—¿Vengarme por ti?— soltó una fuerte carcajada, con cara de incredulidad y a la vez burla— ¿vengarme de Isaac por algo que ni siquiera me importa, estás loco?
—Tendrás que hacerle dañó en cualquier momento...— prácticamente se susurró con una sonrisa de gato estampada en la cara, la expresión de alguien que planea algo grande.
—¿A qué te refieres?— al muchacho le corrió una gota se sudor por la frente, la humedad estaba mandándolo quería irse ya.
—Ya lo sabrás, todo a su tiempo...— el chico seguía sonriendo y la expresión de burla desapareció de su cara, comenzaba a molestarme. El otro se echó a andar.
—hey gilipolla, espe...— cuando Xie dio el primer paso para alcanzarlo, el suelo bajo sus pies se desmoronó sin más, la explanada no había soportado ni un solo gramo de su cuerpo pues ni siquiera pudo ampollarse bien. No comprendió como al otro muchacho si le dio oportunidad de andar sin ningún problema puesto a que era mucho más alto y pesado. Sólo alcanzó a ver un montón de escombros blancuzcos y polvosos caer a su alrededor.
Tras el fuerte golpe que le acalambró inmediatamente el trasero, se levantó como si nada hubiera pasado. Se desconcertó, pues no había caído de pie como siempre lo hacía. Miró de un lado a otro pero sus ojos no se adaptaron rápidamente a la oscuridad. Solo fue capaz de percibir ese intenso olor a tierra mojada y un ambiente más húmedo que la selva.
—Que golpe...— le comentó Ashton, que estaba observándole desde arriba de agujero con una amplia sonrisa burlaba.— Espera, ahora bajo.— las largas lámparas del pasillo lo deslumbraron antes de con un ágil movimiento Ashton saltara, apoyando una de sus manos en el borde del agujero para mantener el equilibrio, los músculos se le marcaban bajo la apretada tela negra y en ese justo momento, solo fue capaz de compararlo con una pantera en pleno movimiento.
Cuando por fin puedo llegar hacia él, bajando por lo menos dos metros desde la entrada hasta donde estaba, pasando por un montón de rocas, escombros y tuberías, le tendió la mano y lo invitó a subir. Pero Xie se negó.
—Me duele el culo.— se sobó un glúteos dolorido.— No me dolía desde que...
—No me interesa.— interrumpió Ashton echando un vistazo al rededor con intriga contenida, después de unos segundos examinando, volteó a verle con cara de asco y entre cerró los ojos. Xie sintió un cosquilleo con las mejillas, una sonrisa inesperada... apartó la mirada.— ¿Qué crees que haya ahí? No veo una mierda...
—¿Qué no eras una creatures nocturna?— se burló y Ashton le respondió con enfado.
—No soy un maldito súper héroe, tengo mis límites.— Xie rodó los ojos.
—Pues lo que sea que haya, puedes estar seguro que no son pingüinos con sombreros de copa...— El rubio se volvió a verle, con expresión de "¿en serio?", pero con ojos de " te mataré algún día"— mejor averigüémoslo... Oculo— los ojos de Xie brillaron con tanta fuerza, que Ashton retrocedió. Parecían dos pequeñas linternas. La expresión del muchacho no fue alentadora y cuando pesaba darle una mirada de "yo si veo en la oscuridad y tú no" en su lugar apareció una gran interrogante en sus ojos.— tienes que ver esto.
Con un chasquido de dedos su mano se cubrió de fuego azul, que poco a poco se fue convirtiendo en blanco hasta parecer un bombillo, movió ligeramente su extremidad y l llama se esparció por la penumbra, iluminando todo a su alrededor fácilmente. Ashton se quedo atónito con lo que la oscuridad escondía y no trató de ocultarlo.
—Oh fuck...— murmuró Ashton con la boca abierta.— tenemos que llamar a Mic.. . .
La gran oficina se extendía a todo lo largo y ancho de la segunda plata del edificio, con grandísimos estantes repletos de libros acierto, cerrados, desojado, folders llenos de documentos, frascos de muestras e infinidad de artículos que era imposible contar. Todo estaba a oscuras y la única luz que había provenía de la lámpara que cargaba Elizabeth. La muchacha parecía nerviosa, desesperada e incluso eufórica, trataba de controlarse, pero sus pies iban de un lado a otro inquietamente.
—Suerte con eso.— se bufó Elizabeth, apuntando al chico rubio con la linterna. Quien estaba teniendo una batalla con un montón de papeles viejos sobre un escritorio.
—Cállate de una vez y concéntrate.— Elizabeth se abrazó a si misma, ella tenía frío y su abrigo no era suficiente. Miró de arriba abajo el lugar, nerviosa e intimidada, su fuerte no era el trabajo de campo, por más ruda que aparentara ser, ella era un estratega, no una guerrera.
—¿Qué es lo que te gusta de... eso?— el chico gruñó con exasperación, tensando los hombros después de la repentina y no deseada pregunta de Elizabeth.— digo, yo no le veo nada especial.
—Me gusta que no hable tanto como tú...— la voz del chico sonó más seria de lo que quería y Elizabeth bufó, apretando con fuerza la linterna haciéndola vibrar. Clavando fuertemente su mirada en él.— vale vale, me callo yo.— ambos se callaron. Hasta que ella volvió a hablar.
—Si tanto te gusta, él debería ser tu segundo al mando, no yo...— opinó con indignación en la voz.
—No te hagas la mártir y ayúdame a buscar.— los trucos de la chica no le estaba funcionado, él no era el tipo de hombre que se tragaba cualquier cosa. Elizabeth apuntó con la linterna a un montón de carpetas apilas a un lado del chico.— ¡Al fin!— exclamó cuando puso su mirada sobre los artículos de oficina, extendió la mano y tomó la última carpeta de la pila, de piel negra con una pequeña placa metálica que decía "Vivos", la abrió y se topó con muchos expedientes de personas, con fotos e indicaciones. Tomó rápidamente que seguía, exactamente igual al pasado por este decía "En busca", después el siguiente, el último de los tres .
—¿Muertos?— preguntó Elizabeth, leyendo sobre su cabeza y se congeló la sangre, enchinandole la piel.
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Moonlight Race: Alma de fuego.
Viễn tưởngÉl es salvado de una muerte segura por un chico de extraños ojos azules, y este, sin saber todos los secretos que su pasado esconde, decide llevarlo a su hogar y mostrarle su cara más obscura. Ese misterioso muchacho le mostrará un mundo que sus ojo...