, tu hogar, tu familia, haz presente cualquier recuerdo que tengas por más pequeño que sea, y por nada del mundo entres en pánico...— Isaac sintió las voces de todas las personas frente a él, todas y cada una de ellas le susurraban al oído una y otra vez que de no haber sido porque en realidad lo necesitaba, hubiera salido corriendo. Miró como todos los sabios inclinaban la cabeza para mirar hacia abajo, pero seguían susurrando. Una punzada de un sentimiento nuevo se clavó en su pecho, algo estaba mal, muy mal, podía sentirlo en los huesos pero no se retractaría tan fácilmente, aquello apenas comenzaba.— Padres de todo, dueños del sendero y amos de este mundo, abran el camino para sus fieles sirvientes, denos el poder y la habilidad para seguir...— las palabras sonaron dentro de su cabeza con un rezo de nuevo, y se fueron haciendo parte de sus pensamientos poco a poco. Isaac se estremeció ante la idea de alguien hurgando en su mente, viendo si vida desde sus ojos y descubriendo sus secreto e ilusiones.— Libros sagrados, respondan por sus hijos.
        Un punzante dolor atravesó su cabeza, indicándole que ya estaban dentro, el mal presentimiento se intensificó y de prontos sin anticipo un montón de imágenes comenzaron a pasar frente a él como estrellas fugaces, no estaba seguro de que los demás pudieran verlas pero él sí lo hacía, estaban a su alrededor como si fueran pantallas de televisión de diferentes tamaños y con distintos canales. Su alrededor se oscureció y pudo concentrase más en las imagines, unos rubios y largos cabellos al viento, la escena se repetía una y otra vez, así que no le sirvió de mucho y pasó al siguiente, una larga y afilada espada negra, estaba sobre un pedestal oscuro, pero jamás la había visto antes y no pensaba que fuera relevante, tal vez la habría visto en alguna exposición o quizá un museo, la imagen parecía estar debajo del agua, hasta pudo ver el reflejo del sol durante un segundo. Continuó con la siguiente, un par de enormes alas negras desplegándose en el viento y haciendo volar delicadas plumas oscuras, eran demasiado grandes para ser de una ve cualquiera y se movían como si tuvieran vida propia, quizá era resultado de alguna película que había visto, nada estaba claro y tampoco parecía del todo importante, avanzó unos pasos hasta otra y pudo ver a un pequeño niño de negros cabellos sonriendo, tenía un apenas notable mechón blanco en su cabellera y un par de grandes orejas, pensó que era Xie, de no ser por sus ojos, tan negros y hamables, tal vez era uno de sus hermanos, podría ser... No los recordaba claramente.
Uno de las imagines le llamó la atención y caminó hacia él, era una hermosa mansión blanca, tan grande como un edificio y muy cuidadosamente detallada... ¿Podría ser esa su casa? Continuó caminado entre los recuerdo, viendo desde pasteles de cumpleaños, hasta grandes orquesta y enormes estadios, pero al final de todos esos recuerdo, casi perdiéndose en la oscuridad, estaba una imagen más, perdida a la deriva. El muchacho comenzó a caminar entre los recuerdos de nuevo y en poco tiempo, llegó hasta el que quería, era pequeño, del tamaño de una foto pero aun así logró verlo... Era una foto familiar, pudo ver a su madre y a su padre, y a su alrededor, estaba los hijos, él estaba en una orilla, justo al lado de su padre, y sus hermanos del otro lado, con su madre. A Isaac se le llenaron los ojos de lágrimas, creía que jamás volvería a ver nada que fuera de sus padres y ahí estaba, viendo una foto que le decía todo y nada a la vez. Estiró su mano, intentando tomarla pero en cuanto sus dedos la rozaron, sintió una punzada en el pecho.
Cayó de rodillas al suelo mientras vivía 16 años de recuerdos en solo segundos, y cuando intento ponerse de pie sus huesos se tornaron de goma, volviendo a caer al piso. Parecía que su cabeza iba a explotarle, punzaba con tanta fuerza que le lloraban los ojos. Vio muchas cosas pasar tan rápido, cumpleaños, alegrías, funerales, fiestas, cenas, y un millar de cosas que le resultaron tan apreciadas pero tan poco útiles a la vez, no hubo ningún recuerdo que le ayudara a encontrar su hogar, ningún nombre, ninguna calle, dirección o país, ni siquiera una edad o apodo. Y de repente todo paró, no más imágenes, aunque faltarán tantas cosas por ver, Isaac no podía creer que ellos habían parado, estaba tan cerca de saber por lo menos algo que podía aprovechar pero ahora se había acabado. El lugar oscuro se volvió más oscuro cuando perdió el conocimiento pero pudo sentir algo antes de irse por completo, la calidez y el olor de Xie que lo envolvía por completo. Parpadeó, tratando de regresar en sí y lo primero que vio fue los ojos azules de Xie, quien lo sostenía cuidadosamente por los hombros y cuando estuvo más consciente, se percató de que ambos estaban en el suelo del lugar, pero Xie lo sostenía a él para que no tocara el suelo completamente, miró directamente a los sabios después de que su vista mejorar un poco, y sintió una punzada de odio al ver como la reina sonreía de oreja a oreja.
        —¿Qué pasa, porqué nos hemos detenido?— les pregunto con voz débil. Todos estaban en silencio observándolo, como si acabara de cometer el crimen más grande de la historia.
        —Tienes un bloqueo.— El hombre que habló, tenía una corona dorada y cabello castaño, parecía sorprendido.
         —No pueden hacerlo sin matarlo.— dijo uno de los ayudantes, el que tenía una cola de caballo sosteniendo sus rubios y largos cabellos y una armadura de soldado plateada.— Es un humano, no soportara tanto.
        —No es un humano...— un hombre de blancos cabellos le miraba directamente, igual que su ayudante, quien no había dejado de hacerlo desde que llegaron.— Lo he sentido... ¡Y no pueden negarme que ustedes no lo han hecho! Vieron la espada como yo lo hice, ¡no puede ser lo que aparenta! Puedo olor su sangre hasta acá, él es Za...
—¡Maciel!, por favor no digas idioteces.— Le cortó el hombre de corona dorada, con ademán de superioridad.— lo que tú has visto son recuerdos pasados, no necesariamente de él, pudieron haber sido de la persona que intentó matarlo, a veces se crea un lazo y ese olor, es de los chicos Lauren, no te pongas paranoico.
—Humano o no, un caso es seguro.— espetó Maciel, con una mirada fría como cuchillos.— no podemos arriesgarnos a romper ese sello.— los hombres seguían hablando entre ellos e Isaac se estaba comenzado a aturdir, hasta que una persona habló y lo saco de su descontento, más no alguien de su agrado.
—Yo puedo hacerlo.— se había ofrecido la reina, ganando la mirada de todos justo como le gustaba.— tengo mis trucos, durante tantos años, ¿ustedes creen que no podría deshacerse un simple sello de seis puntas? Es pan comido para mí.
—Pero reina Tianna...— interrumpió su sierva, con una mirada aún más aterrada.— Podría matarlo, y eso sería malo para su prestigio, lastimar a un ser humano va contra las leyes y si usted de lo hace, puede perder su lugar en la corte.— la chica de ojos temerosos se acercó a la reina, y le susurró algo.
—Calla de una vez Amber, ¿a caso subestimas a tu reina? puedo hacerlo, claro, si el chico mortal lo permite.— la mujer le dedicó una tenebrosa mirada al muchacho, seguido de una aún más extraña sonrisa.— Además, he quedado fascinada con su delicada belleza, podría hasta ser un hada como nosotras ¿no te parece? Ese cabello claro y su complexión, aunque no sea tan delgado como Xie, es bastante guapo...— la mujer hizo un gesto pensativo, mirándolo con interés.— ¿no te gustaría tener toda la sabiduría del mundo, vivir eternamente y poder volar?— Isaac negó con la cabeza, aunque la propuesta fuera tentadora.— lastima.
—Lo siento su majestad, por dudar de sus habilidad.— Amber, se alejó haciendo una reverencia.— aunque será mejor para él si no lo es.— Susurró, recibiendo una mirada de castigo de parte de la reina.
Isaac pasó la mirada por Xie, quien después de haberlo levantado del suelo, se había colocado al lado de su hermana, mirado cada escena con frialdad y tratando de buscar una salida rápida. Volvió su mirada a la reina que seguía sonriendo... Tenía que hacerlo, tenía que ser valiente porque si no lo hacía perdería la oportunidad de volver a recordar.
—No tienes porque hacerlo.— susurró Xie al acercarse, viendo directamente a la mujer de cabellos rojos, como si hubiera leído su mente de nuevo, adivinó justo lo que estaba pensando, ¿o solo se trataba de que era muy fácil saber lo que pensabas? No era una persona muy complicada, no como Xie.— encontraremos otra forma... No quiero que te lastime, no sabes de lo que esa mujer es capaz.— el corazón se Isaac de detuvo por un momento, no podía estar más lastimado.
—Pero... Tengo que hacerlo.— Las facciones de Xie se endurecieron y volvió a alejarse.
—Haz lo que se te venga en gana.— Dijo, una vez se estuvo a un lado de Miranda, frunciendo el ceño y soltando unos pequeños gruñidos.— Tampoco es que me importes tanto...
—Lo haré.— Las palabras salieron solas de su boca, ahora tenía otra razón para hacerlo, demostrarle a Xie que no era tan débil como él creía.— Y gracias, también he quedado cautivado por su belleza, majestad, es un honor para un simple humano como yo poder contemplarla, y no quiero que piense que soy un adulador sin vocación, lo digo desde el fondo de mi corazón.— la mujer sonrió ampliamente y pudo escuchar los balbuceos de Xia a la distancia.
—Niños Lauren, deberían aprender algo de este pequeño humano tan agradable, si tan solo su madre no les dijera tantas cosas malas de mí, tal vez no fueran tan descorteses.
La reina Tianna se levantó de su trono y se quitó su túnica majestuosamente, dejando ver un hermoso vestido verde que caía en cascada hasta el piso, como las hojas de un árbol, su cabello rojo era rizado y le llegaba a la cintura rozando sus grandes alas plateadas. Una gargantilla de plata adornaba su delicado cuello, se acercó a Isaac a pasos delicados, tanto que parecía flotar, y al llegar dijo:
—Esto tendrá un precio, humano, tomaré uno de tus recuerdos para mi colección privada, no puede valer mucho pero aun así quiero algo de alguien a quien a la familia Lauren le importa, ¿Te parece bien?
—¿Puedo elegirlo yo?— preguntó.
—No, yo sabré cual quiera cuando lo vea.
—Su majestad.— Interrumpió Xie, con una majestuosa sonrisa que hizo que sus piernas temblaran.— es un honor que usted se ofrezca a esto, ¿puedo pedirle un favor más?— Ella le miró sonriendo y asintió, sin aparentes ganas de hacerlo.— Denos un tiempo para pensarlo, tenemos que hablarlo con la señora Maryce, mi madre, antes de tomar la decisión, somos unos simples siervos que sirve a su reina, ¿puede darme ese ultimo favor?—isaac no sabía desde cuando podía ser amable, pero actuó demasiado bien para nunca haberlo hecho. Lo de pensarlo estaba bien, pero los halagos fueron para que aceptara, quería pensar, pensó que él mismo jamás podría alabar a alguiej tan cruel.
—Que humano tan adorable, le has enseñados a Alexie algunos modales.— dijo la reina con alegría falsa, apretando su mejilla.— Que aunque su belleza sea la misma que la de un hada, su actitud hacia mi es tan cruel.— hizo un puchero.— está bien, te daré una semana para pensarlo, si no quieres hacerlo esta bien, no será a la fuerza.— advirtió la reina.— Pero si quieres buscarme, no dudes en venir a mí.
—Gracias su majestad, ahora, tenemos que irnos, ahí muchas cosas que hacer, lamentamos las molestias al consejo, una vez más gracias por su tiempo.— Isaac intervino e hizo una reverencia, dándose la vuelta y dirigiéndose a la puerta con la cabeza alta. Antes de salir de la habitación, giró la cabeza y pasó su mirada sobre el muchacho de negros cabellos que lo observó desde el principio, quien ahora parecía más sorprendido que nunca.
Isaac empujó las puertas sin decir o esperar una palabra más, al parecer había tomado confianza en sí mismo, ahora era un poco más como él mismo, y podía sentirlo, algo en sí le daba valor, parecían como si un fuego ardiera dentro de su interior. Sabía lo que quería más que nada, vengar a sus padres y sabía que quedarse solo mirando no servía de nada, tenía que tomar cartas en el asunto y cumplir ese tan mencionado destino suyo. Un momento después que salió del lugar, Xie y Miranda también salieron apresurado tras de él, con caras bastantes impresionadas para ser, bueno, para ser ellos.
—Wow, ¿qué a sido eso?— Xie se colocó frente a él, tomándolo por los hombros.— ¿qué no te dije que no intervinieras? Sabes... ¿¡Tienes una maldita idea de quién es esa mujer y de a cuantos a matado!? Si por un segundo hubieras pensado, pero claro, ¡No piensas!— Xie lo apretó tan fuerte, que Isaac hizo una mueca de dolor, lo que provocó que el muchacho se alejara rápidamente de él.— no debí haberte traído aquí en primer lugar....
—Ya se me hacía demasiado, por un segundo pensé que podías ser una persona amable.— la cara de Xie se retorció de cólera e Isaac retrocedió, viendo como sus ojos ardían de nuevo.
—Dime que es una broma y no acabas de decir eso... ¡Después te todo lo que he hecho! he arriesgado mi propio pellejo por ti más de una vez ¿y ahora me dices que no soy una persona amable?— Xie se acercó más.— estoy muy tentado a romperte el cuello en este preciso momento... Miranda, por favor llévatelo.
—¿Que te párese si vamos a comer algo?— le preguntó ella, tomando a Isaac del brazo y tirando de él.
        —No, no...— Isaac se soltó de agarre de Miranda y se volvió a girar hacia Xie— estay harto de que me digas qué hacer, haz llegado tan lejos con tu jueguito enfermizo de que te pertenezco que te lo empiezas a creer, yo no te pedí que me salvaras en ningún momento y no puede...
        —¡Suficiente!— al gritar, los brazos de Xie se cubrieron de fuego azul de un momento a otro, igual que sus ojos.— he escuchado suficientes estupideces de tu parte por un día, no quiero que digas una palabra más o...
        —Alexie, estás llegando muy lejos.— Miranda se acercó a su hermano, poniendo una mano en su hombro sin ni siquiera tocar el fuego.— necesitas tranquilizarte, ahora.
        —Hermanita, con todo respeto, no te metas.— Xie regresó la mirada hacia al rubio, que estaba casi arrinconado contra una pared muriéndose de miedo.— y en cuanto a ti, estás comenzando a ser una molestia, si no te callas la maldita boca me voy a ir de aquí sin ti y te dejaré a tu suerte, una, sola, palabra más y estarás solo.
        —Creo que haz sido muy valiente...— susurró Miranda una vez Xie se hubo adelantado para irse, Isaac solamente asintió, pues seguía desconcertado y asustado a la ves, había olvidado de lo que Xie era capaz y ahora se arrepentía de haber hablado. Tal vez estuviera equivocado, el pelinegro en realidad lo estaba ayudando...
        —¡Isaac!— el grito hizo que todos se detuvieran, he incluso Xie se tensó al escuchar aquella voz masculina. Isaac se giró lentamente y se topó con un par de ojos tan negros como el carbón. El chico que había estado presente en la reunión, quien lo miró con sorpresa durante todo el tiempo, los alcanzó y cuando estuvo a unos pocos metros comenzó a correr, dirigiéndose directamente a Isaac y dándole un gran abrazo. El rubio se quedó congelado por un segundo, entonces percibió algo, su aroma, su fuerza, su calor, realmente familiares, los recuerdos en su cabeza eran limitados y se saltaban años, no recordaba muchas cosas y estaba seguro que el era una de ellas.
        —Pensé que habías muerto, y tus padres, ellos...— se le cortó la voz y su cuerpo comenzó a temblar.— lo siento Isaac, lo siento tanto, nunca debí dejarte solo aquella noche, si yo me hubiera quedado más tiempo, si tan solo yo...— El chico lo abrazaba muy fuerte pero sin llegar a lastimarlo, se quedaron un me momento así hasta que Isaac sintió algo húmedo sobre su hombro, estaba llorando. El estomago del rubio de un vuelco, ¿En realidad lo conocía? Era casi imposible de creer, aquel muchacho pertenecía a un mundo extraño del que jamás pensó ser parte hasta que cayó en manos de Xie... Isaac pasó la mirada por los demás un segundo, Miranda desviaba la mirada de un lado a otra tratando de no verlos, pero Xie, a diferencia, no le quedaba la mirada de en cima, cruzado de brazos y con el ceño fruncido.
        —A caso... ¿T-Tú me conoces?— el muchacho se separó de él y lo miró frente a frente, con los ojos rojos y las mejillas húmedas, de ser a era aún mes atractivo, con aquellos enormes ojos negros y esas cejas y pestañas que los enmarcaban perfectamente. El muchacho se limpió las mejillas con rapidez, tratando de esconder su piel rosada por la vergüenza.
        —¿Conocerte?— se rió, una combinación entre risa y llanto de felicidad.— como a la palma de mi mano, Isaac Di'lorenzo Windsor.— los ojos del muchacho se abrieron como platos, acaba de escuchar su nombre por primera vez y eso lo hacía tan feliz.— sé todo de ti, absolutamente todo... Naciste en una familia acaudalada, hijo de padre italiano, Giovanni Di Lorenzo y madre inglesa, Dalila Windsor, eres el mediano de tres hermanos, Dylan el menor y Eleonora la mayor, mides 1.65, tu color favorito es el azul, cuando duermes abrazas una almohada para no sentirte solo, cuando te enojas tu nariz se arruga y cuentas hasta el diez para calmarte, tienes cicatrices en todo tu cuerpo gracias a los años de entrenamiento en casa, ¿no lo puedes recordar?— el muchacho sonreía eufórico, tratando de que Isaac recordará.— sé cada uno de tus secretos, de tus miedos, tu vida es parte de la mía desde que me asignaron a ti.— el muchacho cada vez se acercaba más y más a Isaac, estaban tan cerca que podían sentir sus respiraciones.— ¿qué tengo que hacer para que me creas? Ah, ¡lo tengo! Todas las noches prendes una luz antes de dormir, solías decir de pequeño que era para alejar a los monstruos.— informó, dedicándole una fugas mirada a Xie.— también, cuando tenías seis corriste desnudo por todo el jardín de tu madre gritando ''la ropa es para perdedores'' entonces tropezaste con un arbusto y caíste sobre un rosal, tu mano derecha se lleno de espinas y aún tienes un par de cicatrices ahí.— el muchacho tomó la mano de Isaac, pasando un dedo por los pequeños puntitos blancos en su muñeca.— Sé todo de ti Isaac, es por eso que cuando supe que... que tú moriste.— se le quebró la voz de nuevo.— te he buscado por todo el cielo, por todas partes lo juro, gaste cada segundo del día buscando, pero no estabas ahí, busqué tu alma como un loco, para por fin poder estar juntos, por que yo... yo no puedo estar sin ti Isaac y cuando te vi entrar por esa puerta pensé que estaba soñando, vi esa cara que siempre iluminaba mis días y que pensé que nunca mas vería me sorprendió... Hace unos meses pensé que alejarme sería lo mejor para ti... Y para mí también, pero no quería aceptarlo hasta el día en que tú mismo me lo pediste, pero ya no puedo estar más lejos de ti, por favor no pidas que me vaya de nuevo.— el muchacho volvió a abalanzarse sobre Isaac, abrazándolo con más fuerza.
        —N-No sé que decir, yo ni siquiera puedo recordar tu nombre.— sus palabras temblorosas hicieron que el muchacho se apartara, con un dibujo de decepción en su cara tan grande que a Isaac se le rompió el corazón.
        —Mi nombre es Haziel, y no me importa si no me recuerdas, yo haré que lo hagas.— Haziel acortó la distancia que quedaba entre ellos y lo besó, un beso lento y con tanto cuidado como si fuera a romperse. Al momento que sus labios se tocaron, los ojos de Isaac comenzaron a ver un montón de imágenes de nuevo.
        Un par de alas negras, las mismas que había visto unos minutos antes, un torso desnudado, musculoso y torneado, una ventisca en un jardín de rosas, miró a Haziel recostado en una cama, dormido y con el sol sobre su rostro y después, miró al mismo muchacho pero desde abajo, tenía los brazos a su alrededor y la miraba puesta en él, jadeando y con los largos mechones cayendo y deslizándose sobre su piel.
        Los recuerdos volvieron a desaparecer como llegaron, Isaac se quedó con los labios al aire y con los ojos cerrados y cuando los abrió, vio como Xie jalaba a Haziel desde atrás.
        —¿¡Quien demonios te crees!?— gruñó Xie, volvió a tirar del cuello de su camisa y lo arrojó sin problema a un lado.
        —¿Quién soy yo?— Haziel lo miró de arriba a bajo con una mirada poco sorprendida, como si aquella pregunta no fuera la que realmente quisiera hacer.— primero dime ¿¡Quién eres tú?
        —Soy su novio.— le respondió Xie sin dudarlo, apuntando directamente a Isaac con un dedo.— de hecho me pertenece, ya que yo le salve la vida, entonces me da más autoridad, soy como su esposo y no me gusta que otros lo besen, a menos que yo lo quiera.
        —¿¡Que!?— el grito fue al unísono, Miranda, Haziel e Isaac estaban más que sorprendidos y Xie no hacían nada mas que fruncir el ceño con fuerza.

Moonlight Race: Alma de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora