Día 23

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Rey estaba muy contenta por el nuevo trabajo que, sin haberlo buscado, le había caído. Ben no había podido llegar con ella porque no se pudo librar de una junta antes de tomar vacaciones, pero habían acordado que llegaría ahí por ella para después ir a cenar. Así que Rey decidió caminar por la gran ciudad, admirando los aparadores y las personas, cosa que disfrutaba muchísimo.

Era 23 de diciembre, preludio de noche buena y Navidad y la castaña se sintió esperanzada en todos los sentidos. Incluso si el asunto de su madre llevaba tiempo, estaba dispuesta a esperar. Tenía a Ben a su lado y él la hacía sentir tan protegida que, los miedos poco a poco iban disipándose. Descubrir que ambos habían estado ligados de una forma misteriosa, era una señal para ella. La fuerza los había reunido y los había hecho almas gemelas. Estaban destinados, no tenía duda alguna de eso ni de que se estaba enamorando como una loca de él, en un lapso de tiempo bastante corto. Pero no le importaba. Sentía algo genuino por él y sabía que era mutuo.

Ben había llegado en un momento inesperado, de una forma poco convencional también, y le estaba dando todo su apoyo y amor, y eso la hacía sentir plena.

Después de caminar por un buen rato con todos esos pensamientos hacia su novio, la jovencita castaña llegó frente al lugar que Armitage le había indicado.

Entró maravillándose del lugar. El olor a pan y galletas recién horneadas llegó a su nariz abriéndole enseguida el apetito. El mostrador tenía algunos frascos llenos de galletas de chocolate, una vitrina a su espalda que daba a la calle y que estaba repleta de postres.

— Hola, Rey —Armitage la recibió saliendo de la cocina. Llevaba una enorme sonrisa en el rostro e inesperadamente la abrazó con fuerza.

— H-Hola... —correspondió ella un poco extrañada de la efusión del escritor, pero no le molestó.

— Me alegra muchísimo que estés aquí, enserio —concedió el pelirrojo tomándole las manos y escudriñando su rostro. Rey sintió como si estuviera buscando algo en ella. Sus ojos azules viajaban de sus cejas a sus pecas y a su sonrisa.

— A mí también, estoy muy contenta de al fin tener trabajo. El lugar es muy lindo —declaró, comenzando a inspeccionar el techo, distinguiendo las luces que se suspendían sobre ambos—. He traído unos catálogos para ver telas, texturas y algunos accesorios que podíamos utilizar. Por ahora podemos dejar la decoración navideña, y así me da tiempo para planear el cambio para dejarlo listo para San Valentín que también es un día fuerte en ventas. ¿Qué te parece?

— Por mi perfecto, señorita diseñadora, pero creo que es con mi madre con quien deberías hablar. De hecho, quiere hacerte saber unas cuantas cosas antes de iniciar con todo este... cambio.

— Por supuesto, me encantaría hablar con ella ¿Está aquí?

— Si, está dentro, lo que pasa es que es algo tímida, como yo y está algo nerviosa.

— Oh... pero no hay porqué estarlo, esto va a quedar perfecto, lo aseguro. A lo mejor me veo algo joven, pero tengo experiencia, traje mi currículum si lo necesita —Rey s ehabía preparado porque nunca daba por sentado nada. Prefería que sus clientes vieran su formación y su experiencia.

— Le dije que tú le escucharás —Rey asintió ante el comentario y su amigo escritor se precipitó a la puerta que daba hacia la cocina para asomarse—. Mamá, sal por favor.

La mujer salió de la cocina, quedándose en el marco de la puerta que conectaba el lugar donde horneaba con el mostrador de la tienda. Vio a la chica ahí parada en medio del local y justo como había reconocido a su hijo apenas días antes, también lo hizo con ella.

Caminó con sigilo hacia ellos. El corazón de Rey dio un vuelco al reparar en su largo cabello suelto y pelirrojo y sus ojos verdes.

— ¿Rey? —le llamó la mujer, con una voz que amenazaba con quebrarse.

La mencionada parpadeó mientras la repostera se acercaba.

— ¿Nos conocemos? —se atrevió a preguntar, porque le parecía que si. Quizás se trataba por la semejanza física que tenía con Armitage, pero ella sintió que también había algo más.

Mara metió una mano en el bolsillo de su delantal y sacó algo que le alargó a la castaña. Sus ojos se abrieron cuando tomó una réplica de la fotografía que Ben le había mostrado en su casa. Replica que tenía esa mujer en su posesión y eso sólo significaba una cosa. Alzó el rostro, comenzando a temblar y se dio cuenta de que la pelirroja ya estaba derramando lágrimas.

— ¿Aun guardas el collar de mariposa?

Rey asintió y el shock de la noticia pareció golpearla en ese instante. Se llevó las manos a la boca, procesando.

— Mamá... ¿eres tú?

— Mi preciosa Rey —Mara la envolvió entre sus brazos sin poderse aguantar mas tiempo. Por alguna extraña razón, la vida le estaba dando el regalo más grande del mundo después de tanto sufrimiento que había vivido. Al fin había encontrado a sus hijos.

— ¿Cómo...? —articuló Rey, regresando el abrazo y mirando al que, se acababa de enterar era su hermano.

— Lo único que sé en estos momentos es que esta será la última navidad que pasemos cada uno por su cuenta —declaró el pelirrojo antes de unirse al abrazo.

*

Ben refunfuñaba estacionando el auto frente a la repostería. Una junta y el intercambio de la oficina le había retrasado en sus planes para acompañar a Rey. Estaba irritado porque a su madre le había gustado más su libro autografiado que el par de guantes de piel de Bantha que le había comprado a Leia.

Odiaba a Armitage Hux y su literatura pretensiosa que no tenía intenciones de leer ni aunque aquel sujeto se lo hubiera "regalado". Cerró la puerta de su carro con más fuerza de lo común y se giró para entrar al lugar sin embargo se detuvo cuando vio la escena por la ventana que daba hacia dentro.

*

Rose había decidido hacerle una breve visita a madre e hijo para desearles una feliz navidad por adelantado ya que no los vería al día siguiente para no robarles el tiempo que usarían para pasarla juntos. Sin embargo, cuando distinguió por el ventanal a Armitage abrazando efusivamente a una chica castaña, su mundo se vino abajo.

Parecía que al hombre alto que estaba a un metro de ella le estaba pasando algo similar.

— ¿Es tu novia? —le preguntó, dolida.

— Si —aseguró él—. ¿Ese sujeto es tú...?

— Supongo que lo era —contestó la agente y se dio media vuelta.

Ben observó a la jovencita de cabello negro marcharse y pensó que debía hacer lo mismo. Estaba por abrir la puerta de su auto cuando Rey se dio cuenta de su presencia y salió a su encuentro.

— ¡Ben!

— ¿Qué significa esto, Rey?

— Oye... espera no te enojes —le decía ella buscándole la cara pues él se había volteado, tratando de calmarse.

— ¡Rosie! ¡Espera! —gritó el pelirrojo también saliendo del local y pasándolos a ellos de largo.

— Rey... lo amas ¿no es asi? —la jovencita sonrió ante la pregunta. 

— Si —le contestó, haciendo que Ben se descolocara.

— Esta bien, lo entiendo, bien. Cuando él regrese no me interpondré —le aseguró y ella rio ante su confusión.

— Oh Ben, no, no es de ese modo. Él es mi hermano —le reveló para después besarlo. Ben le correspondió aunque su mente estaba procesando lo que acababa de escuchar—. La madre de Armitage es mi madre, ella tenía la misma fotografía que tú, porque tu tío le dio una copia. Encontré a mi familia, y tú eres parte de ella también... claro, si quieres.

— Por supuesto que quiero preciosa. 

Last ChristmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora